“Sostenemos que las siguientes verdades son evidentes: Todos los hombres han sido creados iguales. El Creador les ha dotado de ciertos derechos inalienables. Entre ellos, la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Para garantizar esos derechos, los hombres constituyen Gobiernos que derivan sus legítimos poderes del consentimiento de los gobernados”.
Fragmento de la Declaración de Independencia de Estados Unidos

Es una fecha especial, no por la fiesta ni el tiempo de ocio, sino por lo que significa de verdad, que sigue tan vigente hoy como aquel primer lejano día. Cada 4 de julio, Estados Unidos celebra su Día de la Independencia como recuerdo y homenaje al 4 de julio de 1776, fecha en la que se firmó la declaración que proclamaba la independencia de las trece colonias americanas del Reino Unido de la Gran Bretaña. Desde entonces ya son 237 años de libertades e independencia que han permitido construir la nación más excepcional que ha existido nunca. Hoy se realizan innumerables desfiles conmemorativos, ceremonias con profundo sentido patriótico y un sinfín de actividades de ocio al aire libre para celebrar y recordar la libertad que se proclamó aquel día y el sacrificio de los que lucharon por ella a sangre y fuego posteriormente.
El Congreso Continental de los Estados Unidos declaró la Independencia del país en su Convención de Filadelfia, el 4 de julio de 1776, en lo que por entonces se consideraba la
«la capital rebelde». George Washington fue uno de los líderes y firme partidario de la Independencia debido al malestar generalizado que se había extendido entre los colonos por los elevados impuestos y otros abusos de la metrópoli inglesa. En el manifiesto de Virgina de junio de 1776 empezaron a surgir nuevos temas frente al estado jurídico vigente, que empezaba a quedar obsoleto, como la noción de contrato social, que se rompe si el soberano viola ciertos derechos humanos. Así, en este manifiesto se podía leer: «Todos los hombres se hallan naturalmente en una condición de igualdad y de independencia que les confiere ciertos derechos, especialmente el disfrute de la vida y de la libertad junto con los medios de alcanzar la propiedad, la felicidad y la seguridad.»
Palabras que siguen vigentes y que marcan un referente mundial y un elevado listón de libertades y derechos.
Ese mismo mes de junio Richard Henry Lee presentó en el Congreso la célebre moción que expresaba: «Estas colonias unidas son, y deben ser de derecho, estados libres e independientes. Quedan exoneradas de toda fidelidad a la corona británica. Todo lazo entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña es y debe ser disuelto.» A partir de esta moción se constituyó una comisión encargada de redactar la Declaración de Independencia, de la que formaban parte John Adams, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson, que fueron algunos de los personajes claves en la redacción de la Declaración y la Constitución, y por ende del nacimiento de los Estados Unidos. El texto definitivo, en el que se proclamaba la Independencia de Gran Bretaña, fue aprobado y firmado el 4 de julio de 1776.

La Declaración de Independencia también marcó el inicio de una larga guerra de ocho años; los colonos, liderados por George Washington, vencieron finalmente a las tropas inglesas tras algunas de las batallas más decisivas, como Saratoga y Yorktown. Gran Bretaña reconoció la Independencia en 1783. Años después, se redactaría la Constitución federal, en 1787, que aún sigue vigente y es uno de los documentos más inteligentes y sensatos, capaz de proporcionar una historia de más de doscientos años de progreso, estabilidad democrática, convivencia social y prosperidad económica.
En los primeros años, las celebraciones en conmemoración del 4 de Julio eran dispersas, pero con el paso de los años, la tradición de los desfiles, las comidas campestres, las barbacoas y los fuegos artificiales fueron extendiéndose por el país.
La oficialidad del 4 de julio no fue una iniciativa del gobierno federal, que no tenía esa prerrogativa en sus comienzos, sino que eran los estados los que podían declarar cuándo una fiesta era oficial y cuándo se suspendían las actividades administrativas y laborales. Pero tampoco fueron los estados los impulsores sino que fue el mismo pueblo, al igual que la lucha por la Independencia antes. Las celebraciones nacieron como iniciativas populares que se extendieron por cada una de las comunidades locales y poco a poco se fueron convirtiendo en una fiesta de carácter genuinamente nacional. De ahí que siga una de las fiestas más populares. En 1870 el Congreso declaró el 4 de julio como fiesta nacional. Para entonces, las comidas campestres y las actividades al aire libre ya eran acontecimientos frecuentes coincidiendo con el tiempo de verano. Las exhibiciones, los desfiles y otras celebraciones con tintes patrióticos arrancaron tras la guerra con los británicos y se convirtieron también en una parte importante de la fiesta nacional.

Algunas de las primeras celebraciones se produjeron coincidiendo con las lecturas públicas de la Declaración de Independencia. Por ejemplo, las más tempranas en Virginia, Nueva Jersey y Nueva York. En ocasiones, las celebraciones se completaban con trece cañonazos en honor de las trece colonias originales. Los elementos festivos típicos de esta fecha arraigaron muy pronto: la celebración pública en parques y plazas, la oferta de comidas de todo tipo y de barbacoas, así como la lectura de discursos solemnes.
Cuando la nación se expandió al oeste, la fiesta del 4 de julio se popularizó aún más y dio cabida a nuevos sectores sociales que se fueron incorporando con la masiva emigración, de manera que también se convirtió en una suerte de ritual de integración y de unión entre los diversos grupos étnicos.
El 4 de julio marca profundamente el espíritu de los estadounidenses, sus celebraciones son las más importantes del verano y hay toda una serie de rituales: comidas campestres, barbacoas, estrenos de cine importantes, conciertos de música, espectáculos, teatro, etc. Las reuniones, los desfiles, la hospitalidad, las diversiones en los parques de atracciones, plazas o calles, y los fuegos artificiales, por supuesto, forman parte de la cultura de esta festividad que tiene unas connotaciones especiales para todos los estadounidenses.