Los Suricatos
Muchas veces nos centramos en los grandes mamíferos o en la especies en vías de extinción, pero hay otras especies en los ecosistemas que son importantes para mantener un equilibrio en la pirámide biológica. Es el caso del Suricato o gato de roca (Suricato suricatta), un pequeño mamífero, miembro de la familia de la mangosta.
El Suricata es una de las mangostas más pequeñas que existen; los machos tienen un peso de unos 731 g y las hembras de 720 g. Se caracterizan por tener un cuerpo y miembros largos y esbeltos, con una longitud del cuerpo y la cabeza de entre 25 y 35 cm. La cola es delgada y un poco alargada, midiendo 175-250 mm. A diferencia de la mayoría de las mangostas carece de abundante pelaje.
La cara tiene forma cónica, terminando en punta en la nariz y redondeada en la parte posterior de la cabeza. Las orejas son pequeñas y tienen forma de media luna. El color del pelaje varía geográficamente. En la región sur de su distribución, el color del pelo es más oscuro, con un tinte más claro en las regiones más áridas. Generalmente el color es gris moteado, canela o marrón con tinte plateado. La nariz es marrón. La parte ventral del cuerpo está parcialmente cubierto con pelo. Las garras de los miembros anteriores están adaptadas para escarbar y la cola es amarillo-canela con la punta de color negro. Adicionalmente, tiene parches de color negro alrededor de los ojos. Tiene bandas de color negro que atraviesan la región dorsal excepto la cabeza y la cola.
Es una especie diurna, territorial y de costumbres sociales. Son animales excavadores, que viven en grandes redes subterráneas con múltiples entradas y que sólo las dejan durante el día. El tamaño de las colonias puede alcanzar los 40 individuos.
El Suricata es principalmente insectívoro, pero también se alimenta de invertebrados pequeños, huevos y vegetales. Habitan el extremo sur de África, en concreto el occidente y sur de Namibia, suroccidente de Botsuana y norte y occidente de Sudáfrica; existe una pequeña población en el extremo suroccidental de Angola y en las áreas de baja altitud en Lesoto. Viven en las zonas más áridas que cualquier otra especie de mangosta, y se les encuentra en áreas de sabana y llanuras abiertas, y su distribución depende del tipo de suelo, con preferencia de suelos firmes y duros para asentarse.
Sus depredadores son varias aves y mamíferos carnívoros, como halcones y águilas, principalmente el águila marcial (Polemaetus bellicosus), y chacales.
Esta mangosta es muy sociable y cariñosa, posee un olfato muy desarrollado y se caracteriza por ser una especie curiosa e inquisitiva. Apareció en las regiones áridas de África durante el cuaternario, hace dos millones de años, y están perfectamente organizados a nivel social. Los suricatas forman colonias grandes e igualitarias, de unos diez individuos. En cuanto escasean o se agotan los recursos alimenticios, emigran para encontrar un nuevo territorio más propicio.
Dado que su dieta se basa en insectos, pequeños roedores, lagartijas y serpientes, son fundamentales para mantener a raya estas poblaciones que pueden ser perjudiciales cuando están descontroladas.
Uno de los Suricatas actúa siempre como centinela del grupo, erguido sobre sus patas; de esta manera, permanecen protegidos (tan pronto como detectan un peligro, el vigilante alerta al resto). Se le llama, cariñosamente, “centinela del desierto”, dada su costumbre de cuidar del grupo constantemente.
Su afición favorita es tomar el sol, tanto en invierno como en verano. La temporada de cría y el número de camadas dependerá de las precipitaciones y de la disponibilidad de sustento.
Una especie quizás poco valorada, pero ejemplo perfecto de las ventajas que ofrece su presencia en los ecosistemas africanos.
Los suricatos Suricata