Nueva Estrategia Militar Norteamericana – I
Hace algo más de un año y medio, el 15 de enero de 2009, fue presentada la nueva estrategia para el uso de las fuerzas militares de Estados Unidos por parte del almirante Mike J. Mullen, jefe de Estado Mayor de la Defensa estadounidense, bajo el epígrafe: Capstone Concept for Joint Operations. Un documento que señala los conceptos que guiarán el uso de las Fuerzas Armadas para el período 2016 a 2028. Esta nueva estrategia sustituye a la elaborada en 2005 por el Mando Conjunto estadounidense (USJFCOM), incorporando los conocimientos que se han conseguido en los conflictos bélicos más recientes, así como las tendencias que se han identificado.
Esta estrategia sirve como referente esencial para el desarrollo de otros conceptos militares, en áreas operativas y para la adquisición de nuevas capacidades militares, y tiene tres áreas claves en las que se apoya:
1. Un ambiente estratégico actual y futuro incierto, conflictivo, y complejo.
2. Ninguna crisis puede resolverse satisfactoriamente con el empleo aislado del poder militar, por lo que éste deberá emplearse combinado e integrado con otras iniciativas, por ejemplo de tipo político, civil, económico, informativo, o humanitario.
3. Las Fuerzas Armadas deberán disponer de un catálogo de capacidades equilibrado y adecuado, tanto para la guerra convencional como para el combate irregular e híbrido.
Para adaptarse al nuevo escenario mundial en el que nos movemos, esta estrategia tiene en cuenta las enormes incertidumbres y cambios que afrontamos, con nuevas dinámicas, personajes de referencia, peligros, situaciones estratégicas diversas, y conflictos de muy distinta naturaleza, alcance e intensidad, que de hecho surgen en cualquier punto del planeta.
Este documento de estrategia concluye que la primacía militar de los Estados Unidos no se verá afectada o cuestionada en este nuevo entorno de amenazas irregulares, pero sí limitada su presencia regional por la aparición de nuevos países emergentes y la dificultad y el coste de mantener unas Fuerzas Armadas avanzadas.
Además, se señala que también verá disputada su hegemonía en áreas puntuales como el espacio, el ciberespacio o la información, y amenazada su autonomía operativa por la intervención de enemigos con un perfil irregular, que no actúan conforme a los usos y costumbres de la guerra tradicional, por ejemplo, el terrorismo islamista, e híbridos, que combinan los métodos y medios irregulares con acciones convencionales.
¿Por qué este análisis es importante? Porque nos alerta de la necesidad de reforzar la tradicional supremacía militar norteamericana en áreas que ya son claves, como el ciberespacio, el espacio, la Inteligencia, y la disuasión militar, así como de incrementar la capacidad de desplazamiento, proyección y sostenimiento global de la fuerza militar, con el desarrollo de capacidades específicas para la guerra asimétrica. Esta estrategia exige también integrar todos los instrumentos y herramientas del potencial militar y de Inteligencia para cooperar de forma activa con países aliados y poder afrontar eficazmente los desafíos globales que tenemos planteados y evitar, con actuaciones preventivas, que surjan nuevas amenazas y crisis. ¿Cómo hacerlo? Potenciando los acuerdos de seguridad cooperativos internacionales para compartir los costes y responsabilidades que conllevan el mantenimiento de la paz, la seguridad y la estabilidad a nivel mundial.
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