Primer debate McCain-Obama
El primer debate electoral entre John McCain y Barack Obama, celebrado el día 26 de septiembre, en la Universidad de Mississippi, con el moderador Jim Lehrer, nos dejó un enfrentamiento que pudo dar mucho más de sí, un debate correcto en las formas que globalmente ganó John McCain.
Como no podía ser de otra manera, la crisis financiera ocupó la primera parte del debate, con McCain centrado en achacar la culpa de todos los males a la incompetencia del gobierno y la codicia de Wall Street, y Obama señalando el haber dejado al sector con una completa libertad y amplia desregulación. McCain apeló a la importancia del recorte de impuestos a las empresas y los ciudadanos, denunciando el gasto descontrolado del gobierno (en una de las pocas imágenes para la historia de este debate, prometió vetar, con un bolígrafo en la mano, los gastos superfluos), y apostó por eliminar partidas presupuestarias innecesarias y eliminar el déficit público; posturas que vienen reforzadas por su historial legislativo en el Congreso; mientras Obama recurría a su crítica habitual sobre los recortes de impuestos a los ricos. En resumen, las premisas habituales que ambos llevan defendiendo en los mítines de campaña.
En esta primera parte del debate, Obama demostró sobradamente sus cualidades como gran orador, pero fracasó al intentar crear una corriente de simpatía con su rival Republicano. McCain se mostró duro y firme con el Demócrata, sin concesiones de ningún tipo. Los ataques y la iniciativa en todo momento fueron de McCain, que dejaron a Obama a la defensiva.
Ninguno quiso especificar cómo afectaría el plan de rescate que se debate estos días en su agenda política. Ambos lo apoyan, aunque con matices importantes que el elector deberá tener en cuenta.
La segunda parte del debate se centró en la política exterior. McCain puso de manifiesto que domina mejor estos asuntos, mucho más suelto y realista que Obama, que apareció como el ingenuo que aún es. El Republicano fue más sólido en sus conocimientos, más creíble y ganó la discusión en temas como Irán, Afganistán, Rusia, e Iraq. Aunque en este último punto le “perdonó” la vida a Obama, pudiendo haberlo machacado sin misericordia, con argumentos de peso, en cambio lo dejó marchar sin más daños. Esto describe bastante el tono general del debate. McCain pudo arrasar, pero estuvo contenido. Hace cuatro años, George W. Bush ya hubiera aniquilado a Obama sin remilgos.
McCain tendrá nuevas oportunidades en los próximos debates para demostrar esas cualidades de liderazgo que le diferencian con creces de Obama y para poner de relieve los cambios de opinión, los errores y las inconsistencias del Demócrata, que son muchas, desde el tema de Iraq, pasando por las reuniones con dirigentes dudosos y nada convenientes, hasta el gasto gubernamental o la seguridad nacional.
Obama contraatacó bien en general y no hizo mal papel, pero se le notó la inseguridad y cometió fallos clamorosos, como darle la razón a McCain hasta ocho veces durante el debate. Por el contrario, McCain puso en evidencia numerosas veces la inexperiencia de su rival, sin llegar a la prepotencia, y haciendo evidente la experiencia propia, con detalles importantes, como el recuerdo a los Presidentes Reagan y Eisenhower, y a episodios históricos cruciales, como el desembarco en Normandía y la guerra de Vietnam, que supo adornar con anécdotas e historias personales.
La conclusión es que John McCain salió mejor parado del debate, podemos afirmar que lo ganó, que se mostró más ágil y capacitado que Obama, quien desperdició una buena oportunidad para convencer plenamente de sus cualidades, las reales o las que le presuponen sus seguidores. El candidato Demócrata salió con vida y eso le ha permitido ascender en las encuestas algunos puntos. Lo que está por ver es si aguanta el tirón de los próximos debates el 7 y el 15 de octubre y lo que queda de campaña electoral. La crisis económica favorece sus aspiraciones presidenciales, pero con alguien como McCain enfrente, un líder nato, hábil e impredecible, la disputa de la Presidencia se va a jugar en un puñado de swing states y de votos que pueden oscilar de un lado a otro en virtud de lo que suceda de aquí al 4 de noviembre.