El panorama editorial actualmente se ha vuelto más complejo, en buena medida debido al impacto de las redes sociales y las plataformas de lectura. Hay varios fenómenos que están en el primer plano, uno de ellos es el de los blogs literarios, que ya he tratado aquí anteriormente. Otro es el de los fans, seguidores y lectores que se mueven en el entorno de las redes sociales.
Se comenta mucho en el sector la importancia de tener seguidores y lectores. Y esto, evidentemente, es importante, pero ni de lejos tan importante como lo es tener compradores. Para una editorial o un escritor, no nos engañemos, lo esencial no es contar con seguidores o lectores, sino con compradores que además sean lectores. Eso sí es fundamental.
En este entorno en el que parece que prima la imagen y el sentido de que todo debe ser gratis y buen rollo aparente, hay que decir alto y claro que la actividad de una editorial y el trabajo de un escritor no es gratis ni son ONGs que trabajen por amor al arte.
Una editorial es una empresa en la que lo importante son los beneficios y un escritor es un profesional que debe ser recompensado económicamente por su trabajo. Ni unos ni otros viven de si tienen cientos o miles de seguidores y fans en las redes sociales. Pero sí de las ventas de los libros y de esos buenos lectores que sí compran los libros. Tener lectores que leen gratis, de una u otra forma, puede que quede muy bien en el expediente y de cara al público, pero no es rentable ni es el objetivo de las editoriales y los escritores. Más bien eso es la ruina.

En todo ello subyace la cultura, mejor dicho, la falta de cultura de un enorme sector de la población que no valora en su justa medida el trabajo de editoriales y escritores. Como si éstos pudieran trabajar gratis y conformarse con tener sólo lectores o fans en las redes sociales.
Personalmente valoro más un lector comprador auténtico que un fan falso que no se gasta un dólar (o un euro) en mis libros o en el de ningún otro autor. Porque además es un comportamiento general que afecta a todos por igual. Es la falsedad social, tan típica en España, y que ahora se extiende por las redes sociales sin un compromiso real.
Así, hay algunas verdades esenciales que los seguidores deben conocer. Que las editoriales sobreviven para poder seguir publicando gracias a los beneficios que consiguen. Que los escritores esperan lógicamente que su trabajo sea remunerado con justicia y viven de las ventas de sus libros. De momento las buenas palabras, las reseñas y las palmaditas en la espalda no alimentan ni pagan facturas.

La hipocresía y la tontería, no crean, también se aloja en muchas editoriales y escritores, que se parapetan tras una supuesta “alta literatura de calidad” y menosprecian otros libros, aun cuando tengan muchos lectores y compradores reales. No sólo seguidores o fans. Es una postura ruin porque realmente cualquier editorial y autor lo que pretenden de verdad es vender y cuanto más mejor. Nadie está aquí para perder el tiempo, el dinero y la esperanza.
En un momento como el actual, de crisis en el sector cultural, vamos a llamar a las cosas por su nombre y dejarnos de bobadas sociales y relaciones públicas voluntaristas. Lo que hacen falta para las editoriales y los escritores son más lectores compradores. Que para tener sólo lectores del “a mí gratis” nos valen con unos pocos caraduras. Si no hay ventas, no hay cultura, no hay libros ni hay nuevas lecturas. Lo dicho. Lectores compradores. Fans y seguidores, sí, pero ante todo lectores compradores.