Incendios forestales en Colorado
Desde hace ya algún tiempo somos unos cuantos los que sostenemos que la actividad de inteligencia también debe enfocarse con prioridad alta hacia las amenazas que proceden de las catástrofes naturales. Los recursos, tanto económicos como humanos y tecnológicos, resultan cruciales a la hora de afrontar algunas de estas catástrofes, ya sean incendios, terremotos, inundaciones o intensas nevadas.
También el trabajo de inteligencia puede ser determinante en labores de prevención, evacuación y para estar mejor preparados cuando estas catástrofes naturales se producen.
Algunas de las amenazas que más se ha demostrado que erosionan la actividad económica y destruyen el tejido social, son precisamente estas catástrofes, sobre las que llevamos alertando de su creciente incidencia, y que van a seguir en aumento.
La importancia de una inteligencia enfocada a este tipo de amenazas la estamos constatando de nuevo estos días en los incendios forestales que se han desatado en el estado de Colorado, donde han calcinado más de 35.000 hectáreas y destruido centenares de viviendas. Catástrofes como estas se podrían evitar en gran medida si aumentáramos nuestros satélites de vigilancia hacia las zonas de bosques más sensibles y se incrementaran las patrullas aéreas y terrestres con capacidad para recopilar información y elaborar informes de situación más ágiles y eficaces, así como adoptando medidas de prevención y puesta a punto de medios técnicos y humanos, como aviones y helicópteros.
Las condiciones meteorológicas de calor y sequedad que imperan en Colorado en esta época del año, ya alertaban en algunos informes especializados sobre la alta probabilidad de incendios. Que se hayan producido es algo natural, pero que el fuego haya estado fuera de control durante días, en especial en Waldo Canyon y otras áreas, donde ha forzado la evacuación de más de mil casas y la declaración de «estado de desastre”, no lo es tanto y sí una llamada de atención para mejorar los planes contra los incendios. Esto debería ser una prioridad mayor que otros programas estatales o federales que destinan dinero a causas mucho menos importantes. La información y la inteligencia aplicada a este tipo de catástrofes, nos señalan que Colorado, al igual que otros estados como Montana, Wyoming, California y Idaho, son especialmente propensos a este tipo de incendios por las enormes extensiones de bosques que tienen y por las características climáticas, que los convierten en territorio de alta incidencia de fuego.
Los incendios, lamentablemente, no son algo nuevo en estas zonas, como tampoco lo son en otros países con características similares; por ejemplo, son también desastrosos los incendios que se han desatado estos días en España, en las comunidades de Valencia, Cataluña y Castilla-La Mancha, que pueden ser evitados pero no lo son; la tragedia y el escándalo es que las autoridades sigan siendo tan incompetentes como para permitir que se sigan produciendo con esta intensidad cuando tenemos los medios para evitarlo. El incendio de Colorado ha sido uno de los peores en años, de ello da cuenta que las autoridades refieren que es el que más casas ha destruido en la historia del estado y el que más evacuados ha producido.
Como siempre, las grandes tragedias sirven para concienciar sobre el problema y que los responsables tomen medidas. O debería. Estos incendios vienen así a poner de relieve la necesidad de recurrir a todos nuestros medios, como el uso de aviones cisterna militares C-130 para luchar contra las llamas en Waldo Canyon con miles de galones de agua. Esto es decisivo para controlar las llamas porque estos aviones dejan caer enormes cargas de agua en menos de cinco segundos y pueden volver a llenarse en sólo 15 minutos. Únicamente existen ocho aeronaves de este tipo en todo el país a los que puede ajustárseles el equipo de bomberos y la mitad de la flota se encuentra en Colorado. Esto es positivo, pero la cuestión es que necesitamos aumentar drásticamente la flota de estos aviones para cubrir más territorio y estados. Al igual que la flota de helicópteros y de patrullas terrestres. El problema no es la falta de dinero, que se derrocha a veces por otro lado impunemente, sino la voluntad política de tenerlo como una prioridad y hacer las cosas bien y a tiempo.
El incendio en Colorado ha requerido hasta el momento el trabajo de más de 1.900 bomberos y un gasto en las labores de extinción de alrededor de $30 millones. Un coste que hubiese sido menor de haber aplicado labor de inteligencia y recursos más eficientes a lo largo del tiempo. Con un total de ocho fuegos activos sobre 2.500 acres (1.000 hectáreas), esta es la peor temporada de incendios forestales de la última década, lo cual es mucho decir y viene a darnos la razón a quienes venimos alertando de este tipo de catástrofes naturales cada vez más extensas y frecuentes y la necesidad de intervenir con más eficacia y más medios.
El impacto de los incendios no sólo es sobre los bosques, ya trágico de por sí, sino que se extiende a las propiedades, las casas y las personas. Por ejemplo, se estima que más de 1.050 hogares fueron desalojados tan sólo en las localidades aledañas a Waldo Canyon, como Cascade, Chipita Park, Manitou Springs y Green Mountain Falls, con un total de unas 36.000 personas que fueron enviadas a refugios, y más de 300 casas se han quemado en Mountain Shadows.
La ciudad de Colorado Srings y el condado de El Paso ya han declarado el incendio en Waldo Canyon como desastre local, una medida que activa los planes de emergencia y permite recibir ayuda federal. Además, otros cuatro incendios están teniendo lugar en Colorado, el mayor en Little Sand, al noroeste de Pagosa Springs, que consumía 19,500 acres (casi 8 mil hectáreas) hace semana y media. Lo vientos han contribuido a la extensión de los fuegos, alcanzando una velocidad cercana a los 100 km/h. Los bomberos del estado combaten también el llamado High Park Fire, que estaba controlado en un 65% el pasado martes, cerca de Fort Collins, que ya destruyó alrededor de 35.000 hectáreas de bosques y se convirtió en el segundo en importancia de la historia del estado.
Los incendios de Colorado son una de las catástrofes naturales, o no tan naturales si se demuestra que fueron de origen criminal intencionado (el FBI está trabajando en ello junto con las autoridades locales), más importantes del año en Estados Unidos, y viene a alertar una vez más sobre la necesidad de tomar medidas preventivas y de respuesta más eficaces, entre ellas la articulación de información de inteligencia y mayores recursos humanos y técnicos.
La visita del presidente Obama, con su declaración de “zona catastrófica”, ha destacado la tragedia de estos incendios y ese compromiso de cara a los medios de comunicación también debe concretarse con medidas de ayuda federal a Colorado y los estados del Oeste que sufren estos incendios. Porque la mayor parte del territorio de Utah, Colorado, Wyoming y Montana también están en alerta roja, no lo olvidemos, lo que implica peligro extremo. De hecho, en este caluroso verano en Estados Unidos, los servicios de bomberos luchan heroicamente y en condiciones adversas contra alrededor de 40 incendios forestales en todo el país. La mayor parte de ellos en siete estados del Oeste: Colorado, Utah, Wyoming, Montana, Nuevo México, Arizona y California.
Que no se vuelvan a repetir con esta intensidad, ni aquí ni en otros países, depende de nosotros y de las autoridades competentes.