Una presidencia de éxitos
En el tercer año de la presidencia de Donald Trump podemos afirmar ya sin ninguna duda que esta es una presidencia de éxitos probados y demostrados. La agenda del presidente se ha llenado de éxitos recientes que lo han fortalecido en su posición de liderazgo mundial. Lo hemos visto durante la reciente cumbre del G-7, con Trump marcando el tono y el contenido de las principales reuniones. Por supuesto que los medios progres (manipuladores) no selo van a contar. Pero la realidad es tozuda y se impone. Trump está hoy más fuerte que hace un año, y ya lo estaba mucho por aquel entonces.
Veamos algunas de las razones por las que el presidente se ha hecho más popular entre la gente de lo que ya era. Para empezar, la economía: gracias a sus políticas, los 50 estados de la Unión están creciendo a un ritmo entre el 2% y el 5.2% y sólo 4 estados crecen menos del 2%. Un éxito que deriva en creación de empleo, más de 6 millones de empleos nuevos desde que Trump es presidente. La política económica de Trump mantiene la inflación en el 1,6% interanual. Otro éxito que no le contarán los medios progres y sus títeres. Gracias al presidente, la Reserva Federal ha movido ficha y rebaja los tipos de interés, ahora entre el 2 y el 2.25%, que podría ser un punto porcentual menos muy pronto. Una senda de recortes que proseguirá en el futuro.
Los salarios de los trabajadores estadounidenses han aumentado un 4.5% en 2017 y un 5% en 2018: $ 4.4 mil millones y $ 87.1 mil millones, respectivamente. Una tendencia que ha continuado en 2019, con una compensación que aumenta 378.000 millones de dólares o un 3.4% en los primeros seis meses. La varita mágica de Trump funciona mejor que nunca.
Por otra parte, Trump ya ha firmado el presupuesto federal de 1,37 billones de dólares para el año fiscal que comienza el 1 de octubre. La ley suspende el techo de la deuda federal del país hasta el 31 de julio de 2021 y fija los niveles de gasto del Gobierno hasta el 30 de septiembre de 2022. Esto despeja el camino para las políticas económicas del presidente, que no tendrá que preocuparse de librar ciertas batallas con el Congreso.
Asimismo, la agenda de Trump ha permitido que la producción y las exportaciones de energía de Estados Unidos se disparen, logrando la ansiada independencia energética. Para 2020, se espera que Estados Unidos exporte más energía que las importaciones por primera vez desde 1953. El país ya es el mayor productor mundial de petróleo crudo y el principal productor mundial de petróleo y gas natural.
Trump se hace más popular no sólo entre los blancos, sino también entre hispanos, asiáticos y negros, con cotas de aprobación cada vez más altas. Una parte del voto negro se dirige a Trump y n oes casualidad. El presidente ha asignado más dinero a las universidades históricamente negras (HBCU) en un año que cualquier otro. También está cumpliendo la solicitud ignorada por la comunidad afroamericana de establecer una Junta Presidencial de Asesores sobre HBCU. Además, casi 8 millones de afroamericanos viven en zonas de oportunidad creadas por el presidente; zonas contra las que los demócratas votaron en contra y en la que los negros están prosperando.
El desempleo entre hispanos y asiáticos está en mínimos históricos y la aprobación a Trump se dispara entre estos grupos.
La aprobación a Trump está en el 93% entre los republicanos. No es de extrañar. Ha cumplido sus promesas electorales y ha construido una política conservadora sólida guiada por el principio de America First, que beneficia a la mayoría de estadounidenses. El presidente ya ha dejado un legado impresionante en el ámbito judicial, con 150 jueces federales nominados y confirmados, y todavía no ha terminado su primera presidencia. Un tercer y cuarto juez para el Tribunal Supremo son más que probables en eun futuro cercano.
El presidente Trump tampoco se olvida de nuestra historia reciente. Así, ha firmado el proyecto de ley H.R. 1326, para hacer permanente el Fondo de Compensación a las Víctimas del 11 de septiembre, que garantiza el apoyo financiero tanto para las familias que perdieron seres queridos en los ataques del 11 de septiembre de 2001 como para las personas que sufren enfermedades derivadas de la exposición a desechos tóxicos como consecuencia de aquel ataque terrorista.
En política de seguridad y exterior, la Administración Trump está afrontando los grandes desafíos. No sólo ha metido en cintura a China con la imposición de aranceles, sino que también prepara la construcción de instalaciones militares en Australia para dar cobertura permanente a los 2.500 marines desplegados. Una importante medida para asegurar la defensa australiana y hacer frente a la influencia de China en la región.
Una vez derrotado el ISIS en Siria e Irak, Trump presiona a Europa para que se haga cargo de los 2.500 prisioneros del Estado Islámico, de origen europeo, capturados por Estados Unidos. No es un tema menor, ya que son terroristas en potencia, cuyo destino debe ser controlado.
A nivel interno, la sustitución del director nacional de inteligencia, Dan Coats, por el ex fiscal y congresista de Texas, John Ratcliffe, ha permitido realizar los ajustes necesarios para encarar el resto del mandato y la reelección. Un movimiento estratégico en el momento oportuno. Asimismo, Trump se plantea considerar al grupo de ultraizquierda ANTIFAT como organización terrorista. Se trata de un mero trámite para hacer oficial lo que es una realidad para poder enfrentar a esas sabandijas con más fuerza legal y policial.
La Administración Trump no se olvida de los sinvergüenzas y criminales condenados a muerte, y por eso ha reanudado las ejecuciones en los casos federales de presos condenados por tortura, violación y asesinato, acabando así con el cachondeo de los retrasos indefinidos. Actualmente hay casi 60 presos condenados a muerte por delitos federales, que verán de esta manera cómo se agilizan sus procesos para que vayan a dar cuentas a Dios y dejen de comer a costa del contribuyente.
Trump ha reaccionado a los tiroteos masivos ocurridos en Dayton, Ohio, y El Paso, Texas, con la voluntad de introducir mejoras significativas en los controles de seguridad a los compradores de armas y fomentar una legislación que garantice que quienes cometen crímenes de odio y asesinatos en masa se enfrenten a la pena de muerte, y que esta pena capital se aplique de manera rápida, decisiva y sin años de retraso innecesario. Avances que bien podrían ser definitivos para luchar contra esta clase de tiroteos, que han aumentado en los últimos 40 años coincidiendo con la pérdida de valores y el auge de internet y los videojuegos violentos.
El presidente está luchando contra las Fake News de los grandes medios e comunicación y la manipulación en la cobertura de las noticias, que debe empezar a ser justa, equilibrada e imparcial, algo que no ha sido en lo que se refiere a la Administración Trump, con un odio que roza lo patológico y fomenta la violencia anti Trump.
El presidente está en lo cierto al afirmar que los medios tienen una gran responsabilidad en la vida y la seguridad de los estadounidenses y al acusar a las «noticias falsas» de contribuir enormemente a la ira y la rabia que han aumentado en los últimos años.
Trump no sólo vive de éxitos pasados. Como buen estratega que es, siembra ya los éxitos del mañana. Así, pronto se hará público el plan de salud nacional y también ha asegurado la aprobación de otra importante reducción de impuestos a los ingresos de las clases medias si el Partido Republicano gana la Presidencia, la Cámara de Representantes y el Senado en 2020.
De cara al exterior, ultima el acuerdo comercial con el Reino Unido y ha cerrado otro acuerdo comercial con Japón que permitirá abrir mercados agrícolas, digitales, de bienes y servicios por un valor de más 7.000 millones de dólares. Estados Unidos venderá carne de vacuno por valor de más de 2.000 millones de dólares a Japón, país que comprará maíz de los excedentes estadounidenses. El presidente defendiendo a los agricultores y ganaderos americanos, entre otros sectores. Esto, junto al acuerdo histórico alcanzado con la Unión Europea para exportar carne de vacuno estadounidense de alta calidad, pone de relieve cómo el presidente está defendiendo a los agricultores y ganaderos de Estados Unidos como nunca se ha hecho antes.
En suma, las políticas de Trump funcionan: los salarios aumentan, el optimismo de las empresas aumenta y el desempleo está en mínimos históricos. La economía continúa prosperando y está más fuerte que nunca, creciendo a más del 3% gracias a los recortes de impuestos, la desregulación, la energía barata y el comercio. Y para rematar, el país mantiene la paz en el mundo sin intervenciones costosas.
El presidente ha sabido poner el foco de atención también la inmigración para resolver los problemas que aquejan a nuestro sistema. Los datos hablan mejor que nadie: en 1998, los inmigrantes no ciudadanos (que no llegan al 7% de la población) representaron el 36.9% de los arrestos federales. En 2018, los innmigrantes no ciudadanos representaron el 63.9 % de estos arrestos federales. Trump tiene razón y la inmigración ilegal está causando graves problemas de seguridad y criminalidad. Solucionarlos es un asunto prioritario en su agenda, de ahí que la construcción del muro en la frontera, que ya avanza imparable, sea otra realidad y otra promesa cumplida que los ciudadanos ven con buenos ojos.
El presidente está introduciendo mejoras significativas en el sistema de inmigración. Por ejemplo, una nueva normativa protegerá el bienestar infantil al cerrar una brecha de inmigración explotada por los traficantes de personas. Esta norma garantizará que las familias inmigrantes puedan mantenerse unidas a través de los procedimientos de inmigración. También la nueva normativa que acaba con el Acuerdo Flores para que los niños inmigrantes ilegales podrán ser detenidos de forma indefinida en vez delos 20 días establecidos hasta ahora.
La Administración Trump pone a punto otra normativa para determinar si los inmigrantes legales se han convertido en una «carga pública» para el gobierno y si dependen de la asistencia de los fondos públicos para subsistir, con el fin de cancelar su estatus de inmigrante legal. A partir del 15 de octubre, la Administración de Trump aplicará una nueva norma para evitar que los inmigrantes reciban tarjetas verdes si reciben más de un cierto número de beneficios públicos, que incluyen cupones de alimentos, asistencia social, Medicaid y asistencia para la vivienda. Con esta medida se beneficiará a largo plazo de proteger a los contribuyentes, asegurando que las personas que están emigrando a este país no se conviertan en cargas públicas y puedan valerse por sí mismas, como lo han hecho los inmigrantes en años pasados. Medida muy importante para acabar con el despilfarro. Según los estudios, alrededor de entre el 58% y el 63% de los hogares de inmigrantes no ciudadanos usan al menos una forma de asistencia social financiada por los contribuyentes. El 78% por ciento de los hogares encabezados por un inmigrante no ciudadano que no tiene más que educación secundaria utiliza al menos un programa de asistencia social. Es vital asegurarnos de que los inmigrantes legales no ciudadanos no abusen de los programas de beneficios públicos y pongan en peligro la red de seguridad social que necesitan los estadounidenses vulnerables. El 78% de los ciudadanos se muestran a favor de que los inmigrantes legales sean financieramente autosuficientes para no dilapidar los recursos del gobierno.
De hecho, las nuevas normativas aprobadas por Trump sobre inmigración ahorrarán a los estadounidenses 57.400 millones de dólares cada año. Más recursos para ayudar a los estadounidenses pobres, sin hogar y veteranos; 50.000 veteranos sin hogar duermen en las calles cada noche que ahora podrán beneficiarse demás recursos que no se despilfarrarán en inmigrantes ilegales, que además asesinan muchos de ellos a 4.745 estadounidenses cada año.
Trump nunca se olvida de los veteranos. Durante el mes de agosto firmó un memorando para acelerar la condonación de la deuda de préstamos estudiantiles de veteranos discapacitados permanentes. De esta forma, 25.000 veteranos tendrán su deuda de préstamos estudiantiles cancelada. Trump refleja así el amor y lealtad de una nación verdaderamente agradecida a quienes más se lo han ganado.
En menos de tres años, el presidente Trump ha logrado más que cualquier Administración en la historia. Y lo ha conseguido con la oposición manipuladora de la mayoría de los medios y la censura de las redes sociales y las empresas tecnológicas, como Google, Twitter; Youtube y Facebook. En suma, una presidencia que acumula éxitos y victorias. Es lógico que los estadounidenses lo vayamos a reelegir en 2020.
La izquierda progre estadounidenses y mundial odian a Trump porque el presidente ha salvado a los Estados Unidos de los socialistas hambrientos de poder y llenos de odio al sano conservadurismo y ha vuelto a hacer a este país grande otra vez a través de políticas conservadoras de éxito para los ciudadanos. Por esta razón, las elecciones de 2020 serán para decidir entre la prosperidad de Trump y la miseria del socialismo del candidato demócrata. Y todo indica que el presidente está en el camino para conseguir una victoria aplastante en 2020.