Trump en la ONU
Tres ejes ha marcado el Presidente Trump ante las Naciones Unidas en un discurso brillante y firme en sus ideas. Que la avalancha de noticias diarias no nos haga olvidar la importante e histórica intervención de Trump. Más soberanía nacional, menos burocracia y más resultados. Son los tres ejes que está desarrollando en su presidencia y que también busca reflejar en la ONU.
Sin estridencias, pero con firmeza, Trump ha puesto el dedo en la llaga: “La ONU debe centrarse más en la gente y menos en la burocracia, y buscar sobre todo resultados”. ¿Quién puede estar en contra de esto? Nadie, evidentemente. Pues incluso aun así hay quien critica su intervención. Con enorme ignorancia, todo hay que decirlo.
Trump ha destacado el gran potencial que tiene la organización si realiza las reformas que son urgentes para que deje de ser ese club en el que se reúnen para pasar el tiempo y ganar un dinero fácil. “La Organización de las Naciones Unidas fue fundada con metas verdaderamente nobles”, recordó el presidente. Unas metas que hoy en día han sido olvidadas y para las que no se trabaja en absoluto. “En años recientes no ha alcanzado su potencial total debido a la burocracia y a la mala administración”. Es una realidad a la vista de todos que nadie puede obviar.
Los recortes presupuestarios de Estados Unidos para la ONU harán de ésta una organización más eficaz y menos corrupta y santuario dorado para funcionarios y burócratas. El discurso de Trump marcó un tono nuevo y revolucionario ante la Asamblea de las Naciones Unidas: se enfocó en los conceptos que debemos defender, en los problemas reales del mundo y en cómo solucionarlos.
Defensa firme de la soberanía nacional. “El éxito de las Naciones Unidas depende de la fortaleza independiente de sus miembros. Se pueden llegar a acuerdos de todo tipo, pero no se debe ceder soberanía”. Pocas veces hemos escuchado en la ONU una defensa de la soberanía nacional con la elocuencia y firmeza de Trump, que mantiene su responsabilidad ante los estadounidenses como base de su acción de gobierno. Trump ha llevado el concepto de America First a la ONU de una forma razonada frente a quienes impulsan una agenda globalista basada en el progresismo que borra las identidades nacionales e impone políticas que la gente no vota ni elige.
Trump ha defendido la eliminación de burocracia, ese oscuro refugio donde se ocultan diplomáticos, funcionarios e inútiles de todas partes con buenos contactos para vivir como Dios a cuenta de los trabajadores de todo el mundo. Esa burocracia que impide alcanzar nobles objetivos y que hace interminables conflictos y disputas sin dar soluciones. El presidente de Estados Unidos ha lanzado a la ONU un reto para eliminar su burocracia corrupta y ser realmente esa organización que se fundó tras la Segunda Guerra Mundial para impulsar la paz.
Trump ha reclamado resultados en temas que llevan años en la agenda: Corea del Norte, Irán, Venezuela, Cuba… No se ha escondido en falsa y hueca retórica como hacía Obama con el aplauso de los regímenes y diplomáticos bien alimentados por su autocomplacencia. Ha puesto en la diana de su política y de la ONU esos regímenes dictatoriales que son un riesgo intolerable para el mundo, y cuya amenaza ha crecido al calor del JCPOA, el pésimo acuerdo que firmó Estados Unidos con Irán por obra de Obama; la permisividad hacia Corea del Norte y el mirar a otro lado en los casos de Cuba y Venezuela. “Allí donde el socialismo o el comunismo han sido adoptados, sólo han producido angustia, devastación y fracaso (…) Quienes se aferran a unas ideologías desacreditadas, sólo contribuyen al sufrimiento de la gente que vive bajo una regímenes crueles (…) El problema de Venezuela no es que el socialismo haya sido puesto en práctica de manera equivocada, sino que ha sido puesto en práctica de manera fiel (…) Ese corrupto régimen ha destruido un país próspero”. Palabras sin dorar la píldora y sin ambages, que reflejan una realidad y nos sirven de acicate para combatir esas ideas del progresismo que están liquidando Occidente desde dentro al destruir sus mejores valores.
El presidente ha hablado más claro que nadie al avisar a Corea del Norte de lo que sucederá si el régimen depravado de Kim Jong Un sigue con su programa nuclear. Ese dictador de opereta que “ha demostrado más desprecio que nadie por las demás naciones y por el bienestar de su pueblo».
Trump ha puesto de relieve los problemas que conlleva el terrorismo islamista, al que ha prometido derrotar definitivamente: «Detendremos el terrorismo islámico radical porque no podemos permitir que destruya nuestra nación y, de hecho, que destruya al mundo entero (…) trabajamos con nuestros aliados en Medio Oriente para aplastar a los terroristas fracasados”, así como los desafíos que plantea a la seguridad nacional una inmigración ilegal y descontrolada: «Los costes de la inmigración descontrolada los sufren las personas de ingresos bajos, a las que ignoran los medios de comunicación y los gobiernos». Mientras otros cierran los ojos ante la realidad, Trump los abre y señala la necesidad de controlar esa inmigración, que ha nutrido de terroristas muchos de los ataques que se han producido en todo el mundo, y que quita oportunidades a la gente nativa con menos recursos. Trump da voz ante la ONU a quienes han sido silenciados sistemáticamente y se erige como el gran valedor de la clase media: «Nuestra gran clase media, antaño la piedra angular de la prosperidad estadounidense, quedó olvidada y abandonada, pero ahora ya no está olvidada, y no volverá a estarlo jamás». Trump será recordado dentro de unos años como el hombre que tuvo el valor de hablar contra esos lobbies que ahogan la libertad individual de los pueblos al denunciar esos: «Acuerdos comerciales gigantescos, los tribunales internacionales que no rinden cuentas a nadie, y las poderosas burocracias globales».
Al defender con pasión los conceptos de America First, soberanía nacional, eliminación de burocracia y de búsqueda de resultados, Donald Trump orienta sus esfuerzos en la dirección de los mejores y más recordados presidentes estadounidenses.
«Como presidente, siempre pondré a Estados Unidos primero». Sus palabras van a trascender a esta época convulsa porque están cargadas de autenticidad, patriotismo leal y buenos propósitos.
Trump ha pronunciado el que quizá sea uno de los mejores discursos ante la ONU en décadas, un discurso realista para un mundo que aborda problemas inaplazables y en el que la palabra “nación” fue pronunciada 56 veces como símbolo de la importancia que concede el presidente a este concepto tan atacado y vilipendiado actualmente. Trump trabaja con entusiasmo para volver a llenar de orgullo y oportunidades la nación.
Sus votantes podemos estar orgullosos, pues, no sólo de la nación que es Estados Unidos, sino también de Trump, que la representa como Presidente, y que a casi un año de su elección conserva el apoyo de sus seguidores al hacer realidad sus promesas electorales y defender las ideas que lo llevaron a la Casa Blanca.