Mulas y Marines
La guerra en Afganistán ha hecho que los marines recuperen una de las estrategias más efectivas a la hora de desplazar hombres y material por las montañas del país asiático. El uso de burros y mulas es una más de las medidas que usan los marines para llegar hasta las posiciones de los Talibán y Al Qaeda.
El centro de entrenamiento de combate de montaña que permite a los marines entrar en contacto con estos animales de carga, está en Sierra Nevada, California, donde se desarrollan cursos de formación para el manejo de mulas y burros en un entorno bélico.
El valor de estos animales en las elevadas cumbres afganas, es innegable y permite desplazamientos mucho más seguros y hasta lugares casi inaccesibles de otra forma.
Estos cursos de entrenamiento, de dos semanas aproximadamente, tienen ocho convocatorias al año y en ellas participan no sólo marines sino también soldados del Ejército de Tierra, comandos SEALS, e incluso tropas extranjeras. Algunos de sus instructores son vaqueros experimentados como jinetes de rodeo. Los participantes tienen a su disposición una veintena de mulas y cinco burros para realizar el adiestramiento en unas instalaciones situadas en los majestuosos parajes del bosque nacional Humboldt-Toiyabe, un centro que el Pentágono empezó a utilizar en 1951 para entrenar tropas con destino a Corea.
Los burros y las mulas se han mostrado muy útiles en el conflicto de Afganistán, ya que son capaces de transportar cargas equivalentes a un tercio de su peso por senderos escarpados por los que no pueden acceder vehículos todoterrenos.
Los elementos básicos para usar animales de carga básicamente siguen siendo los mismos de hace un siglo, empezando por los arneses. Como comenta el sargento Joe Neal, «es una forma muy primitiva de transportar armas modernas, pero funciona”.
En el curso se aprenden, entre otros temas, técnicas sobre nudos, se realizan prácticas sobre cómo empaquetar correctamente el armamento, desde la munición, pasando por ametralladoras, morteros, misiles Javelin, suministros médicos, agua, comida, etc; y se profundiza en algunas de las historias militares que han protagonizado los burros y las mulas. Por ejemplo, el caso del sargento mayor de los marines, Daniel Daly, que ganó su segunda medalla de honor en 1915, al liderar una columna de burros y 35 marines en combate contra los rebeldes de Haití, llamados “cacos” por los estadounidenses.
Otro de los objetivos del curso es enseñar a transportar heridos o muertos. Por descontado, los instructores transmiten a los soldados un elevado respeto por el enemigo, y se les advierte acerca de la veteranía de los Talibán, que son duros guerreros y montañeros experimentados que saben moverse perfectamente en su territorio.
Este tipo de cursos en Sierra Nevada, California, empezaron a impartirse durante la década de los ochenta, destinados a agentes de la CIA con la misión de ayudar a la resistencia afgana contra los soviéticos. Por aquel entonces, la CIA llegó a adquirir más de 10.000 mulas para mantener sus líneas de suministros a los “muyahidines”.
Hoy, como en el pasado, la historia bélica se escribe también con mulas y burros, marines y agentes de la CIA. Porque no todo es alta tecnología en el camino a la victoria.