CEOs, editores y escritores
El trabajo como CEO, editor y escritor confluye muchas veces y la frontera entre unos y otros se diluye en el nuevo mapa editorial surgido tras la crisis. Los que llevamos ya unos años en este sector, escribiendo, tomando decisiones y publicando con regularidad, hemos aprendido lecciones vitales que sólo ofrece la práctica del oficio desde múltiples frentes.
Aquí les relato algunas de ellas:
Las dificultades no escasean en la carrera literaria y editorial, por eso es normal afrontar momentos de indecisión y sentir deseos de abandonar, mandar a la gente ingrata a tomar viento y pasar de todo mientras te tomas una piña colada junto a ese pedazo de mujer que tienes la suerte de tener a tu lado. Un éxito, grande o pequeño, es el aliciente para seguir en la brecha y decirle a los problemas (y a los ingratos envidiosos): “Te fastidias, sigo adelante”.
Cuando te quieres dar cuenta, entre piñas, viajes, reuniones y misiones, has emprendido un proyecto cultural único y diferente, una referencia para muchas personas y construido una comunidad de lectores, correctores, ilustradores, impresores, libreros, amigos y aliados que consideran tus libros y tu editorial una luz en la oscuridad de este panorama caótico que nos ha tocado vivir. Como un faro en la tormenta, pero en plan editorial, CEO y demás.
El reto de seguir creciendo, haciendo las cosas como deben hacerse y el compromiso con la buena gente, te anima a seguir adelante. Eso, y la enorme fuerza de voluntad que no te abandona nunca, no como los desodorantes y las personas ligeras o carentes de valores.
Siempre es duro partirle a alguien las esperanzas, y eso sucede cuando tienes que responder a algunos correctores e ilustradores que no encajan en el proyecto de determinada novela. Bien porque se necesita otro perfil o porque directamente son unos inútiles e incompetentes redomados. Es duro gestionar pocos recursos y tener que negar a alguien con talento un merecido aumento en sus estipendios. Pero así es la vida en una pequeña editorial, llena de momentos dulces y amargos. Es duro decirle a un librero el precio de venta y que su comisión no debe ser exagerada, pero menos, a veces incluso es satisfactorio. Es interesante descubrir los tejemanejes de agencias de comunicación y marketing, y de otros profesionales del sector de los medios de comunicación y editorial. Muy interesante y esclarecedor su modus operandi. Se hace difícil dar negativas, pero se compensa con las respuestas positivas y los talentos que te vas encontrando y descubriendo.
Llega la gran decisión de organizar presentaciones de libros tras la publicación de una nueva novela. Las expectativas suelen ser altas y las ilusiones del equipo editorial también. Quienes tenemos más callo que un minero y el alma curtida en la vida real, sabemos que las presentaciones no valen apenas nada, salvo para agradar egos, y no representan apenas influencia en la venta de ejemplares… y en nada. La decisión sobre si organizar presentaciones, o cuántas, no llega hasta acaloradas discusiones después. El trabajo ímprobo de preparar una presentación y compartir con los lectores, no se compensa con los resultados económicos, con los sentimentales, un poco más. Los que conocemos el percal, decidimos sin despeinarnos: ¡Fuera presentaciones! Los libros tienen vida propia y serán un éxito o no al margen de lo que los editores hagan o de las presentaciones que se organicen.
Los resultados no mienten: libros que nunca hemos presentado en librerías, son un éxito y caminan solos.
Un proyecto editorial que ofrece independencia, libertad de acción en el proceso creativo y un beneficio justo, como Sniper Books, es difícil que no logre captar la atención de un escritor que prime estas características. Juntos de la mano, al alimón, felices como vaqueros antes de un rodeo, marchamos Sniper Books y yo, más contentos que un niño goloso frente a una tarta. Respeto y colaboración son las bases para seguir trabajando.
Cuando estás en el mercado, hay algo que aprendes muy rápido como escritor y como editor, pero sobre todo como un buen CEO: necesitas gestionar la editorial, tu tiempo y tu carrera literaria como un negocio y no como una ONG. Sí, es cierto que escribir y publicar libros tiene un componente bastante romántico e idealista, pero no nos engañemos, no se hace por amor al arte. Lo lógico y normal es buscar un beneficio por estas actividades que tanto trabajo conllevan. De ahí que muchas de las decisiones que se adoptan tengan un evidente componente empresarial. Esto no es malo ni negativo, como seguro les venderán aquellos hipócritas que siguen viendo esto como algo que debe regalarse. No tiene nada que ver con ser generoso, solidario, etc (aunque después lo seas con tus beneficios si así lo quieres), sino con saber gestionar un negocio, una empresa y una carrera literaria. Por eso hay que tener en cuenta aspectos como los costes de edición, de promoción, de distribución… Es la base para poder seguir escribiendo y publicando. No es nada personal, lectores, pero necesitamos que nos paguen nuestros libros.
El objetivo de todo editor, CEO y escritor es que ese libro en el que han trabajado intensamente durante meses o años, por fin vea la luz del mundo y los lectores, agradecidos, lo compren en masa y lo lean con fruición. Esto pasa… a veces… Y otras no, otras simplemente la magia llega con lentitud al cabo del tiempo. El secreto para conectar con los lectores es ponerle pasión a ese proyecto editorial, a ese nuevo libro, de modo que una vez publicado cobre vida y empiece su camino entre los lectores.
No hay ninguna persona que no sea importante en cada nuevo proyecto: el editor, el escritor, pero también el ilustrador, el corrector, el lector editorial, el maquetador, los que se dedican a la promoción, la chica que te trae el café y la piña colada (sobre todo esta), etc. A todos hay que prestar una atención cuidadosa porque todos ocupan un papel importante en el proyecto. Los detalles generan confianza y buen rollo, hacen que la gente se divierta haciendo su trabajo. Los jefes: el editor, el CEO y el escritor, son los encargados básicamente de lograr este buen ambiente de trabajo en el que fructifique el talento y lluevan las ideas.
Ya estamos en ruta, hemos escrito, publicado, promocionado, nos hemos tomado el café y nos planteamos si vamos o no a las ferias sectoriales. Aquí, como en lo demás, cuenta mucho el instinto editorial. Se sabe si debes participar en una Feria del Libro o no, en todas o en ninguna; en un país o en más países. La dinámica interna de la editorial, de las ventas de los libros y la necesidad de lograr más o menos visibilidad, orientan sobre la idoneidad de participar en las ferias y otros actos culturales que, a priori, son la panacea para hacer contactos editoriales, acercarte a los lectores, a colegas editores y conocer experiencias. Todo esto puede serte útil o no, y cada caso debe marcar sus propias prioridades.
Lecciones de ser editor, CEO y escritor. Como la vida misma.