La expansión de las nuevas tecnologías y métodos de edición han repercutido positivamente en muchos aspectos en la industria editorial, pero también han creado mitos falsos o creencias populares que se alejan de la realidad. Una de ellas es que el coste de los libros es insignificante o cuesta muy poco dinero.
Esta es una de las falsedades más comúnmente adoptadas por el público en general, incluso lectores habituales u ocasionales. La realidad demuestra que publicar un libro con calidad sigue siendo un proceso caro. Los costes asociados a la edición incluyen la intervención de profesionales diversos que incrementan la factura final. En el proceso encontramos al escritor, al redactor del informe de lectura, al corrector de estilo y ortotipografía, al editor, redactor de la sinopsis y otro material publicitario, diseñador de cubiertas, maquetador, impresor, distribuidor, agencia de promoción, agencia literaria y traductor (en algunos casos).

Como es lógico y normal todos son profesionales que cobran por su trabajo, durante un proceso largo y complicado, no exento de gastos extras. Editar un libro con ciertos estándares de calidad implica unos costes elevados, que naturalmente se intentan recuperar y rentabilizar en el precio de venta al público. De ahí que un libro bien editado siempre tendrá un precio en consonancia. Es la premisa básica de una edición responsable con los lectores. Buenos profesionales en toda la cadena que da luz a un libro, desde el escritor hasta el punto de venta. No conviene olvidarlo, sobre todo en el momento de aflojar el bolsillo o la cuenta bancaria al comprar un libro.