Trump: negociador en jefe
En Estados Unidos vivimos tiempos que se recordarán durante generaciones. El presidente Donald Trump ha hecho durante estas últimas semanas una demostración excelsa como negociador en jefe. Ya sabíamos, por supuesto, que es el Comandante en Jefe más comprometido con los soldados desde hace décadas, el estratega en jefe capaz de sorprender a propios y extraños, y ahora confirma lo que algunos ya sabíamos: es un negociador en jefe extraordinario.
Las últimas clases magistrales de negociación estratégica han sido frente al régimen de Kim Jong-un para conseguir avanzar en la desnuclearización y la distensión en la península coreana, la salida del tratado nuclear con Irán, que ha abierto las puertas a un mejor tratado o el fin del régimen de los ayatolas, y el éxito logrado al conseguir la liberación de Joshua Holt y su esposa Thamara por el régimen venezolano de Maduro al tiempo que se imponen sanciones encaminadas a presionar al mismo. Tres frentes muy complicados en los que Trump ha brillado.
¿Qué si esto ha sido todo? ¡Qué va! Sólo ha sido una pequeña parte de las habilidades que ha demostrado Trump como negociador en jefe. Otro de los temas que ha puesto de manifiesto que el presidente es un hábil negociador, para envidia cochina de sus enemigos políticos y la prensa progresista mentirosa, ha sido la firma de tres órdenes ejecutivas que facilitan a las agencias federales despedir a trabajadores con bajo rendimiento y la firma de la nueva normativa que desregulariza el sector bancario y desarticula la Ley Dodd-Frank que aprobó Obama. Esta desregulación ayudará a los bancos medianos y pequeños a moverse con mayor libertad económica y fortalecerá la supervisión de los grandes bancos. Es otra de las medidas que hacía falta para que el crecimiento económico estadounidense continúe en expansión.
Además, el presidente Trump ha abierto otros frentes importantes que eran necesarios desde hace más de veinte años y que ninguno de los últimos presidentes quiso afrontar: las importaciones de automóviles que han deteriorado el mercado y el sector en Estados Unidos. A Trump no le ha temblado la mano, como en ningún otro tema, para ordenar investigar las importaciones de automóviles, basándose en la sección 232 de la Trade Expansion Act, y plantear un arancel del 25% si esas importaciones amenazan la economía y la seguridad nacional. Y la imposición de aranceles a la importación de acero (25%) y aluminio (10%) de la Unión Europea, Canadá y México. En estos campos se abre otro melón de negociación que permanecía cerrado por el miedo y el temor de anteriores presidentes timoratos frente a países extranjeros. Trump tiene una estrategia comercial ganadora, tal que si fuera un as en la manga, que va a descolocar a los negociadores extranjeros. Los grandes beneficiados serán los sectores del automóvil, el acero y el aluminio en Estados Unidos y los millones de empleos que dependen de los mismos.
Trump ha demostrado que es un negociador que no hace concesiones en los temas vitales. Su compromiso con la cultura de la vida se ha puesto de relieve de nuevo al recordar durante un discurso brillante en la Gala Campaign for Life, celebrada en el National Building Museum, que “cada vida importa” y comprometerse a seguir defendiendo el derecho a la vida de los no nacidos y de los débiles desde las instituciones. Y no sólo con palabras, sino con hechos, al impulsar una legislación restrictiva que impida que fondos federales financien clínicas abortistas.
El negociador en jefe Trump no negocia las vidas de los más inocentes e indefensos y nos recuerda con acierto que: “Mientras tengamos fe en nuestros ciudadanos, confiemos en nuestros valores y confiemos en nuestro Dios, nunca fallaremos. Nuestra nación prosperará, nuestra gente prosperará, y Estados Unidos será más grande que nunca y eso es lo que está sucediendo (…).Cuando protegemos la vida, protegemos la fuente verdadera de la grandeza norteamericana: al pueblo. Es la gente la que bendice nuestras vidas, la que sostiene nuestras comunidades, y la que hace de América una nación, un hogar, una tierra magnífica”.
Por último, como perla final de estas semanas intensas, Trump ha logrado sellar un acuerdo con China para reducir el déficit comercial entre ambos países en 200.000 millones de dólares al año. Lo cual es un éxito histórico para el presidente, que revertirá en enormes beneficios para el país y para los estadounidenses en términos de mayor prosperidad.
¿Quién da más? Sólo un hombre puede dar más: el negociador en jefe Trump. Y vienen en camino nuevos éxitos productos de esa habilidad negociadora. No desconecte, porque esto sólo acaba de empezar.