No hay mejor forma de comprobar cómo evoluciona el clima y su impacto en los ecosistemas naturales y en las ciudades que observar el comportamiento de los animales. Desde hace ya algunos años estamos viendo cómo éstos emigran hacia zonas más frías huyendo del progresivo calentamiento global y el aumento de las temperaturas en muchas zonas.
Un trabajo de investigación de Joshua J. Lawler, profesor de Ciencias de Recursos Renovables en la Escuela de Ciencias Forestales y Medioambientales de la Universidad de Washington, publicado en la revista ‘Ecology Letters’ alerta no sólo de estudios recientes acerca de un calentamiento global de 4ºC para finales de este siglo XXI sino que además recoge por primera vez hacia dónde es probable que migren los animales en busca de climas favorables en el continente americano, así como también las rutas que podrían seguir.

A diferencia de muchos seres humanos, a los que la inteligencia se les supone pero que en la práctica carecen de ella, a los animales no les hacen falta predicciones oficiales, ni estudios científicos complejos para detectar los cambios que se están produciendo y emigrar a zonas más habitables. Ya son numerosas las investigaciones científicas que constatan que durante los últimos cincuenta años numerosas especies han comenzado a cambiar sus rutas a causa de los cambios climáticos y trasladando sus hábitats.
Los expertos que llevan estudiando este tema durante años concluyen que las especies de mamíferos pequeños o anfibios deberán sortear carreteras, áreas de cultivo e incluso ciudades en sus viajes hacia zonas climatológicamente más favorables, razones por las que no se dirigirán directamente a éstas sino que antes necesitarán superar los obstáculos humanos.
En investigación realizada y publicada en ‘Ecology Letters’ no sólo han contemplado las zonas artificiales que supondrán un serio problema a estas rutas y que son consecuencia directa de la acción humana sobre la naturaleza, sino que también tuvieron en cuenta las grandes barreras naturales, como los Grandes Lagos del Norte de Estados Unidos y el Río Amazonas en Sudamérica, por lo que se trata de un estudio completo y bastante fiable.

Una vez identificados todos estos obstáculos, este estudio incluye mapas con las principales rutas migratorias de los animales en el continente americano. Las cinco zonas de mayor tráfico de especies en América son el norte de Canadá, el noreste de Estados Unidos en la región de los Grandes Lagos, incluida parte del sur de Canadá, el sureste de Estados Unidos, el sureste de Brasil y la cuenca del Amazonas. Son áreas vitales que debemos preservar y en las que necesitamos imponer medidas de conservación prioritarias. Se trata de corredores naturales para la emigración animal y es una obligación moral y de supervivencia mantenerlos intactos.
Para completar estos mapas con las rutas migratorias, los autores del estudio siguieron la teoría de uno de ellos, Brad McRae, basada en cómo la corriente eléctrica circula por los circuitos evitando las zonas de mayor resistencia. Aplicaron esto al análisis de los movimientos de casi 3.000 especies de mamíferos, anfibios y aves e hicieron diez proyecciones del cambio climático futuro y diez posibles rutas migratorias. De esta manera, identificaron barreras naturales y artificiales en territorios de 50 km cuadrados, en las que dividieron todo el continente.
Sus conclusiones y los hallazgos que realizaron ponen de relieve la importancia de los corredores naturales que existen en estos lugares, corredores que deberían aglutinar los esfuerzos conjuntos de ecologistas, responsables políticos, empresariales y gestores para ayudar a las especies a migrar en respuesta a los cambios climáticos.