Objetivo Trump
Vivimos una época en la que la izquierda radical que se ha apoderado del Partido Demócrata amenaza con destruir la democracia de Estados Unidos a un nivel como nunca se había visto en este país. En cierta manera, su golpe de estado cometido en 2020 al llevar a cabo el fraude electoral que permitió a Joe Biden alcanzar la Casa Blanca, nos ha colocado en una permanente crisis nacional que no hace más que empeorar a medida que se aplica la agenda política socialista. El discurso divisivo y escandaloso de Biden esta semana, al demonizar a más de la mitad del país que no está de acuerdo con él, ha sido la gota que colma el vaso y ha movilizado a la sociedad estadounidense en contra de esta tiranía demócrata.
Su enemigo declarado, los únicos con redaños suficientes para enfrentarse a esos tiranos, somos Donald Trump y los aliados que lo apoyamos. Por eso muchos en el Partido Demócrata y en el establishment político, mediático y empresarial están dispuestos a utilizar cualquier medio para lograr acabar con Trump y sus seguidores. No les importan si en ese proceso destruyen la democracia, los derechos constitucionales, las libertades civiles, los principios y el estado de derecho. Para ellos todo es válido si logran detener a Trump y su más que probable nueva victoria en 2024.
Lo hemos comprobado recientemente también con el allanamiento innecesario e ilegal de su casa en Mar-a-Lago, con el único objetivo de montar un caso judicial contra él que les permita inhabilitarlo políticamente. La persecución es tan evidente que la opinión pública se ha puesto de parte de Trump y su índice de apoyo ha crecido entre los votantes, y no sólo los republicanos, sino entre los independientes y los demócratas moderados.
En este proceso de derribo personal, la izquierda demócrata cuenta con la ayuda de unos medios de comunicación y una prensa totalmente vendida a sus intereses, convertida en herramienta de propaganda anti Trump, cuyo objetivo es vilipendiarlo todos los días y divulgar Fake News en torno a él.
El allanamiento de Mar-a-Lago es el último ejemplo de cómo los demócratas y la Administración Biden pisotean los derechos constitucionales de Trump y de los ciudadanos. Para ellos todo vale en ese objetivo de perseguir al hombre que no se ha arrodillado ante ellos y los ha humillado electoralmente, sin dejar de decir la verdad en todo momento. No sólo Trump se ha convertido en su objetivo a batir, sino también sus votantes, como hemos comprobado con el discurso dictatorial de Biden. Los medios se encargan de difundir miedo y mentiras contra los ciudadanos que apoyamos a Trump y la agenda America First.
Ninguna ideología, y menos la que defiende Trump, justifica la destrucción de dos siglos de progreso en las libertades civiles, la libertad de expresión, el debido proceso y el estado de derecho. Ninguna. Y menos un odio a Trump que parece patológico y que anida en mentes enfermas de fanatismo, odio ideológico e intereses económicos.
Lo terrible es que la lucha contra Trump está erosionando ya gravemente la democracia estadounidense y las acciones de la izquierda lo demuestran. En ese empeño loco en el que se han embarcado, pervierten y manipulan la Constitución y las leyes con tal de encausar a Trump, que se burla de ellos justificadamente y parece declarar en cada ocasión aquello de: Atrápame si puedes. No han podido ni podrán porque no hay nada con lo que atraparle. Esto no quita para que sigamos asistiendo a un acoso sin precedentes. Lo sucedido con los documentos desclasificados y el allanamiento de Mar-a-Lago, que ha sido desautorizado por los mejores expertos legales y constitucionales, es sólo un eslabón más. Veremos cómo intentar armar ese caso para golpear a Trump en los medios y sacarlo del camino a la Casa Blanca en 2024. Veremos más intentos por incriminarlo en casos absurdos. Veremos más situaciones de persecución injustificada. Veremos más discursos de odio a sus seguidores y veremos de paso cómo destruyen la democracia y la libertad de expresión en este país.
Los izquierdistas que criticaron en su día la amplitud de la Ley de Espionaje de 1917 ahora quieren expandirla para cubrir una supuesta mala conducta de Trump, que ni siquiera se sostiene legalmente y que nunca se produjo. Además de que esta ley no se puede aplicar al presidente, que tiene el poder absoluto de desclasificar cualquier cosa.
La mala conducta sí es la de la Administración Biden, que no cesa de utilizar al FBI como su Gestapo personal y al Departamento de Justicia como arma persecutoria.
El nivel de complicidad entre los demócratas y las elites intelectuales que odian a Trump es tal que aquellos que durante décadas se han opuesto al uso excesivo de órdenes de allanamiento en lugar de citaciones, guardan ahora silencio sobre el allanamiento de Mar-a-Lago y las acusaciones sin ninguna base justificada contra Trump.
Queda así claro que para ellos mientras el objetivo sea liquidar a Trump políticamente, todo vale, incluida la mentira, la hipocresía, la inconstancia, la manipulación y la inconstitucionalidad.
Lo grave de todo esto es que una vez que la Constitución y las libertades civiles son «recortadas» y “aplastadas”, es difícil que vuelvan a protegernos contra las nuevas tiranías de la izquierda. Es un peligro real que muchos ciudadanos están viendo y les está llevando a apartarse del Partido Demócrata, que está en una deriva radical que amenaza a Estados Unidos con convertirlo en una república bananera como ya lo son otras democracias occidentales, tales como España en manos socialistas, por citar un ejemplo sangrante.
La pregunta que se hacen muchos ciudadanos es por qué los demócratas están dispuestos a destruir la democracia para acabar con Trump. La respuesta es que saben que les ganó en 2016, lo hizo de nuevo en 2020 por mayor margen y tuvieron que cometer un fraude colosal para evitar su segundo mandato, y ahora saben perfectamente que volverá a ganar en 2024. Se ponen enfermos de pensarlo, se radicalizan hasta el punto de perder el control de sus esfínteres y ponerse locos como monos enjaulados, capaces de destrozar el estado de derecho sólo para conseguir su objetivo.
En democracia, los ciudadanos tenemos el derecho de votar por quien nos plazca. Millones de ciudadanos votamos y votaremos de nuevo a Donald Trump. La izquierda radical no lo asume, está derrotada ideológicamente y lo saben, por eso se han embarcado en una tiranía que está destruyendo Estados Unidos.
El derecho a votar por Trump no debe ser arrebatado a los ciudadanos por medios inconstitucionales mediante otra cacería de brujas, incluso si el resultado fuera la muy probable reelección de Trump en 2024. Se llama democracia y es la forma en que el pueblo, y no las élites, hablan y deciden el futuro.