Trump y el acuerdo comercial con Japón
Se han dicho muchas mentiras y barbaridades en torno al presidente Trump. Esto es algo que saben hasta los negros (que no son sospechosos de bailar el agua a los blancos precisamente…). Y las mentiras y acusaciones en temas comerciales ya se salen de madre totalmente.
Reorientemos el foco hacia la realidad, que a menudo es distinta a la que muestran los medios progres tan aficionados ellos a manipular todo lo que cae sus manos.
Desde siempre esos medios arbitrarios han puesto el acento y cargado las tintas sobre la animadversión de Trump al libre comercio y los acuerdos multilaterales. Es algo ciertamente erróneo. Trump no odia el comercio, sino los malos acuerdos comerciales que Estados Unidos tenía firmados desde Administraciones anteriores.
Es digna de elogio la forma en que ha fulminado los malos acuerdos comerciales y buscado con denuedo la firma de nuevos acuerdos bilaterales con socios comerciales cruciales. Ya he hablado del acuerdo que prepara con China, pero hay otro igualmente importante: el acuerdo comercial con Japón. Una de las primeras consecuencias de la negociación de Trump con el primer ministro Shinzō Abe, que visitó la Casa Blanca a finales de abril, es la potente inversión japonesa de 400.000 millones de dólares en nuevas fábricas para automóviles en Ohio, Pennsylvania, North Carolina, South Carolina, Florida, y Wisconsin. Se trata sólo del preámbulo a un acuerdo comercial más ambicioso que está en negociación y que proseguirá durante la visita del presidente a Japón a finales de mayo.
Una vez más, Trump está en disposición de alcanzar otro gran acuerdo comercial que beneficiaría a la economía y el empleo en Estados Unidos, además de silenciar a los bocazas y los que ladran contra el presidente. No se trata sólo de alcanzar un acuerdo en fijar cuotas para la soja, entre otros productos, sino que el objetivo es más ambicioso: la Administración persigue que Japón retire sus aranceles y subsidios. Y como no hay nada que funcione mejor que el palo y la zanahoria, Trump enarbola sus propios aranceles sobre los automóviles japoneses, que afectarían mucho más a Japón que a Estados Unidos.
La inversión en nuevas fábricas es realmente buena, pero también necesitamos que Japón reduzca los aranceles que cobran a los productos estadounidenses, actualmente del 38,5%. Esos aranceles deberían ser mucho más bajos, incluso más bajos que el 26.6% que Japón cobra a Australia y Canadá. Trump también presiona para que Japón reduzca sus subsidios a la exportación de productos manufacturados y sus subsidios agrícolas distorsionantes. Las empresas estadounidenses no necesitan concesiones o promesas especiales del gobierno de Japón. Solo necesitan acceso sin las barreras y aranceles, es decir, la capacidad de competir en un sistema no resguardado o artificialmente protegido.
De esta forma, Trump no necesita los malos acuerdos multilaterales para beneficiar a Estados Unidos, le basta con impulsar los acuerdos comerciales bilaterales con socios estratégicos como Japón, China, o la Unión Europea. Una forma eficaz de crear nuevas oportunidades para las empresas estadounidenses sin rendir la economía nacional ante la competencia extranjera.
Se habla poco de ello, pero es de una gran importancia. Los acuerdos comerciales bilaterales con estos países, firmados antes del fin de 2020, que permitan reducir los aranceles y distorsiones de los subsidios, serían logros importantes de Trump que impulsarán la economía de los Estados Unidos y también su reelección.