El plan de Trump para conseguir la energía y la electricidad al menor coste (I)
Donald Trump y su equipo han elaborado un plan para brindar a los estadounidenses la energía y la electricidad de menor coste del mundo. Lo ha hecho público con estas palabras: «Como presidente, estableceré el objetivo nacional de garantizar que Estados Unidos tenga el coste de energía más bajo de cualquier país industrial en la Tierra. No sólo igualaremos a China, sino que seremos más baratos que China en mucho. Más energía significará una menor inflación, lo que significará más empleos».
Este plan es muy importante porque para reducir la inflación, proteger a los trabajadores estadounidenses y crear millones de empleos con salarios altos, Estados Unidos debe tener una energía y electricidad de bajo coste. Para ello, Trump volverá a recuperar la independencia energética lograda en su primer mandato presidencial, incluso el dominio energético mundial, poniendo a Estados Unidos como la gran superpotencia generadora de energía del mundo. Para ello, el primer día de su segundo mandato, el presidente Trump rescindirá todas y cada una de las regulaciones eléctricas de Joe Biden, que acaban con la industria y los empleos, en favor de China, y favorecerá la perforación para obtener el 80% de la energía; pondrá fin a las demoras de Biden en los permisos y arrendamientos de perforación federales necesarios para desencadenar la producción estadounidense de petróleo y gas natural. Joe Biden ha aumentado el coste de los arrendamientos de petróleo y gas en un 50% y ha reducido la superficie disponible para perforación en un 80%. Para cambiar esto, Trump liberará las vastas reservas de petróleo en tierras públicas de Estados Unidos para lograr un adecuado desarrollo energético. También eliminará la burocracia que está dejando parados los proyectos de petróleo y gas natural, incluida la aceleración de la aprobación de gasoductos hacia Marcellus Shale en Pennsylsvania, West Virginia y Nueva York; llenará la Reserva Estratégica de Petróleo (SPR) de Estados Unidos que Joe Biden despilfarró y vació hasta su nivel más bajo en 40 años; sacará al país una vez más de los injustos Acuerdos Climáticos de París y se opondrá a todas las políticas del New Green Deal de la izquierda radical que están diseñadas para frenar el desarrollo de los abundantes recursos energéticos de Estados Unidos, que superan a los de cualquier país del mundo, incluidos Rusia y Arabia Saudí.
Además, Trump detendrá la ola de litigios frívolos de los extremistas ambientales que retrasan proyectos críticos de desarrollo energético durante años, aumentan los costes de los proyectos y desalientan el desarrollo futuro; detendrá todas las políticas de la Administración Biden que distorsionan los mercados energéticos, limitan las opciones de los consumidores y aumentan los costes para los consumidores, incluidos los subsidios eólicos y las regulaciones del Departamento de Energía y la EPA, que impiden a los estadounidenses comprar bombillas incandescentes, estufas de gas, lavavajillas de calidad, cabezales de ducha y muchos productos más; apoyará la producción de energía nuclear, que alcanzó un nivel récord durante su primera Administración, modernizando la Comisión Reguladora Nuclear, trabajando para mantener abiertas las plantas de energía existentes e invirtiendo en pequeños reactores modulares innovadores.
Con el fin de liberar la producción energética nacional, Trump brindará alivio fiscal a los aumentos de impuestos de Biden a los productores de petróleo, gas y carbón de Estados Unidos; defenderá las grandes represas y la energía hidroeléctrica, contra las cuales Biden ha lanzado ataques despiadados, amenazando con cortar la electricidad a millones de estadounidenses en Washington. El objetivo es que Estados Unidos obtenga la mayor cantidad de combustible posible a partir de materiales minerales estadounidenses y reducir nuestra dependencia del combustible extranjero para hacer funcionar nuestros reactores nacionales. Deberíamos garantizar un camino para que los reactores avanzados, micro y modulares alcancen la comercialización.
Conseguir una electricidad asequible impulsa el crecimiento económico y por ello muchos analistas y expertos en defensa consideramos esencial fijar esto como una prioridad de seguridad nacional en interés real de los ciudadanos. Cuando la electricidad es barata, cuesta menos fabricar productos, lo que genera ahorros de dinero para los productores estadounidenses y productos más asequibles para los consumidores estadounidenses. Los investigadores han encontrado que existe casi una correlación del 90% entre el uso de electricidad en Estados Unidos y el crecimiento económico. Cuando los costes de la electricidad son altos en Estados Unidos, las empresas se trasladan al extranjero, a países como China, donde es más barata, llevándose consigo empleos y cientos de miles de millones de dólares. La industria manufacturera estadounidense depende de electricidad barata para todo, desde mantener el suministro eléctrico en las fábricas hasta fabricar productos y enviarlos a los consumidores. Las empresas de alta tecnología de Estados Unidos, que han liderado el mundo en innovación, dependen de grandes cantidades de electricidad asequible. Google, por ejemplo, consume más electricidad que la mitad de los países del mundo. Con una innovación histórica en Inteligencia Artificial, la industria del software de Estados Unidos necesita electricidad asequible ahora más que nunca. La electricidad barata podría marcar la diferencia en la carrera mundial entre Estados Unidos y China para desarrollar la IA más sofisticada. En todo el mundo, el alto coste de la electricidad está acabando con empleos y destruyendo los niveles de vida, empobreciendo de forma alarmante a la clase media
Así, en 2008, la economía de la Unión Europea era mayor que la economía de Estados Unidos. Hoy, después de años de regulaciones climáticas radicales que han hecho que el coste de la electricidad en la UE sea el más alto del mundo, la economía de Estados Unidos es un tercio más grande que la de la Unión Europea y Gran Bretaña juntas. En California y Massachusetts, estados gobernados por demócratas con regulaciones climáticas radicales, la electricidad industrial ya es dos veces más cara que el promedio nacional y tres veces más cara que China. El hogar promedio en California usa sólo la mitad de energía que el promedio nacional, pero aún así paga 1.700 dólares por año por la electricidad, la segunda tarifa más alta en los Estados Unidos. Las restricciones de electricidad en California han contribuido a frecuentes apagones y a la tasa de pobreza más alta del país. Dondequiera que los precios de la electricidad son altos, la industria manufacturera estadounidense retrocede, la innovación de alta tecnología se traslada a otros lugares, se pierden empleos y los consumidores sufren una inflación más alta. La mejor manera de reducir la inflación y mantener y hacer crecer los empleos en Estados Unidos es asegurarse de que la industria estadounidense siempre tenga la energía más asequible, más abundante y más confiable del mundo. Es por ello que Trump, sus asesores, colaboradores y votantes apostamos por esta agenda energética.
En lugar de aprovechar el histórico éxito energético conseguido por Donald Trump en su primer mandato presidencial, Joe Biden se ha rendido ante la China comunista y los fanáticos radicales izquierdistas que enarbolan el cambio climático para adoptar medidas desquiciadas y empobrecedoras. Las diferencias entre las políticas de Trump y los demócratas es abismal. Veamos: en su primer día en el cargo, Joe Biden canceló el oleoducto Keystone XL, que habría transportado 830.000 barriles de petróleo por día a las refinerías estadounidenses y habría creado miles de empleos bien remunerados; suspendió los arrendamientos de perforación en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (ANWR) de Alaska, uno de los yacimientos petrolíferos más grandes de Estados Unidos, y se ha negado a publicar planes de venta de arrendamientos a cinco años, como exige la ley federal; firmó la Orden Ejecutiva No. 13990, que encomendaba al gobierno federal medir el “coste social del carbono” e imponer un umbral que costaría hasta 561.000 millones de dólares en cargas regulatorias, según indica un tribunal federal; se reincorporó al desastroso Acuerdo Climático de París, que es injusto con Estados Unidos y pro-China. Después de que un juez federal bloqueara los esfuerzos de Biden para poner fin a todos los arrendamientos de petróleo y gas, Biden aumentó el coste de los arrendamientos de petróleo y gas en un 50% y redujo la superficie disponible para perforar en un 80%. En un acto de hipocresía, Biden aprobó personalmente el oleoducto ruso Nord Stream 2. Los presupuestos propuestos por Biden han pedido aumentos masivos de impuestos sobre el petróleo y el gas, 35.000 millones de dólares en el año fiscal 2022, 43.600 millones de dólares en el año fiscal 2023 y 37.000 millones de dólares en el año fiscal 2024. En mayo de 2022, Biden anunció la cancelación de tres ventas de arrendamientos en alta mar en Alaska y el Golfo de México, a pesar de la ley federal que exige que Biden venda arrendamientos anualmente. La EPA de Biden emitió un ultimátum a los condados de Texas y Nuevo México para que reduzcan la producción de petróleo y gas natural mediante restricciones de ozono en la Cuenca Pérmica, que representa el 43 % de la producción de petróleo de Estados Unidos y casi 50.000 millones de barriles de petróleo recuperable.
En junio de 2021, Biden prometió a las naciones extranjeras reducir las restricciones de metano en un 30% e impuso nuevas reglas y monitoreo a la industria del petróleo y el gas que se transmitirán a los consumidores a través de precios más altos. Biden incluso ha amenazado a los productores de combustibles fósiles con penas de cárcel por alimentar automóviles y hogares estadounidenses. Si bien la Administración Biden dice que las compañías petroleras tienen el “deber patriótico” de producir más petróleo, las está poniendo zancadillas a cada paso. Desde su máximo histórico bajo el presidente Trump de 19 millones de barriles por día (BPD), las refinerías de petróleo estadounidenses han caído por debajo de los 18 millones de barriles por día en 2022, su nivel más bajo en ocho años. El año pasado se ha perdido más de 1 millón de BPD de capacidad bajo Biden, las refinerías están cerrando sus puertas y se esperan más cierres. Sólo en 2023 se perderán 1.690.000 de BPD de capacidad. La guerra de Joe Biden y los demócratas contra la energía ha sido una guerra contra los consumidores estadounidenses, con precios de la energía récord y una inflación al consumidor disparada que alcanzó un máximo en 41 años en 2022.
Los estadounidenses están pagando ahora un promedio de 2.500 dólares más en costes de energía bajo la desastrosa Administración Biden, quien desde que asumió el cargo en enero de 2021 hasta julio de 2023, los costes totales de energía han aumentado un 39%, la gasolina ha aumentado un 53%, los costes de energía en el hogar han aumentado un 25%, las facturas de electricidad un 26% y las facturas de gas un 23%. Bajo Biden, un galón de gasolina alcanzó un récord de 4 dólares en promedio el año pasado y cuesta 3,80 dólares a principios de septiembre de 2023. 1,41 dólares por galón (o un 58%) más bajo Biden que con el presidente Trump. No importa cuán históricamente hayan aumentado los precios de la energía, Biden se ha negado a quitar la bota de su Administración a las empresas energéticas estadounidenses. Para reparar el desastre energético que creó, Biden ha drenado imprudentemente las reservas de energía de emergencia de Estados Unidos y ha acudido al dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, y a Xi Jinping en China pidiendo petróleo. Biden ha agotado la Reserva Estratégica de Petróleo (SPR) en 291.24 millones de barriles de petróleo (el 45,6%) con respecto al nivel alcanzado durante la presidencia de Trump. Hoy, la SPR tiene las reservas más bajas en 40 años. El ganador de la guerra contra la energía de Joe Biden es la China comunista y los perdedores los consumidores estadounidenses. Si bien la Reserva Estratégica de Petróleo ya está muy baja, Biden ha vendido más de un millón de barriles de la SPR a China. Debido a que China posee casi monopolios sobre los minerales necesarios para fabricar baterías para vehículos eléctricos, los absurdos mandatos de emisiones de Biden harán que la industria automotriz estadounidense dependa de China.
El responsable de la energía limpia de Biden, John Podesta, ha confirmado que las empresas chinas serán “grandes actores” en la agenda energética de Biden. Las nuevas normas sobre emisiones de electricidad de Biden enviarán a las empresas estadounidenses al extranjero, a China, donde los costes de la electricidad son los más baratos del mundo. En mayo de 2023, la EPA de Biden emitió nuevas normas sobre emisiones que estrangularán la producción de electricidad estadounidense, mientras que los apagones y el aumento vertiginoso de los precios de la electricidad afectan a los estadounidenses en todo el país. La propuesta de la EPA requeriría que las plantas de energía utilicen tecnologías no probadas, como la mezcla de hidrógeno y la captura y secuestro de carbono (CAC), para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Según dos estudios de 2022, la gran mayoría de los proyectos de CCS han tenido un rendimiento inferior o han fracasado hasta la fecha y la mezcla de hidrógeno está plagada de problemas de seguridad y eficacia. La regla es parte del impulso de Biden para instalar hasta 60.000 millas de oleoductos de captura de carbono en el campo estadounidense para 2050. La norma expondría a 45 millones de personas en 15 estados que viven en la red eléctrica del Operador Independiente del Sistema Midcontinent (MISO) a mayores riesgos de apagones y costaría aproximadamente 246.000 millones de dólares para 2055. Esta nroma se produce después de que los precios de la electricidad bajo el gobierno de Biden ya se hayan disparado desde que asumió el cargo. El verano pasado, los costes de la electricidad industrial en Estados Unidos eran casi el doble que en China.En abril de 2023, la EPA de izquierda radical de Biden propuso nuevas regulaciones sobre emisiones que son tan estrictas que es físicamente imposible que los automóviles a gasolina las cumplan. Como resultado, las regulaciones requerirían que las ventas de vehículos eléctricos aumenten del 6% al 67% de todas las ventas de automóviles en EE. UU. para 2032. Se prevé que las nuevas regulaciones sobre emisiones de Biden eliminen al menos 117.000 puestos de trabajo en la fabricación de automóviles en todo Estados Unidos.