Uno de los temas de candente actualidad es la situación de crisis que vive España, cuya salud económica es muy preocupante, empujada por una pésima gestión del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, quien ha perdido toda confianza de los mercados y los ciudadanos.
El panorama es tan crítico que se han multiplicado los análisis que apuntan a un rescate de España similar a los que la Unión Europea puso en marcha para salvar de la quiebra a Grecia e Irlanda. Un rescate más que probable si el gobierno no toma las medidas necesarias para corregir la situación económica.
El caso de España pondrá a prueba la capacidad de la Unión Europea y el euro para solventar una situación de quiebra en una de las grandes economías europeas. Los planes de rescate aprobados y puestos en marcha en Grecia, Irlanda y, probablemente Portugal, son asumibles por la UE, pero un rescate de España hará necesario aumentar el fondo de reserva para pagarlo. El dinero disponible de ese fondo de emergencia europeo, está dotado con 500.000 millones de euros, más otros 250.000 del FMI, que con seguridad no serán suficientes para rescatar a España. El aumento debería venir de nuevos fondos de países europeos (que se preparen los sufridos alemanes) y de una mayor contribución del Fondo Monetario Internacional.
España tiene margen para tomar medidas económicas, bancarias, financieras y laborales que hagan innecesario ese rescate, su potencial de crecimiento es óptimo y podría salir de la crisis, pero sólo si se toman las medidas adecuadas. El problema es que el gobierno de Zapatero no ofrece confianza a los mercados en que esto vaya a ser así. El problema en el caso español no es el país, que tiene talento y recursos para crecer, sino el gobierno socialista y su presidente, Zapatero, que ya no ofrece garantías de ningún tipo. Los mercados, que si de algo saben es de rentabilidad, no se creen a Zapatero y su mediocre gobierno de mediocres, de manera que lo castigan una y otra vez por su nefasta gestión y fuerzan la situación, llevándola a un punto de no retorno.
Los inversores internacionales no confían en este gobierno socialista, ni tampoco muchos españoles, de forma que su caída es una cuestión de tiempo y se ha convertido en una de las claves para empezar la recuperación económica española.

Aunque Zapatero y sus portavoces bien pagados se empeñen en asegurar las bondades de un sistema financiero español sólido, la realidad es terca y está ahí para todos los que quieran conocerla. Y los mercados la conocen perfectamente. Sólo los bancos han tenido una exposición de enormes riesgos de más de 180.000 millones de euros en el sector de la construcción en España, que vivió una burbuja descomunal hasta que se desinfló (aún está en ello y el recorrido a la baja no ha terminado).
Esta actual crisis de la deuda de algunos países europeos ha puesto de manifiesto las trampas que han hecho todos estos países en los stress tests y en las pruebas de salud económica, como si los mercados internacionales fueran a pasar por alto el despilfarro, la incompetencia, la poca productividad, las hipotecas avaladas con bienes inmuebles sobrevalorados, la riqueza basada en las deuda, la burbuja inmobiliaria, la corrupción, etc, etc.
El gobierno socialista de Zapatero ha dilapidado los mejores años en subvenciones absurdas, gastos sin freno y en enriquecer o pagar a una camarilla de los suyos de forma escandalosa. El resultado es conocido: España tiene más de 4,5 millones de desempleados, una economía que no es competitiva y no crece, con un problema de embargos que es una bomba de relojería, con 93.319 ejecuciones hipotecarias en 2009, una previsión de entre 150.000 y 180.000 para 2010, y lo que venga en 2011, que podría desembocar en un masivo impago de cuotas hipotecarias que pondrían a los bancos y al sistema financiero contra las cuerdas.
Con un sistema bancario español expuesto a los problemas de Portugal (son los principales prestamistas de los lusos y poseen 78.000 millones de dólares en deuda portuguesa), el perfil de riesgo de intervención europea se completa peligrosamente.
Ante esta situación de crisis generalizada, no son descartables unas elecciones anticipadas, sobre todo si el gobierno de Zapatero no es capaz de ganarse la confianza de los mercados e imponer las medidas que se precisan. Algo que, por ahora, no parece probable.

El año 2011 será clave en la evolución de la situación en España, cuando el país tenga que refinanciar 192.000 millones de euros, una quinta parte del total de la deuda, y afrontar los nuevos máximos que pueda alcanzar la prima de riesgo española. Otros factores serán determinantes, como la deuda de bancos y cajas, que vence en 2011 y 2012, y que tendrán que hacer frente a 196.449 millones de euros en estos dos años; todo ello en unos mercados cada vez más exigentes que requieren un esfuerzo mayor para gestionar la liquidez.
Las perspectivas para España, al día de hoy, son pesimistas y de seguir con las actuales políticas económicas del gobierno de Zapatero se podría profundizar la crisis, o en el mejor de los casos tardar alrededor de cinco años en salir de la misma, lograr crecimiento económico y reducir la tasa de paro a una cifra asumible.
Una de las formas de acelerar la salida de la crisis es cambiar el gobierno español, algo que está en manos de los ciudadanos (que todos ellos sean inteligentes y responsables para hacerlo es otra cuestión), pero no es la única; toda la sociedad deberá hacer un esfuerzo enorme por ser más competitivos y productivos, algo que sólo se consigue trabajando más y mejor, olvidarse de vivir por encima de sus posibilidades reales endeudándose cada vez más para mantener el nivel de vida, y controlar el gasto excesivo de las Comunidades Autónomas y los municipios.
Un dato no se puede olvidar: España debe un 266% de su PIB, casi el 80% del mismo, y se hacen imprescindibles medidas de ahorro y ajuste para poder refinanciar y pagar la deuda en su momento.
De lo contrario, el coste de rescatar a España, que podría situarse entre los 600.000 y los 800.00 millones de euros, podrían poner a la Unión Europea en riesgo, pero sobre todo a España ante unas medidas que serán durísimas y harán la vida de los españoles mucho más difícil.