Libertad para Egipto y los países árabes
Es la noticia que ha convulsionado los medios informativos y a la opinión pública mundial en las últimas semanas. Las revueltas populares en Túnez, Egipto, Yemen y en menor media en otros países árabes del Norte de África y de Oriente Medio, reclamando más libertad, democracia y la abolición de sus regímenes actuales, ha colocado al mundo árabe en el punto de mira occidental y de los responsables políticos, militares y empresariales.
No es para menos porque esta ola democratizadora es una oportunidad excepcional para llevar la democracia a países que han sido sometidos a dictaduras más o menos estables durante décadas y a la opresión de algunos regímenes con distintos grados de corrupción.
No es casualidad que esto suceda en 2011 y no antes. Varios factores lo han hecho posible, entre ellos los más importantes tienen que ver con la influencia estadounidense en la región. Primero, el acceso a Internet de millones de ciudadanos; la expansión de las redes sociales, en particular Facebook; el ejemplo democratizador que ha supuesto Irak y Afganistán, a distintas velocidades pero en una dinámica democratizadora encabezada por Estados Unidos gracias a la intervención militar en ambos países; el desgaste del integrismo islámico merced a la guerra contra Al Qaeda, que ha permitido reflejar en toda su crudeza el radicalismo y la dictadura del islamismo radical; la ayuda económica y militar norteamericana a algunos de estos países, como Egipto, que hacen posible ahora un nivel de influencia decisivo en pos de la democracia, así como la labor de los servicios de Inteligencia durante décadas para canalizar la ayuda económica y el apoyo hacia los grupos sociales o líderes favorables a un régimen libre, como el vicepresidente egipcio, Omar Suleimán, entre otros, que ahora están detrás de las protestas y el impulso democrático.
Son estas claves, junto con una población con más acceso a la información y mejor formada, las que han permitido derribar el régimen de Túnez, poner a Egipto en el camino a una transición democrática y encender la mecha de la libertad en numerosos países árabes.
Los resultados de estas revueltas populares no garantizan un éxito total, ya que hay factores que pueden influir en contra, como dirigentes que se aferran al poder o que es preciso que permanezcan durante algún tiempo más, regímenes corruptos muy bien establecidos o aún intocables merced al dinero del petróleo, o bien por sectores radicales que podrían aprovechar el caos para auparse al poder y echar a perder la oportunidad histórica de llevar la democracia a los países árabes.
Aún es pronto para saber cómo evolucionarán los acontecimientos, pero nos encontramos ante un capítulo importante de la expansión de la libertad, que esperan anhelantes millones de personas en estos países.
Estados Unidos, aun sin perder de vista sus intereses de seguridad y económicos en la región, se encuentra ante el propio éxito de su política, que ha favorecido la implantación escalonada de la democracia a medida que los pueblos de estos países han estado maduros para alcanzarla.
No todos los países del Norte de África y Oriente Medio se incorporarán a la democracia en esta ola que barre la región, pero sí lo harán unos cuantos y eso implica que algunos millones más de personas disfrutarán de mayores libertades. Una buena noticia para que la aún se debe seguir trabajando no sólo desde el interior sino también desde Estados Unidos.
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