Morsas y caribúes del Ártico
El riesgo de extinción de especies se extiende sin cesar por todo el mundo, al mismo ritmo que la estupidez humana. O sea, de forma rápida y constante. La alerta sobre la reducción de morsas y caribúes en Canadá y el Ártico ya es una realidad desde hace algunos años. Las amenazas que soportan estas dos especies ponen en grave peligro su vida en aquellas regiones heladas.
Una comisión del gobierno canadiense ha estudiado el tema y lanzado la voz de alarma: las poblaciones de morsas y caribúes están seriamente amenazadas y podrían desaparecer. El Comité sobre la Condición de Vida Silvestre en Peligro en Canadá (COSEWIC) también ha concluido que un total de 62 especies se encuentran ahora en riesgo de acabar extinguiéndose en esta región. Entre ellas, las dos últimas manadas de morsas y otra manada de caribúes de Canadá están “en peligro” en el Ártico.
La parte positiva de la alerta es que permitirá adoptar medidas que eviten su extinción y que deben centrarse en hacer frente a los factores que inciden en la desaparición de estas especies: el turismo en la zona y la industrialización.
Es sintomático el caso de los caribúes. De haber alrededor de un millón de ejemplares hace algo más de dos décadas, la población de caribúes ha pasado a sólo unos pocos miles. Los enormes rebaños que habitaban en áreas verdes salpicadas de bosques de abetos y coníferas, lagos y ríos como el George River, y recorrían la gran tundra de Quebec y Labrador, al este del país, sufren un declive brutal.
Morsas y caribúes son especies de gran valor para el ecosistema ártico. Su rápida extinción no representa nada bueno para el futuro de la humanidad. La presión que ejercen sobre estas especies las actividades humanas se traducen en una falta de alimentos y un exceso de presencia humana, con el impacto consiguiente por la sobrepesca y el avance de vegetación invasiva. Un drama ecológico que no abre informativos, pero debería hacerlo, en vez de las estupideces que los medios se empeñan en poner en el foco informativo con una ignorancia similar a su ego y su total falta de criterio periodístico.
Todo el Ártico se está explotando de manera más intensiva: se construyen carreteras, otras infraestructuras, se abren yacimientos mineros, y se talan árboles. Un puro despropósito y un desastre medioambiental tolerado. En suma, un siniestro panorama que amenaza la supervivencia de los caribúes y las morsas como nunca antes en toda la historia. La posibilidad de evitarlo, como siempre, está en las manos de la gente, las empresas, las organizaciones conservacionistas y los gobiernos.