Trump defiende la Segunda Enmienda
Second Amendment
«A well regulated Militia, being necessary to the security of a free State, the right of the people to keep and bear Arms shall not be infringed».
Segunda Enmienda
«Siendo necesaria una Milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas no será infringido».
Donald Trump ha defendido y defiende con firmeza nuestra Segunda Enmienda de la Constitución, la cual protege nuestros derechos a poseer y portar armas. Es uno de los temas que siempre está en el debate público, en mayor o menor medida, y por eso aquellos candidatos al Congreso en 2022 que defienden la Segunda Enmienda cuentan con su total apoyo.
Los demócratas están embarcados en la erosión de las libertades civiles, lo vemos con la censura en las redes sociales y los medios de comunicación, las restricciones innecesarias con la excusa de la pandemia y con los ataques continuos a quienes defendemos la Segunda Enmienda, que garantiza un derecho fundamental que pertenece a todas las personas respetuosas de la ley. Lo que esta enmienda constitucional protege, en definitiva, es nuestro derecho a defendernos a nosotros mismos y a nuestras familias. Algo reconocido sobradamente también por el Tribunal Supremo.
Al referirse a la Segunda Enmienda, Trump pone el foco de atención sobre un tema tan importante como la autodefensa. Esto en un país como Estados Unidos, donde en cualquier momento te puede salir un descerebrado de Antifa o un fanático terrorista de BLM, o un pandillero hispano de las Maras, o cualquier criminal y desquiciado tocado del ala que quiere robarte, atacarte o tirotearte, resulta de vital importancia para sobrevivir.
A menudo se dice que la Segunda Enmienda es la primera libertad de Estados Unidos. Eso es porque el derecho a poseer y llevar armas protege todos nuestros demás derechos constitucionales. Somos el único país del mundo que tiene una Segunda Enmienda y proteger esa libertad genuina es algo imperativo. Por eso Trump ha hecho bandera del tema.
Los medios y algunos políticos tratan de ganar popularidad posicionándose en contra de la Segunda Enmienda. Sin embargo, se ha demostrado que las armas no son el problema ni tampoco los propietarios de armas que respetan la ley. Sí lo son los delincuentes, los criminales y los tarados que andan sueltos debido a leyes demasiado blandas con ellos. Cuando se saca a los pandilleros, traficantes y criminales de las calles, el crimen desciende y nuestras ciudades y comunidades son lugares más seguros para vivir.
No es casualidad que las ciudades más violentas y con más crímenes del país estén gobernadas por los demócratas (Nueva York, Portland, Seattle, Chicago, Washington D.C, Detroit, Baltimore, Memphis, Birmingham, Flint…) y las más seguras por republicanos defensores de la Segunda Enmienda, que permite a los propietarios de armas respetuosos con la ley defenderse a sí mismos, a sus familia y a sus comunidades. Las leyes hacen un buen trabajo, pero no llegan a todas partes y en todo momento. Un ciudadano armado y respetuoso de la ley es la garantía última de la autodefensa contra quienes nos atacan o contra un gobierno totalitario, si llegara el caso.
La realidad es que nuestra protección personal depende en última instancia de nosotros mismos. Por eso, millones de estadounidenses tienen permiso de armas.
Junto con la defensa de la Segunda Enmienda y el derecho a protegernos, Trump siempre se ha destacado por arreglar el sistema de salud mental y de verificación a los compradores de armas. Durante décadas, los políticos han ignorado el problema, permitiendo con esta actitud que enfermos mentales y desequilibrados se aprovechen de los agujeros en el sistema legal para perpetrar matanzas indiscriminadas. Tampoco es casualidad que muchos de esos políticos sean demócratas, a los que interesan estas matanzas para presionar en el debate y eliminar la Segunda Enmienda por múltiples vías. Todos los grandes tiroteos y masacres se han producido en los últimos cuarenta o cincuenta años, coincidiendo con la desintegración social de amplias capas, erosión de valores y la expansión de una cultura violenta a través de videojuegos y películas.
Ante el hecho de que el sistema de banderas rojas ha fallado numerosas veces o fueron ignoradas, Trump ha sido el único líder que se ha atrevido a tratar de solucionar el problema con programas de tratamiento mental y mejoras en el sistema de alertas. En definitiva, poniendo soluciones reales para abordar problemas reales, sin la manipulación que ejercen los medios y los demócratas cada vez que hay una masacre para imponer una agenda socialista y eliminar una de las grandes libertades americanas: la posesión legal de armas y la autodefensa.
La prohibición de armas siempre ha sido un fracaso cada vez que se ha intentado en este país. Quienes se oponen a los derechos de los propietarios de las armas intentan crear un panorama aterrador con frases como «armas de asalto», «armas de estilo militar» y «cargadores de alta capacidad», que sólo tienen el objetivo de impresionar y confundir a la gente. De lo que realmente están hablando es de los populares rifles semiautomáticos que pertenecen a decenas de millones de estadounidenses. Las personas respetuosas de la ley pueden poseer el arma de fuego de su elección. El gobierno no tiene por qué dictar qué tipos de las armas tienen las personas honestas y respetuosas de la ley.
Es un hecho que las armas no son el problema, sí lo es que personas desequilibradas puedan acceder a las mismas esquivando la verificación de antecedentes. Desde 1998 se ha implementado un sistema nacional de verificación de antecedentes. Cada vez que una persona compra un arma de un comerciante de armas con licencia federal, que es la abrumadora mayoría de todas las compras de armas, pasan por una verificación de antecedentes federal. Estudio tras estudio se ha demostrado que muy pocos delincuentes, criminales y tarados diversos son tan estúpidos como para intentar pasar una verificación de antecedentes. De hecho, obtienen sus armas de amigos, familiares o en el mercado negro, donde cualquier restricción sobre armas importa menos que una mierda. Y esto lo saben los demócratas de izquierda que hacen demagogia con el tema. La abrumadora mayoría de las personas que pasan por verificaciones de antecedentes para comprar armas cumplen la ley.
Cuando se creó este sistema, a los propietarios de armas se les prometió que sería instantáneo, exacto y justo. Desafortunadamente, este no es el caso hoy día. Demasiados estados no logran poner registros penales y de salud mental en el sistema, y no hace falta decir que el sistema sólo será tan efectivo como los registros que se incluyan en él.
Por esta razón, Trump apela a arreglar el sistema que tenemos y a hacerlo funcionar según lo previsto. Es lo que hizo durante su presidencia y lo que defiende.
Por ejemplo, en marzo de 2018, el presidente promulgó la Ley Fix NICS, un esfuerzo para fortalecer la aplicación de las leyes federales de armas existentes sin ampliarlas o imponer nuevas restricciones a los ciudadanos respetuosos de la ley. El sistema federal de verificación de antecedentes ha sufrido durante mucho tiempo los fallos de las agencias estatales y federales para presentar los registros de salud mental y criminal de las personas descalificadas para la posesión de armas. La Ley aumentó la supervisión federal sobre las agencias federales responsables de presentar registros, aumentó los fondos para ayudar a los estados a informar los registros descalificadores y priorizó el financiamiento para aquellos estados que establecieron planes para aumentar los informes.
Como vemos con regularidad, los candidatos políticos cambian, pero la división en torno a las armas sigue siendo la misma. Los votantes saben que tienen en Trump a un defensor sólido de la Segunda Enmienda, pero también a un líder preocupado por aportar soluciones que arreglen el sistema y eviten nuevos tiroteos indiscriminados. Por el contrario, Joe Biden sólo está interesado en mantener vivo este debate para aprovecharse electoralmente de los sentimientos de los ciudadanos y, en última instancia, suprimir o anular la Segunda Enmienda.
Los demócratas favorecen restricciones más estrictas sobre la compra y propiedad de armas, creyendo que las restricciones ayudarán a prevenir tiroteos masivos y reducirán más la violencia cotidiana con armas. Trump y los republicanos prefieren una mayor libertad para los propietarios y usuarios de armas, argumentando que incluso las restricciones más modestas infringen un derecho fundamental de autodefensa y propiedad garantizado por la Segunda Enmienda.
El statu quo generado por esta división ha beneficiado a los conservadores durante la última década. Los defensores de los derechos de las armas y los republicanos del Senado han bloqueado con éxito los intentos demócratas de asegurar una verificación de antecedentes universales o una prohibición de las armas de asalto. Trump ha sido un aliado confiable para todos aquellos que defendemos la Segunda Enmienda.
Muchas de las reformas que pretenden Biden y los demócratas deben pasar por el Congreso. De ahí que el apoyo de Trump a candidatos conservadores que defienden la Segunda Enmienda sea uno de los requisitos a cumplir para obtener su total respaldo.
El expediente de Trump en defensa de la Segunda Enmienda es brillante. Nombró un gran número de jueces federales conservadores pro armas y designó a los negocios de armas como «infraestructura crítica» durante la pandemia del COVID-19, lo que les permitió permanecer abiertos mientras algunos gobiernos locales (demócratas en su mayoría) obligaron a otros negocios a cerrar y a arruinarse.
La Administración Trump flexibilizó las regulaciones sobre la exportación de armas de fuego y la publicación en línea de información técnica sobre armas. Después de una masacre en una escuela secundaria de Parkland, Florida, en 2018, Trump sugirió armar a los maestros de escuela que fuesen expertos con armas como respuesta inmediata a los tiroteos escolares. Algunos maestros lo hicieron y convirtieron sus espacios en lugares seguros.
Después de que los demócratas tomaron el control de la Cámara de Representantes tras de las elecciones de 2018, introdujeron una exagerada legislación para expandir las verificaciones de antecedentes y regular en exceso las ventas y transferencias de armas; una forma de restringir la Segunda Enmienda. La Administración Trump amenazó con vetar las medidas si llegaban al escritorio del presidente. Solucionar el sistema, sí, anular la Segunda Enmienda con medidas excesivas, no. Trump apoya un sistema de verificaciones de antecedentes importante, sensato y de sentido común, junto con la defensa de la Segunda Enmienda. Ha cumplido sus promesas en este tema de forma extraordinaria, hasta tal punto que los propietarios de armas reconocen en todo el país que sin Trump, la Segunda Enmienda ya sería historia. Por su parte, Biden tiene un historial claro de restricciones a este derecho fundamental.
El tema ha vuelto al primer plano porque el Tribunal Supremo, del que forman parte los tres nuevos jueces elegidos por el presidente Trump, ha tomado un caso importante sobre la Segunda Enmienda para su estudio que podría cuestionar numerosas leyes de armas de Estados Unidos y conducir a que muchas más armas se puedan llevar legalmente en las calles de Los Ángeles, Nueva York y Boston.
Asimismo, Trump ha denunciado repetidamente otra realidad: los peligros de las llamadas «zonas libres de armas». De hecho, a partir de julio de 2020, trabajó para cambiar una regla del Cuerpo de Ingenieros del Ejército que impedía portar armas de fuego en más de 12 millones de acres de tierras federales. También apoyó a los 20 millones de cazadores armados al respaldar los esfuerzos para expandir millones de acres de acceso público y revertir prohibiciones absurdas de municiones tradicionales para la caza.
Generaciones de estadounidenses se beneficiarán de la promesa de Trump de transformar el poder judicial federal. Al nombrar un número récord de jueces que respetan y valoran la Segunda Enmienda, incluidos los jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett, el presidente Trump revirtió una tendencia inquietante de nombrar jueces activistas anti armas. El impacto a largo plazo de estos nombramientos vitalicios no puede ser subestimado, y los propietarios de armas saben que su enfoque en el poder judicial seguirá siendo una prioridad muy alta en un nuevo gobierno Trump y en los candidatos al Congreso que él apoye.
Es muy posible que el legado más perdurable de Trump en torno a la Segunda Enmienda sean sus nominados judiciales federales, que a menudo se erigen como baluartes solitarios contra los futuros intentos de los legisladores contrarios a las armas de fuego y las demandas civiles de socavar la Constitución de los Estados Unidos.
Lo más importante es que al nominar jueces que comprenden el papel del poder judicial para dictaminar sobre los precedentes legales, en lugar de elaborar leyes que se alineen con puntos de vista personales, Trump ha ayudado a disminuir el riesgo de que los jueces federales socaven el derecho a poseer y portar armas basado en el sentimiento popular o político, y en cambio gobernar de acuerdo con las pautas establecidas por los fundadores en la Constitución de los Estados Unidos.
El presidente Trump nominó a tres jueces del Tribunal Supremo y a más de 200 jueces para los tribunales federales. Cuando él llegó al Despacho Oval, heredó 114 vacantes en tribunales federales de Obama, y en diciembre de 2017 ese número había aumentado a 144. Hasta que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos deje de mostrarse reacio a escuchar casos de la Segunda Enmienda (algo que puede cambiar ya), son estos tribunales federales y de apelación fundamentales para determinar las futuras leyes de armas en esos distritos. Hasta ahora, a juzgar por los pocos casos de la Segunda Enmienda que se decidieron durante su mandato, Trump eligió sabiamente.
Por último, y no menos importante, no olvidemos que la Segunda Enmienda trata de mantener que los ciudadanos tengan la capacidad de organizar una rebelión armada contra un posible gobierno déspota que restrinja nuestras libertades. Y esta es una hipótesis más que realista dado el rumbo de las políticas de los demócratas de ultra izquierda en la actualidad.
Trump ha sido y es uno de los mejores defensores de la Segunda Enmienda. Ha sabido comunicar como pocos que no hay libertad más fundamental que el derecho a protegernos a nosotros mismos, a nuestras familias y a los demás. Decenas de millones de propietarios de armas estadounidenses, incluidos millones de nuevos propietarios de armas, están agradecidos con el presidente Trump por oponerse a la noción no estadounidense de que la autodefensa es ‘no esencial’ «. Porque verdaderamente lo es.
En resumen, Donald Trump es la opción clara cuando se trata de proteger la Segunda Enmienda y la Constitución de los Estados Unidos. Ha sido y es un leal defensor de nuestros derechos de la Segunda Enmienda. Trump lo expresa de forma inequívoca: “Siempre defenderemos el derecho a la legítima defensa y siempre defenderemos la Segunda Enmienda”.
Trump ciertamente no vacila nunca en su sólido discurso en defensa de la Segunda Enmienda. Millones de ciudadanos ven, más que nunca, cuán importante es realmente nuestro derecho a la libertad individual y la protección personal, y que él siempre protegerá mientras Biden y los demócratas tratan de destruirlas.