Infraestructuras del siglo XXI
La crisis actual que golpea el mundo, con mayor o menor énfasis según los países, ha puesto de relieve la necesidad de hacer profundas transformaciones en la economía productiva y en las infraestructuras enfocadas al siglo XXI. Son estas medidas las que contribuirán a crecer económicamente, por ejemplo, la expansión y desarrollo de redes eléctricas para coches eléctricos, menos contaminantes, y una mayor cultura de la eficiencia energética y la economía sostenible y medioambientalmente responsable.
Es en estos ámbitos en los que se deben concentrar inversiones estratégicas que permitan modernizar las infraestructuras de los países, adaptando éstas al siglo XXI, más que mirar al siglo pasado y formas de producción que han reducido su peso globalmente.
La economía ecológica y centrada en nuevas tecnologías, por tanto más sostenible, es una premisa fundamental para impulsar el progreso, el crecimiento y la salida de la crisis.
A este respecto, debemos tener en cuenta que para el año 2025 la cuarta parte de los vehículos estarán propulsados por medios eléctricos, híbridos o eficientes, lo que hará que las ciudades que desarrollen un «know how» sobre esta tecnología y redes eléctricas inteligentes, tengan muchas más oportunidades de empleo y prosperidad.
Estas inversiones de futuro deberán ir acompañadas por una necesaria potenciación de la innovación y el talento humano para lograr un mayor desarrollo económico. Esto permitirá construir no solo una economía más sostenible sino empleos de más calidad. Conjugar economía y medio ambiente son las claves para lograr una nueva época dorada de crecimiento y nuevas oportunidades, lo que pasa por identificar aquellos sectores con más potencial en el plano competitivo y de generación de empleo para apostar por ellos con inversiones inteligentes.
Las fuentes de energía, no solo las renovables sino también otras que van a ir incorporándose, son uno de esos sectores vitales para la creación de empleo y la dinamización de inversiones. Pero nada de ello será posible si no se apuesta decididamente por la innovación, el talento y la imaginación de las personas. Para eso es preciso buscar la calidad y la excelencia, pero también la confianza plena en aquellos que deciden emprender.
Los tiempos actuales requieren de empresarios, políticos y líderes más valientes que nunca, que sepan ver la innovación y la sostenibilidad como las grandes oportunidades de inversión y progreso que representan, más allá de prejuicios y postulados ideológicos.
Hay una realidad y es que aquellos que sean capaces de adaptarse, impulsar, crear y vender productos y servicios sostenibles y respetuosos medioambientalmente, ganarán el mercado y el futuro.
La crisis actual debe servir como acicate para mejorar nuestro sistema de creación de riqueza para hacerlo más humano y sostenible. Ésa será la clave de la prosperidad del mañana.