Cada vez que Estados Unidos organiza unos Juegos Olímpicos, o alguno de sus aliados, la comunidad de inteligencia tiene un trabajo extra y articula un plan de control de la seguridad. Es lo que está sucediendo con los Juegos Olímpicos de Londres, que cuenta con un centro que permite el monitoreo, análisis y control de las potenciales amenazas terroristas.
Este centro funciona las 24 horas del día, siete días a la semana, para recoger todo tipo de información y analizarla, de forma que se puedan detectar a tiempo y desarticular las amenazas que siempre se producen a unos Juegos Olímpicos, procedentes de grupos terroristas, anarquistas, antisistema y otros.

El Centro de Integración de Amenazas, que así se llama, proporciona en tiempo real información y análisis sobre cualquier amenaza o plan en curso, permitiendo desactivarlo antes de que se ejecute. Estados Unidos está trabajando estrechamente con los británicos para asistirles con análisis y tecnología que haga posible una cobertura de inteligencia más amplia y completa de los Juegos Olímpicos, garantizando así mayor seguridad. Como complemento a esta labor, unidades especiales militares también están desplegadas sobre el terreno en estado de alerta.
Son medidas imprescindibles para garantizar la seguridad del equipo olímpico de Estados Unidos y de los juegos en general. La incertidumbre y los riesgos seguirán presentes hasta el 12 de agosto, cuando finalicen las competiciones deportivas. Hasta entonces el despliegue militar y de inteligencia estadounidense seguirá volcado y en alerta para evitar cualquier ataque terrorista o de otro tipo. No es que no haya amenazas, es que el trabajo que se está realizando, como es habitual en este tipo de actos, tiene movilizados a un alto número de efectivos que permiten mantener la seguridad.
Un trabajo difícil y complejo que aún continúa.