Ruta por las Montañas Rocosas
La aventura todavía se mantiene viva en las rutas a través de las Montañas Rocosas. No hay viaje comparable en belleza, espectacularidad y emociones.
Les propongo una ruta fascinante en la que podrán hacer grandes descubrimientos y poner a prueba su alma de aventurero. Hay pocas experiencias tan gratificantes como explorar la ruta que recorre los Parques Nacionales de las Montañas Rocosas de Okanagan Valley, Glacier National Park y los Parques Nacionales de Banff y Jasper.
Le garantizo personalmente que tendrá los paisajes más hermosos del mundo, montañas gigantescas, bosques frondosos e ilimitados, lagos cristalinos y un horizonte limpio y despejado. Más que un viaje, se trata de una aventura inolvidable en el corazón de las Rocosas más espectaculares.
Como soy un colega enrollado y ese amigo que te echa una mano (o las dos) si te encuentro perdido en el bosque, te propongo una ruta mega guay que te caes de espaldas y no te levantas.
Vuela a Vancouver (Canadá); visita los barrios históricos de Gastown, Chinatown y el Distrito Financiero. Pasea por Stanley Park, famoso por sus Totems y por la bahía English, con sus hermosas playas y vistas al océano y a las montañas. Relájate y disfruta de una noche en Vancouver. Tiempo habrá para la aventura.
Al día siguiente traza esta ruta: Vancouver-Penticton. 395 Km. Conduce hacia Penticton, visita el Manning Provincial Park (que incluye el río Fraser, el cañón de las Puertas del Infierno y unas cascadas muy majas). Descansa en Penticton y al día siguiente sal disparado hacia Revelstoke, a 260 Km. Durante el recorrido podrás conocer el valle del Okanagan, o lo que es lo mismo: espectaculares paisaje de cascadas, lagos y montañas hasta llegar a Revelstoke. Te lo juro por lo que más quieras: se trata de una zona alpina de belleza inmensa, conocida como la puerta de las Rocosas. ¡Con razón!
Duerme, recupera aliento y al día siguiente te vas zumbando a Banff, a 260 Km. Más contento que unas castañuelas, te internas en las Rocosas, cual explorador, y recorres el Parque Nacional de los Glaciares y el mítico Rogers Pass para entrar en Alberta. ¡Una gozada para la vista y trabajo para tus pies! Durante este recorrido podrás visitar el maravilloso Parque Nacional de Yoho, antes de dirigirte finalmente a Banff para pasar la noche. Anda, que no te lo vas a pasar bien en Yoho. Flipas con las joyas naturales que hay. Como para entrar y no salir.
¡Ojo! Reserva fuerzas porque al día siguiente te espera el Parque Nacional de Banff, donde pasarás todo el día conociendo (¡sí, lo has acertado! Yee haw!) Banff y sus alrededores. No olvides acercarte al famoso Lake Louise, las cataratas de Bow, el Moraine Lake, etc. Ya que has llegado, haz el esfuerzo. ¡Por fi, por fi, por fi…! Luego, para relajar y desestresar, puedes tomar unos baños termales, volar en helicóptero, hacer rafting, alguna ruta a caballo… Créeme: querrás hacer noche en Banff. No tendrás energía para seguir hasta el día siguiente.
¡Demonio! Ya es el día siguiente. Toca la corneta toque de levantar. Nos espera Jasper, a 285 km. Está chupao. Sobre todo porque vas a conducir por una de las carreteras más espectaculares de Canadá, la Icefields Parkway, que nos lleva de Banff a Jasper por paisajes de una belleza inigualable y por los famosos glaciares de Columbia (que además pueden visitarse). Llegamos extenuados a Jasper. Nochecita y a dormir. O el plan que cada uno tenga. Que en eso no me meto. En cualquier caso, no te canses mucho. Jasper da para otro día completo. Puedes ver el Maligne Lake mientras lo recorres en barco, visitar el cañón de Maligne, hacer senderismo por el parque (merece la pena), subir al teleférico con vistas a las cimas o hacer rafting por el río Athabasca. Te vas a mojar, pero una vez en la vida no hace daño. Anímate. Ya te relajarás de nuevo en las aguas termales de Miette antes de irte a dormir a pierna suelta en Jasper.
Como nos hemos recuperado y estamos de un humor excelente, seguimos viaje al día siguiente: Yellowhead y el Mt. Robson, a 465 Km. Otra ruta espectacular, a través de Yellowhead Highway, que cruza los Parques Nacionales de Jasper y el Monte Robson. Podremos contemplar (¡lo has clavado de nuevo, eres un hacha!) el Monte Robson, que es el más alto de las Rocosas en la parte canadiense; después puedes visitar el maravilloso Wells Gray Provincial Park, donde la naturaleza está perfectamente conservada. ¿Qué por dónde entras? Fácil: por Blue River o Clearwater. Explora, pasea, pásalo bien. Y a la cama. Nos espera la Región de Cariboo al día siguiente. Hazme caso, que me las sé todas: establece la base de operaciones en el pueblo de 100-Mile House, fundado durante la fiebre del oro. Aquí vas a encontrar la zona típica del oeste, con ranchos y poca población (se agradece, y mucho). Los paisajes tienen un encanto especial. Hay magia. Prueba a hacer la ruta de los lagos, por el Canim Lake lleva al lado Oeste de Wells Gray, y conoce las antiguas culturas indias de la zona. Como vas a acabar muy cansadito, quédate en 100-Mile House para pasar la noche.
En cuanto amanezca, coge el camino a Whistler, a 300 km. Venga, ánimo, otro día de hermosos paisajes siguiendo la Cariboo Highway, que es parte del recorrido histórico del río Fraser que siguieron los buscadores de oro. ¿A que te gusta? ¿A que se te hace el culo gaseosa de seguir la aventura? Pues sigamos. Pasamos por Lilloet, ahí donde colgaban a las gentes del mal vivir de la época. Nos adentramos como unos pioneros culinquietos en la ruta del Lago Duffey, que nos lleva hasta el Parque Provincial de Garibaldi y el resort de Whistler, donde pasamos la noche a cuerpo de rey. Porque nosotros lo merecemos. Y como Whistler Resort es (¡sí, lo has adivinado; tienes un don natural) el primer resort de montaña de Norteamérica, lo dedicamos un día completito porque es un lugar bellísimo, con actividades de todo tipo, deportes, chicas guapas que van y vienen y hacen Ahhh! y Ooohhh! mientras ven pasmadas las Rocosas en el horizonte. Bueno, también hay restaurantes, tiendas, ambientillo turístico de nivel, y mucho más que dejo que descubras por ti mismo. Por supuesto, no puedes perderte aquello de subir a los teleféricos para gozar de los espectaculares paisajes del Parque Garibaldi. ¡Faltaría más!
Venga, otra noche en el Whistler, que paga American Express y la vida son dos días…
Hablando de días. Un nuevo amanecer. Mueve el culito y haz la ruta en ferry por la costa de British Columbia hasta Nanaimo para conocer la encantadora ciudad de Victoria, capital de British Columbia. Y luego, directo a Vancouver. La American Express ha dicho: ¡basta!
Toca volver a casa. Haz las compras de última hora en Vancouver. No racanees y compra algo bonito. Después embarca en el avión y regresa a casa, donde podrás contar a los demás tus aventuras y recordar tu bonita ruta por las Montañas Rocosas.