Mujer, talento y liderazgo
En el mundo de la empresa actual uno de los grandes desafíos a la par que oportunidad, es la integración de las mujeres y el aprovechamiento de su talento, así como las ventajas que incorporan las diferencias de género. Se ha demostrado sobradamente a nivel empresarial la necesidad de una integración adecuada que responda a los desafíos que plantean los nuevos tiempos.
Así, un estudio llevado a cabo por David Gaddis Ross de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia y Cristian Dezsö, de Maryland, revisa los resultados de las 1.500 empresas mayores de Estados Unidos entre 1996 y 2006, y analiza la relación de esos resultados con la presencia o no de mujeres en sus equipos directivos. Las conclusiones son una llamada de atención importante en la línea de incorporar el talento femenino al mundo de la empresa. Por ejemplo, el estudio apunta a que la diversidad enriquece a la empresa que la potencia, ya que las mujeres son negociadoras generosas, tendentes a colaborar y motivadas para crear situaciones de beneficio mutuo, aspectos cruciales en la estrategia de cualquier negocio. Además, las empresas que promocionan a las mujeres a puestos directivos de responsabilidad obtienen mejores resultados económicos. Este buen comportamiento se debe al estilo de dirección femenino, en concreto a su capacidad para gestionar las relaciones interpersonales dentro de la empresa, así como la habilidad para conseguir que la voz de los trabajadores sea escuchada.
Un dato destacado es que cuando se trata de mujeres en la presidencia ejecutiva, esta asociación es neutra o negativa, lo cual sugiere que las mujeres en puestos de dirección senior aportan valor a la empresa, pero que estas cualidades femeninas, sean las que sean, se neutralizan cuando es la mujer quien ocupa la presidencia ejecutiva.
David Gaddis Ross señala que: “El impacto positivo se encuentra en empresas involucradas en la innovación, donde la participación es vista como algo importante (…) Y eso va en consonancia con el estilo de gestión femenina”.
La diversidad en la empresa se convierte así en un activo positivo y de efectividad, lo que conlleva la no exclusión por razón de etnia (apartheid), de género, de edad, etc, y en una forma de respetar al máximo la libertad propia y la de los demás. Al luchar por erradicar la exclusión en todas sus formas, estamos trabajando realmente por una empresa más diversa y, en último término, por una sociedad más plural, justa y creativa.
Debemos tener en cuenta que la diversidad existe en tres niveles: visible (género, etnia, capacidades), tangible (edad, estudios, experiencias) e intangible (formas de pensar, opinar, de sentir, de actuar, de aprender, enseñar). La clave es evitar la exclusión respecto a lo visible y tangible, ya que el talento no depende de género, etnia, edades, estudios, etc, y encontrar la complementariedad en lo intangible, que se concreta en los equipos que se forman. Dado que un equipo es un colectivo diverso de personas, esto genera sinergias vitales para la empresa (y la sociedad). Nunca debemos confundirlo con un clan, en el que alguien manda y el resto obedece, ni con una asamblea o comuna, en la que nadie lidera. El equipo necesita un liderazgo importante, pero que se complemente con el talento de los integrantes del equipo.
Esto es así porque el talento supone poner en valor lo que cada uno sabe, quiere y puede hacer, incorporándolo de forma positiva a la empresa (a la sociedad en general). No hay que olvidar que el talento no tiene género y que independientemente del mismo, sus cualidades son
la capacidad (Aptitud y Actitud), el compromiso (poner todo el esfuerzo necesario) y el contexto (hay entornos que desarrollan el talento y otros que lo deprecian o lo impiden crecer). Asimismo, las claves del talento pasan por el disfrute, la diversidad (sentirnos orgullosos de nuestra diferencia, sea cual sea), la dedicación (esfuerzo) y el dominio (práctica deliberada, trabajar con intensidad.).
En lo que respecta al liderazgo, encontraremos dos elementos de referencia: la competitividad y la productividad. Desde siempre, el liderazgo significa marcar la pauta, hacer equipo, infundir energía e inspirar a los demás. Esto se consigue con la pasión, que es lo que marca la diferencia. Pasión, del griego “pathos”, emoción, supone tanto entusiasmo como el acto de padecer o sufrir. Así, necesitamos ganas y entusiasmo, pero también resiliencia, el saber afrontar la adversidad.
La sociedad y la empresa actual requieren de una estrategia de sostenibilidad, que al final depende del ritmo de aprendizaje y que podemos sintetizar en la Ley de Reg Revans: “La supervivencia de un organismo vivo depende de que su tasa de cambio sea igual o mayor a la del entorno”.
Estas son algunas de las claves que pueden permitir el crecimiento de las mujeres en puestos de responsabilidad empresarial. Estudios de Catalyst, Accenture o McKinsey, ponen de relieve que las empresas con mujeres directivas son un 40% más rentables. Una realidad que apuesta definitivamente por la integración femenina en los puestos directivos y cuyas ventajas deben ser aprovechadas al máximo por las empresas. Es una cuestión de supervivencia para las empresas incorporar la diversidad y el talento femenino, reinventándose, actualizándose y combinando audazmente los estilos de gestión masculinos y femeninos, más allá de estereotipos, prejuicios y discriminaciones.
Quien se cuestione el liderazgo femenino, debe aprender que en el mundo empresarial hay un sitio para este estilo de gestión distinto y que se caracteriza por su empatía y consenso, la habilidad para actuar en multitareas, por las ideas innovadoras, la capacidad para cooperar, el equilibrio entre vida personal y profesional, un alto sentido de la realidad, que se manifiesta en la propia opinión, pero dispuesta a cambiar si es necesario, la alta capacidad de entusiasmo, una especial sensibilidad en algunos termas, etc.
La incorporación a la vida empresarial de mujeres con talento, preparadas y comprometidas, va a ser la norma habitual, ya lo es, y debemos verlo como la oportunidad que representa de seguir mejorando las empresas y la sociedad, desde una diversidad enriquecedora.
Desde esta nueva realidad, cada vez más serán los referentes de mujeres en la sociedad, un valor que debe ser bien aprovechado para impulsar el talento, la inteligencia, la creatividad y la diversidad.
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