Una de las estrategias más exitosas que ha implementado Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo de Al Qaeda y los talibanes, ha sido el uso de vehículos aéreos no tripulados (UAV), tipo Hawk RQ-4 Global, MQ-9 Reaper y Predator MQ-1, que en los últimos tres años se ha incrementado sustancialmente.
La combinación de estos aviones no tripulados, que son operados por la Inteligencia estadounidense y comandos militares, ha permitido localizar y eliminar a numerosos líderes terroristas en Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen y Somalia. Estos ataques se han convertido, por tanto, en un recurso que ofrece buenos resultados. Por esta razón los planes para expandir el programa de aviones no tripulados y sus bases en países sometidos a riesgos terroristas, ha recibido un impulso decisivo en los últimos meses.

Las nuevas bases que pueden operar estos aviones en Somalia, Yemen, Etiopía y Pakistán, son esenciales para seguir derrotando a Al Qaeda y los talibanes precisamente donde se sienten más seguros, en las zonas donde despliegan sus campamentos y realizan sus entrenamientos.
La apertura prevista de otra base en la Península Arábiga (Arabia Saudí), es uno de los movimientos estratégicos que nos pueden permitir controlar los riesgos terroristas en esta región que representa AQPA (Al Qaeda en la Península Arábiga), que amenaza seriamente con desestabilizar la zona. AQPA es una división yemení de la red terrorista, que además ha establecido sólidos vínculos con el grupo radical islámico somalí Al Shabaab y controla algunas áreas del país.

En la nueva fase que se ha abierto, la expansión de las bases para vehículos aéreos no tripulados a Arabia Saudí, Yemen, Somalia y Etiopía, es fundamental para seguir desarticulando los planes terroristas de ataque contra Estados Unidos, Europa y países occidentales. Pero también hay otras medidas que pueden resultar muy eficaces y que algunos defendemos que sean adoptadas, entre ellos el secretario de Defensa Panetta o el director de la CIA Petreous: la ampliación de la lista de objetivos de estos aviones no tripulados, incluyendo no solo a los líderes yihadistas sino también a otros combatientes menos notorios de las redes terroristas, pero que en la práctica son igualmente peligrosos. Esto nos permitiría dar un salto importante en la estrategia de combate al atacar directamente a los comandos de a pie y eliminarlos de raíz.
Asimismo, la entrada en activo de los nuevos modelos de vehículos aéreos no tripulados (UAV), con capacidades más avanzadas, como la eliminación selectiva de objetivos enemigos con las armas que llevan a bordo, y las misiones de apoyo, inteligencia, vigilancia y reconocimiento que pueden desplegar con enorme versatilidad, van a colocar este programa entre los más activos en años próximos, llegando a duplicar la flota de este tipo de aviones, que tendrán un presupuesto de alrededor de 25.000 millones de dólares anuales, colocándose desde 340 en el año 2012 a 650 en el 2021. El objetivo de este incremento, que se llevará a cabo en todas las ramas (ejército, Marines, Navy y Fuerza Aérea), es disponer de unos 100 drones operativos las 24 horas en el aire permanentemente, dispuestos a localizar y abatir objetivos enemigos en cualquier momento. Además, con la mejora de los sensores, como los de la Base Aérea de Gorgon Stare y los nuevos radares de penetración, nos permitirán que la nueva generación de aviones no tripulados hagan lo que ahora hacen varios sistemas mejor y más rápidamente.

Por todo ello los ataques con aviones no tripulados seguirán en aumento, sin demasiado ruido mediático, pero con una efectividad alta que permite a Estados Unidos ganar la guerra a los terroristas de una forma total y definitiva. Y se hará por control remoto desde las bases cercanas desde las que se operan estos vehículos aéreos o mediante enlaces por satélite desde la base de la Fuerza Aérea Creech, en Nevada, o desde la base de la CIA, en Langley, que controlan estos dispositivos, así como comandos especiales desplazados in situ sobre el terreno.