La Estrategia de Seguridad Nacional de Trump
El Presidente Donald Trump ha demostrado talla presidencial durante 2017 de forma constante. Una de esas ocasiones en las que ha proyectado su liderazgo como Comandante en Jefe de Estados Unidos ha sido con motivo de la proclamación de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional. Se trata de uno de los cambios más importantes que ha introducido Trump en la política de seguridad y defensa de este país. Un cambio en la dirección correcta que pone los intereses de Estados Unidos en primer lugar al proteger al pueblo estadounidense y su estilo de vida, impulsar la paz a través de una política de fortaleza militar y moral, expandir la riqueza y las oportunidades para más gente y establecer nuevas cotas de influencia estadounidense.
La Estrategia de Seguridad Nacional de Trump, un documento de 55 páginas de excepcional valor, recupera el concepto de fronteras seguras, y de realismo y resultados prácticos. En seguridad interior, aparece la necesidad de un muro en la frontera con México para abordar la masiva llegada de inmigrantes ilegales, el endurecimiento de los controles migratorios y la reforma de los flujos de migración legal.
Es, sin duda, una de las mejores estrategias en décadas. Se han plasmado ideas de extraordinario valor de expertos militares y en inteligencia que habían sido ninguneados y marginados por la Administración Obama y se ha eliminado, con acierto, la corrección política que tanto mal hace a los países y a la sociedad.
«Reconocemos que la debilidad es la ruta más segura al conflicto y que un poder sin rivales es el medio más seguro para la defensa». Trump ha recuperado del todo la política de Reagan de “Paz a través de la fortaleza” y consolida un presupuesto militar amplio para 2018 de 700.000 millones de dólares.
A Trump no le ha temblado el pulso para plantear, otra vez con acierto, la ampliación de la disuasión nuclear: «Si bien las estrategias de disuasión nuclear no pueden evitar todos los conflictos, son esenciales para prevenir ataques nucleares, ataques estratégicos no nucleares y agresiones convencionales a gran escala», señala el documento de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, cuyo punto “ataques estratégicos no nucleares’” aparece como una nueva categoría de amenaza al país que no estaba presente en anteriores políticas de defensa y anticipa cambios en la Revisión de la Postura Nuclear, un documento que será público en las próximas semanas. La Estrategia de Seguridad Nacional recoge por primera vez las prácticas de comercio internacional injusto como una amenaza a la Seguridad Nacional. Para evitar los desequilibrios que amenazan la seguridad de Estados Unidos, Trump plantea la modernización de los acuerdos comerciales bilaterales y aplicar medidas de control exhaustivas. No es de extrañar que países y empresas que se han lucrado durante años de este comercio injusto estén que se suben por las paredes. Este giro es especialmente acertado y encaja en el segundo pilar de esta Estrategia de Seguridad Nacional: la prosperidad económica, que es base esencial para lograr una seguridad estable y justa.
En este sentido, el documento apunta que: “Estados Unidos buscará acuerdos de comercio y de inversión bilaterales con países que se comprometan a un comercio justo y recíproco y modernizará los actuales acuerdos para asegurar que sean consistentes con tales principios (…) Estados Unidos debe contrarrestar todas las prácticas de comercio injusto que distorsionen los mercados usando todos los medios apropiados desde el diálogo hasta las herramientas de control”.
Trump se lleva el mérito de haber colocado la seguridad económica como parte inherente de la Seguridad Nacional y de identificar a Rusia y China como competidores comerciales estratégicos que «buscan desafiar la influencia, los valores y la prosperidad de Estados Unidos». Y el documento establece un plan para afrontar las ambiciones económicas de ambos países, que muchas veces van en detrimento de los intereses de Estados Unidos.
“China y Rusia están decididos a hacer las economías menos libres y menos justas, para hacer crecer sus ejércitos y controlar la información y los datos para reprimir a sus sociedades y expandir su influencia”, se indica en la Estrategia. Verdades como puños que cualquier empresario reconoce en la práctica comercial habitual y que sólo los medios de comunicación progresistas ocultan con desvergüenza.
“Estas competencias requieren que Estados Unidos reconsidere las políticas de las últimas dos décadas: políticas basadas en el supuesto de que el compromiso con los rivales y su inclusión en las instituciones internacionales y el comercio mundial los convertiría en actores benignos y socios confiables. En su mayor parte, esta premisa resultó ser falsa”. Otra realidad que se ha ocultado en aras del buenismo y la corrección política. Trump aborda el tema de forma valiente y marca la ruta para luchar contra este desafío.
El realismo de Trump impregna la nueva Estrategia de Seguridad Nacional. Por ejemplo, reconoce que el orden económico internacional que ha impulsado Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial continúa sirviendo al interés nacional, pero que éste debe reformarse de forma adecuada para proteger a sus trabajadores. Algo de lo que las elites, el establishment y muchísimos burócratas que viven de forma acomodada, no se han preocupado en décadas. Trump ha llevado la voz de las clases medias a esta nueva Estrategia de Seguridad Nacional, la cual podemos definir como realismo con principios que adopta una visión clara de las amenazas que enfrentamos a la Seguridad Nacional y el hecho de que vivimos en un mundo competitivo en el que el equilibrio global se ha desplazado de maneras desfavorables hacia los intereses estadounidenses.
La Estrategia coloca al régimen iraní como eje de la gran amenaza que enfrentan las naciones en Oriente Medio y se establece sin ambigüedades que: “Durante generaciones, el conflicto entre Israel y los palestinos se ha entendido como el principal factor que impide la paz y la prosperidad en la región. Hoy, las amenazas de las organizaciones terroristas y la amenaza de Irán están creando la comprensión de que Israel no es la causa de los problemas de la región”. Esto es tan cierto como que los pájaros vuelan y la ideología de género la nueva dictadura.
El Presidente Trump ha demostrado más diligencia y concienciación que ningún presidente anterior sobre la importancia de la preparación de esta nueva Estrategia de Seguridad Nacional. Lo ha hecho en menos de un año. La ley que ordena la preparación del documento de Estrategia de Seguridad Nacional fue aprobada en 1986 y desde entonces todos se han tomado varios años en publicar la Estrategia. Trump está demostrando que es un verdadero Comandante en Jefe preocupado por la seguridad de esta nación, dispuesto a aplicar políticas más inteligentes y prácticas.
En suma, esta Estrategia refleja la visión del presidente de un mundo que es libre, con naciones soberanas que tienen culturas diversas, aspiraciones diferentes, que respetan los intereses de su propio pueblo y los derechos de esas naciones soberanas para hacerlo, mientras buscan formas de promover sus valores, así como un ejemplo de los principios que han distinguido a los Estados Unidos históricamente.
En la Estrategia se definen tres grupos distintos de “retadores” a Estados Unidos: poderes revisionistas, regímenes deshonestos y organizaciones terroristas internacionales. La clasificación de “poderes revisionistas” incluye adversarios ideológicos que buscan “dar formas a un mundo antiético a nuestros intereses y valores”, y aquí incluimos a China y Rusia.
La Estrategia de Seguridad Nacional articula la política de Trump referida a: América Primero (America First) y deja blanco sobre negro que la Administración Trump valora a los aliados y socios internacionales que comparten nuestros intereses, pero establece con claridad que los intereses de Estados Unidos no deben subordinarse a los acuerdos multilaterales ni cargar con costes excesivos de organizaciones globales como la OTAN o la ONU.
Junto a los cuatro pilares de la Estrategia de Seguridad Nacional, se da especial relevancia a la defensa antimisiles, a un enfoque que busca preservar los avances tecnológicos para proteger nuestra innovación de seguridad nacional, y el desarrollo de la economía nacional como el activo estratégico más importante.
Expertos militares y de inteligencia consideramos la nueva Estrategia de Seguridad Nacional como excepcional, sorprendente, acertada, brillante e innovadora. Trump ha recuperado el orgullo por los Estados Unidos que abanderó Reagan y lo articula con una estrategia que hará al país más fuerte en todos los aspectos. Entierra la política de apaciguamiento y rendición de la soberanía nacional y la capitulación de Obama ante las tonterías progresistas.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional es ciertamente inspiradora y queda estructurada en un documento lleno de contenido exhaustivo y reflexivo que impulsa una política racional, exitosa y realista. Una Estrategia que pone a la nación en el camino correcto y en el lado bueno de la Historia.