El escritor, la editorial y la promoción
No es un chiste ni una historia graciosa. El escritor, la editorial y la promoción son partes interesadas en el trabajo de la promoción de un nuevo libro. Como un matrimonio, pero a tres bandas, o un ménage-à-trois de los que se estilan para darle vidilla a algunas parejas, sólo que sin tanto placer ni morbo.
Los tiempos han cambiado una barbaridad en el sector editorial en pocos años, de modo que lo que antes era una tarea exclusiva de la editorial, la promoción de un autor, ahora es tarea compartida entre editores y escritores. Los recortes económicos en las editoriales han dado un tajo fenomenal a los presupuestos destinados a promoción, y eso afecta a las grandes editoriales, a las medianas y a las pequeñas en la misma proporción que su tamaño.
El escritor debe participar en la promoción activamente con sus recursos, ya sean económicos, costeándose viajes, dietas y gastos, o dedicando tiempo para participar en entrevistas, redes sociales y otros saraos literario-sociales, estilo party sectorial, mega guay y mega esnob.
Esta promoción del libro es como una carrera contrarreloj porque la vida de un libro impreso es corta debido a la avalancha de novedades y a que los lectores son un poco mariposas: vuelan de un libro a otro con pasmosa facilidad, olvidándose de los libros publicados tan sólo unas semanas atrás.
En esa carrera contra el olvido y la marginación, la promoción es el arma perfecta para el escritor y la editorial. Dado que las editoriales, en general, tienen la tira de autores publicados, no le prestan la adecuada atención a la mayoría de ellos (salvo a los que tienen muy buenos contactos entre los directivos editoriales o la inmensa suerte de vender miles de ejemplares), por lo que el aguerrido escritor deberá convertirse en el héroe de su propia promoción y pasar a la acción. Lo ideal es trabajar conjuntamente con la editorial en una estrategia bien definida y organizada. En la práctica cada uno hace lo que puede o le dejan.
Como en los ménage-à-trois, según cuentan los entendidos en estas cosas, el escritor debe tomar la iniciativa y colaborar en la promoción con sus mejores talentos: si es un buen orador: hablando por los codos por todas partes; si es guapo que te caes de espaldas: luciendo ese físico imponente que Dios le ha dado; si tiene un trabajo interesante al margen de escribir: potenciando esa faceta con intervenciones profesionales de calidad; si es un hacha participando en redes sociales: promocionando en las mismas con habilidad y soltura; si tiene la fortuna de haber escrito una novela maravillosa: se tumba al sol y deja que todo fluya con naturalidad.
Hay muchas formas en las que un escritor puede promocionar su libro, pero lo básico es la mentalización y comprender que la misma forma parte inherente de la actividad de publicar. Eso si queremos que los libros se vendan y lleguen a los potenciales lectores, por supuesto.
El escritor, la editorial y la promoción. El ménage-à-trois perfecto. O casi.