La estrategia arancelaria de Trump

El 2 de abril se recordará como una fecha histórica en el segundo mandato de Donald Trump, fue el día en el que firmó la Declaración de Independencia Económica a través de la orden ejecutiva por la que impuso aranceles como una herramienta de negociación para nivelar el comercio internacional y hacerlo más justo.
Todos esos países que ahora se quejan, mantienen aranceles y trabas comerciales, impositivas y burocráticas los productos y servicios de Estados Unidos. Por eso era tan necesario aplicar los aranceles.
Por primera vez en décadas, Estados Unidos disfrutará de un comercio justo al igualar las condiciones para los trabajadores y las empresas estadounidenses. A pesar de la retórica agresiva de políticos y medios de desinformación y manipulación, la experiencia pasada y los estudios han demostrado que los aranceles son una herramienta eficaz para alcanzar objetivos económicos, comerciales y estratégicos, tal como ya se logró durante el primer mandato del presidente Trump. Un estudio de 2024 sobre los efectos de los aranceles que se aplicaron entonces concluyó que éstos: «fortalecieron la economía estadounidense» y «condujeron a una relocalización significativa» en industrias como la manufactura y la producción de acero. Otro informe de 2023 de la Comisión de Comercio Internacional de EE. UU, que analizó los efectos de los aranceles de las Secciones 232 y 301 del presidente Trump sobre más de 300. 000 millones de dólares en importaciones estadounidenses, concluyó que los aranceles redujeron las importaciones procedentes de China, estimularon eficazmente una mayor producción estadounidense de los bienes afectados y tuvieron efectos muy leves en los precios de los productos derivados. Según el Instituto de Política Económica, los aranceles implementados por el presidente Trump durante su primer mandato: «claramente no mostraron correlación con la inflación» y sólo tuvieron un efecto fugaz en los precios generales.
En otro análisis del Instituto de Política Económica se afirmó que: «Tras la implementación de las medidas de la Sección 232 en 2018, y antes de la recesión mundial de 2020, la producción de acero, el empleo, la inversión de capital y el rendimiento financiero de EE. UU. mejoraron. En particular, los productores de acero estadounidenses anunciaron planes para invertir más de 15.700 millones de dólares en instalaciones siderúrgicas nuevas o modernizadas, creando al menos 3.200 nuevos empleos directos, muchos de los cuales están a punto de entrar en funcionamiento». Otro análisis del Atlantic Council concluyó que «los aranceles crearían nuevos incentivos para que los consumidores estadounidenses compren productos fabricados en Estados Unidos».
La exsecretaria del Tesoro de Biden, Janet Yellen, afirmó el año pasado que los aranceles no aumentan los precios: «No creo que los consumidores estadounidenses experimenten un aumento significativo en los precios que enfrentan». Un análisis económico de 2024 reveló que un arancel global del 10% generaría un crecimiento económico de 728.000 millones de dólares, crearía 2.800.000 empleos y aumentaría los ingresos reales de los hogares en un 5,7 %.
Los aranceles al acero, implementados durante el primer mandato del presidente Trump, generaron miles de empleos en la industria metalúrgica, además de aumentos salariales. Los aranceles fueron aclamados como un «beneficio» para la industria del mineral de hierro de Minnesota, y los funcionarios estatales los atribuyeron a un impulso a la economía local. Veamos algunas de las ventajas y logros de aquellos aranceles:
– Las importaciones de acero y aluminio disminuyeron drásticamente durante el primer mandato del presidente Trump, cayendo casi un tercio entre 2016 y 2020.
– Los aranceles propiciaron una oleada de inversiones en todo Estados Unidos, con más de 10.000 millones de dólares comprometidos para la construcción de nuevas plantas de laminación. The Hill: “Los aranceles de Trump siguen funcionando, para consternación de muchos economistas”.
S&P Global: “El comercio global en una encrucijada: Los aranceles de Trump forjan una mejor calidad crediticia para los productores de acero y aluminio con sede en EE. UU. con una postura proteccionista”.
IndustryWeek: “Los aranceles mantienen fuerte la producción de acero en EE. UU.”: “Con la disminución de las importaciones de acero, las siderúrgicas estadounidenses han comenzado a invertir en el país. Además de Nucor y US Steel, empresas como Cleveland-Cliffs, Steel Dynamics, CMC y AK Steel han invertido miles de millones de dólares en al menos 16 nuevos proyectos importantes en todo el país. Las cinco principales siderúrgicas estadounidenses duplicaron con creces sus inversiones anuales totales entre 2017 y 2019, de 1500 millones de dólares a 4200 millones de dólares”.
Como era de esperar, los medios se equivocaron. PBS (2018): “Los aranceles de Trump podrían poner en peligro una delicada recuperación económica mundial” – “El anuncio del presidente Donald Trump el jueves de que Estados Unidos impondría fuertes aranceles al acero y al aluminio importados —con la posible exención de algunos países— despertó repentinamente un temor que pocos anticiparon: que los aranceles estadounidenses pudieran desencadenar una serie de represalias por parte de sus socios comerciales, que podrían desembocar en una guerra comercial a gran escala y posiblemente amenazar la economía mundial”. NPR (2018): “El plan de Trump para imponer aranceles al acero y al aluminio aumenta el temor a una guerra comercial” – “Chad Bown, economista y especialista en comercio, afirma que los aranceles aumentarán el precio del acero y el aluminio para las demás industrias que utilizan estos metales. De hecho, estas industrias emplean a más personas que los sectores del acero y el aluminio, afirma, “por lo que esto es una gran preocupación, simplemente desde una perspectiva económica”.
The New Yorker (2019): “La guerra comercial de Trump podría convertir la recesión de Trump en una realidad” – “Lo que sí sabemos con certeza es que, cuanto más persista Donald Trump en su guerra comercial, mayores serán las probabilidades de que se produzca una recesión total”.
Politico (2018): “Trump recibe duras críticas tanto en casa como en el extranjero por su plan de imponer aranceles al acero y al aluminio”: “La decisión del presidente Donald Trump de imponer aranceles del 25 % a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio resonó en todo el mundo el jueves, lo que provocó amenazas de represalia por parte de algunos de los aliados más cercanos del país y desplomó los precios de las acciones ante el temor de los inversores a las consecuencias económicas globales”.
Como podemos comprobar, los lamentos, lloros y presagios negativos de los medios no son nada nuevo y continuarán metiendo miedo a la gente, pero la realidad es muy distinta. Un solo dato desmonta todo el engaño y la narrativa falsa mediática: con la nueva estrategia arancelaria del presidente Trump, ya ha conseguido compromisos de inversión en Estados Unidos por un valor de 5 billones de dólares en total. De hecho, el presidente ya ha conseguido más inversión privada en sus primeras 11 semanas, más de un billón y medio de dólares, que la Administración Biden en todo su primer mandato, sin incluir la inversión de gobiernos extranjeros. Y es sólo el comienzo.
El regreso triunfal de los aranceles de Trump es una victoria contundente para los trabajadores estadounidenses, y la prueba es innegable: su primer mandato cambió la situación contra los globalistas. Las acerías resurgieron con fuerza, los empleos aumentaron y miles de millones de dólares llegaron a EE. UU, mientras que las profecías catastróficas de los medios se desmoronaron, tal y como sucederá ahora de nuevo.
La situación de la bolsa no es lo más importante en este asunto y la razón es sencilla. La distribución de las acciones en los hogares es la siguiente: el 10% más rico de los estadounidenses posee el 88% de las acciones. El siguiente 40% posee el 12% del mercado de valores. El 50% más pobre tiene deudas. Tienen facturas de tarjetas de crédito, alquilan sus casas y tienen préstamos para automóviles. Mejorar la situación económica de los ciudadanos en general y de las clases medias es lo trascendental.
Un hecho importante: los aranceles redujeron las importaciones de acero en casi un tercio, generaron más de 15.000 millones de dólares en nuevas inversiones siderúrgicas estadounidenses y crearon miles de empleos: cifras que la izquierda no puede ocultar. El proceso en marcha ahora es incluso aún más beneficioso. El presidente Trump está defendiendo a la industria estadounidense a nivel mundial y desplegando una estrategia arancelaria muy inteligente que permitirá a la Administración pagar la deuda y sanear la economía. Ha puesto fin al enriquecimiento fácil de las élites globalistas que se han lucrado durante décadas a costa de los trabajadores estadounidenses, saqueando nuestras industrias y debilitando nuestro comercio. La acción comercial de Trump marcará el comienzo de un renacimiento de la relocalización de empleos, fábricas y empresas, y abrirá los mercados extranjeros, expandiendo la base manufacturera estadounidense y creando nuevos empleos bien remunerados.
Además, uno de los grandes objetivos del presidente Trump con los aranceles es que Estados Unidos se libere de la dependencia de otros países para su producción manufacturera. Le asisten numerosas razones para ello, y no sólo económicas, sino también de seguridad nacional. Si alguna vez hay un conflicto que involucre a Estados Unidos, los países de los que dependemos podrían aislarnos, presionarnos y chantajearnos, y no podríamos construir productos electrónicos ni fabricar medicamentos, entre otras cosas. Las cadenas de suministro serían un arma de guerra. Algo que es inaceptable.
La conclusión es que la estrategia arancelaria de Trump funciona. Las élites y sus medios aliados se quejan por perder sus prebendas y chollos económicos y no dejan de predecir guerras comerciales, catástrofes y recesiones, pero todo eso es pura propaganda y cortinas de humo. La realidad es que Trump conseguirá de nuevo crecimiento económico sano, fortalecimiento de las industrias y el empleo estadounidenses, liderazgo comercial y el pago de la deuda. No es extraño que la mayoría de los estadounidenses apoyemos la estrategia arancelaria de Trump. La situación es de emergencia nacional y afecta a nuestros bolsillos, cuentas bancarias, salarios y nuestro futuro. Los economistas izquierdistas y los medios de desinformación que les dan voz, pueden ahogarse y perderse en sus propias mentiras. Nada de eso cambiará la realidad. De momento, la Unión Europea, Reino Unido, Argentina, Israel, India, Japón, Vietnam, Tailandia, Camboya, Taiwán y hasta 50 países más negocian con el presidente Trump para eliminar sus aranceles camuflados a cambio de que Trump acepte eliminar o modificar los aranceles recíprocos que ha impuesto para lograr un comercio internacional más justo. No serán los últimos países que lo hagan.
El presidente Trump está reconstruyendo el poder y la riqueza de Estados Unidos con un valor extraordinario. Para esto lo elegimos, para salvar el país del desastre tal y como está haciendo. No olvidemos nunca que la seguridad económica proporciona también seguridad nacional. El objetivo de Trump con esta estrategia arancelaria, en línea con lo que le recomendamos algunos asesores, es evitar depender de terceros países en la fabricación en general y, sobre todo, en nuestros suministros críticos como medicamentos, chips y productos de alta tecnología, y que se fabriquen en Estados Unidos. Es política de sentido común. Las ideas sobre libre mercado, etc, no están por encima de los intereses de los ciudadanos. Por primera vez en décadas, y gracias al presidente Trump, el sistema comercial estadounidense volverá a ser justo con los trabajadores y las empresas estadounidenses. Definitivamente, Donald Trump está revitalizando el sueño americano.