Estrellas de la danza
Es sabido por todos los aficionados y especialistas que en materia de danza y baile España es una de las canteras con más talento en el mundo y, dentro del país, Valladolid una de las ciudades, junto con Madrid, que más destaca por la calidad de sus bailarinas y bailarines.
De la ciudad castellana han salido algunas de las mejores y más grandes estrellas de la danza española. Sin embargo, siendo como es España un país envidioso e ingrato con sus mejores talentos, y que deja abandonada la danza de forma escandalosa, la mayoría han desarrollado sus carreras profesionales fuera de España, muchas de ellas en Estados Unidos, donde el reconocimiento a las buenas profesionales es una garantía y donde las compañías de baile cuentan con medios, espectáculos y un público entregado y entendido.
Traigo este tema a portada porque resulta asombroso que dos de las grandes estrellas actuales de la danza española sean mínimamente conocidas y reconocidas en España, salvo ahora un poco, cuando una de ellas está próxima a retirarse y es la primera vez que estrena un espectáculo en su ciudad natal.
Me estoy refiriendo a las vallisoletanas Arantxa Ochoa, que regresa a Valladolid para estrenar en el teatro Calderón, donde recibió su primera clase de danza, junto a otras tantas chicas que han destacado por su brillantez. Después de 12 años como primera bailarina en el Pennsylvania Ballet, en Estados Unidos, actúa por primera y última vez en España, ya que el próximo otoño se retirará y se dedicará también a la enseñanza precisamente en el Pennsylvania Ballet como Profesora Principal de su Escuela, que le permitirá formar a bailarines de todo el mundo. Y a Clara Blanco, otro talento vallisoletano, que ha triunfado en el San Francisco Ballet.
Ambas participan en la gala Pas de Deux, producida por el teatro Calderón (en el centro histórico de la ciudad), un espectáculo que sirve para cerrar la temporada y para reunir a grandes compañeras de ellas y rendirles homenaje en la ciudad que las vio nacer.
En esta gala ambas bailarinas estarán acompañadas por Francis Veyette, principal del Pennsylvania Ballet; Jaime García, principal del San Francisco Ballet; Yuri Yanowsky y Kathleen Breen, principales del Boston Ballet; Carlos Quenedit, solista del Ballet de San Francisco, y Katia Margarita Carranza, principal del Miami City Ballet. Un cartel de lujo.
El repertorio seleccionado reúne obras clásicas como el Paso a Dos de ‘Cascanueces’ y Grand Pas Classique, obras virtuosas como el Paso a Dos de Diana y Acteón y neoclásicas como Apollo y Agón, que realizan un recorrido alrededor de los puntos de inflexión más importantes del mundo del ballet del siglo XX.
Arancha Ochoa baila dos piezas completamente opuestas creadas por George Balanchine, uno de los coreógrafos estadounidenses más importantes del siglo XX, a las que hay que sumar las coreografías basadas en temas de Tchaikovski y Agon Pas, uno lírico y elegante y otro potente e impactante.
Así, Carlos Quenedit, solista del San Francisco Ballet y Katia Carranza, principal del Miami City Ballet, bailan el paso a Dos de Diana y Acteón, caracterizado por su bravura y virtuosismo, muy diferente del Cascanueces que bailan Clara Blanco y Jaime Castilla.
La gala ‘Pas de Deux’ permitirá, además, que la «esencia» de los ballets norteamericanos esté por unos días en España de la mano de ambas bailarinas, en concreto en Valladolid; precisamente Ochoa tras despedirse de los escenarios de la ciudad el pasado viernes y este sábado, el 27 de octubre dirá definitivamente adiós en Philadelphia con ‘Giselle’.
Que dos auténticas estrellas como Arantxa Y Clara, de lo mejor que tiene España en danza, apenas sean conocidas en el país, es sintomático de lo mal que hace las cosas España en este tema (como en otros). La falta de financiación y tradición en ballet obliga a que los mejores talentos viajen fuera para desarrollar su carrera profesional, dado que en España es muy difícil hacerlo. Lo grave es que ni siquiera se valore este talento y el potencial de riqueza que tiene bien gestionado.
Mientras tanto, todas las grandes compañías de baile internacionales se benefician de ese talento español. En la mayoría de ellos podemos encontrar entre las primeras figuras a bailarinas y bailarines españoles, que son de los más cotizados y reconocidos.
España sigue teniendo una cuenta pendiente y carece de suficientes compañías de ballet, de manera que aunque la cantera es muy buena, están condenados a emigrar o abandonar la profesión. Al contrario de lo que sucede aquí, en Estados Unidos, donde cualquiera que estudie en una escuela de baile sabe que tiene garantizado el trabajo porque hay multitud de compañías y una enorme afición en el público que hace viables los espectáculos.
Algo similar a lo que ocurre con los científicos y otros profesionales especializados. España va camino de convertirse en cantera de talento y exportación ante la falta de ofertas en el mercado interior.
Arantxa Ochoa empezó a bailar con Víctor Ullate y coincidió en clase con un grupo en el que estaban nada menos que Tamara Rojo, Ángel Corella y Joaquín Cortés, entre otros. Compañeros de aprendizaje en España y de trabajo en compañías estadounidenses o británicas después.
Una de las razones del éxito de las compañías de baile en Estados Unidos es que están bien financiadas por mecenas privados que cuidan todo lo relativo a las mismas y sus espectáculos. La política de subvenciones gubernamentales en España ha favorecido el despilfarro y los enchufismos en vez del talento, y el público tampoco tiene una relación directa y emocional con esas compañías de baile ni las siente como propias. Mientras que en Estados Unidos se pone la cuenta corriente, la cabeza y el corazón en torno a la danza, con un público que entiende y exige calidad. Es una relación que se inicia desde la infancia, cuando en Navidad es tradición hacer ‘El cascanueces’ y todas las compañías presentan multitud de funciones de la obra. La cultura escénica se potencia desde pequeños y el público estadounidense sabe apreciar el talento. Para que las cosas cambiaran en España sería necesario más compromiso del público, más dinero privado y más educación.
Mientras tanto, en Estados Unidos siguen brillando las estrellas de la danza, muchas de ellas españolas, con luz propia.