Los discursos de Trump
Hay un paralelismo evidente entre los últimos discursos de Donald Trump y su auge en las encuestas y la intención de voto de millones de estadounidenses. Sus mensajes son cada vez más concisos, directos a los temas que importan y más elaborados. Sus palabras nada tienen que ver con esa imagen de radical peligroso que presentan los medios de noticias falsas y manipuladas aliados de los demócratas. Sus discursos hay que escucharlos íntegros, no sacados de contesto como hacen esos medios que tiemblan ante el hombre que los pone en su sitio.
Los discursos pronunciados por Trump en el mitin del Bronx, en la convención de la NRA y en la conferencia de prensa tras el veredicto del juicio amañado de Nueva York, son representativos y ciertamente memorables. Demostró valor político, claridad de ideas y ofreció soluciones ante los problemas reales. No es la primera vez que Trump destaca por el contenido de sus discursos y las ideas que aporta. Lo hizo con su brillante discurso de Varsovia en 2017, en Mount Rushmore durante la celebración del 4 de julio de 2020 y ha vuelto a conseguirlo en el Bronx en este convulso y decisivo 2024. No serán los únicos discursos brillantes que realice Trump, nos aguardan algunos más que van a sorprender y que pasarán a la historia de los mejores discursos políticos en Estados Unidos. Cada uno de sus discursos brillantes ha marcado un momento trascendental. En Varsovia cimentó su liderazgo internacional, en Mount Rushmore estableció una defensa sólida de la herencia cultural y la unidad estadounidense, y en el Bronx estableció un impulso imparable hacia la victoria en campo demócrata (Nueva York, Minnesota, Virginia, etc ), ganándose el apoyo de las minorías y la clase media y trabajadora a nivel nacional.
El discurso en la convención nacional de la NRA este año marcó otro punto fuerte al defender con fuerza la Segunda Enmienda y sus políticas migratorias, atacadas por las políticas desastrosas de los demócratas. El discurso después del juicio amañado de Nueva York estableció su compromiso con la Constitución y el estado de derecho, gravemente asaltados por la utilización del sistema de justicia que ha hecho la Administración Biden para perseguirlo judicialmente en unos casos absurdos sin ninguna base.
A los medios les molesta especialmente que Trump diga las cosas claras y no sea políticamente correcto en estos tiempos de idiotez social y mediática, justo lo que sus votantes esperan de él: sinceridad y que llame a las cosas por su nombre, sin escudarse en bonitas palabras sin sentido. Tampoco le perdonan que no sea un intelectual al uso y que sea un líder sólido que no se deja amilanar ni comprar por nadie.
Estados Unidos y el mundo necesita escuchar más lo que dice Trump y no lo que cuentan los medios que dice Trump, que son cosas distintas. Trump habla sobre la seguridad de nuestras ciudades, asediadas por la criminalidad creciente permitida por los demócratas, la independencia energética, la desregulación, la seguridad en frontera, los medios de comunicación que desinforman, la política internacional, y las relaciones con China, Rusia, la Unión Europea, la OTAN, el comercio internacional, la defensa de la vida frente al aborto, la economía, el empleo, etc. Sus planteamientos son certeros y sabe dirigirse a la gente según el lugar y la audiencia, tal y como ha demostrado sobradamente.
La guinda de sus discursos viene cuando comprobamos que cumple sus promesas, que no quedan en el aire, sino que se materializan. Los logros de Trump en su primer mandato no tienen discusión: impulsó un gran recorte de impuestos que benefició a la mayoría de los contribuyentes y aumentó los ingresos federales en miles de millones de dólares; explotó los recursos energéticos y consiguió que Estados Unidos fuera energéticamente independiente; redujo drásticamente la inmigración ilegal y la carga regulatoria para las empresas. La economía de Trump hizo prosperar a todos los estadounidenses. La inflación y el desempleo eran mínimos (el desempleo de las minorías fue el más bajo registrado jamás) y los salarios, especialmente los salarios en el extremo inferior de la escala, se dispararon hacia arriba. Trump consiguió que tres jueces del Tribunal Supremo y cientos de jueces federales fueran confirmados. Desafió la ideología destructiva de la teoría critica de la raza racial y plantó cara con éxito a la guerra cultural de la izquierda. En asuntos internacionales, trasladó la embajada americana en Israel a Jerusalén, algo que se había prometido desde la época de Bill Clinton pero que nunca se hizo. Él hizo posible los Acuerdos de Abraham, un logro histórico que debería haberle valido el Premio Nobel de la Paz. Destruyó el Califato del ISIS y paró los pies a Irán, Rusia y China. Reconstruyó la infraestructura militar estadounidense, y lo hizo todo mientras toreaba los ataques constantes de los demócratas, sus medios aliados hostiles y el Estado Profundo inventando historias sobre él, como el Russigate y otras tonterías diversas ya completamente desacreditadas.
Los discursos de Trump jalonan su camino hacia la victoria en noviembre. Para millones de ciudadanos todavía resuenan sus palabras en el Bronx: “No importa si eres negro, moreno o blanco, todos somos estadounidenses. Todos queremos mejores oportunidades, y no sólo voy a prometerlas, sino que las voy a cumplir, como lo hice contra todo pronóstico durante cuatro años consecutivos”. Sus palabras tras la sentencia injusta en el juicio amañado: “Esta es la batalla final. Contigo a mi lado, demoleremos el Estado Profundo. Expulsaremos a los belicistas de nuestro gobierno. Expulsaremos a los globalistas. Expulsaremos a los comunistas, marxistas y fascistas. Nos desharemos de la clase política enferma que odia a nuestro país. Derrotaremos a los medios de noticias falsas y liberaremos a Estados Unidos de estos villanos de una vez por todas. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para salvar nuestro país y salvar nuestra Constitución. Esto es más grande que Trump. Esto es más grande que yo. Esto es más grande que mi presidencia. Se trata de salvar nuestro país”.
Por supuesto, podemos esperar que los demócratas y los medios manipuladores sigan demonizando a Trump, pero esa falsa narrativa ya no se la creen los ciudadanos. Trump está llegando al corazón y las mentes de la gente con sus discursos. Al menos de la gente que importa y vota.