Una de las características de la democracia estadounidense es su capacidad para examinar y evaluar sus políticas con absoluta transparencia y objetividad. Esto ha permitido siempre al país subsanar errores y mejorar la gestión en el futuro.
Con esta idea en mente, el 13 de septiembre se inicia la primera sesión conjunta del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes y su contraparte del Senado para evaluar el trabajo desarrollado en el ámbito de la Inteligencia desde los ataques terroristas del 11/S, y que también permitirá realizar una revisión profunda de las amenazas del terrorismo a fecha actual y las necesidades que se nos plantean de forma inminente.

Para llevar a cabo esta tarea, el comité, presidido por el republicano Mike Rogers, realizará el 13 de septiembre audiencias públicas con el director nacional de Inteligencia, James Clapper, y oficiales de la CIA, así como con el jefe del FBI, Robert Mueller, y el director del Centro Nacional de Antiterrorismo, Matt Olsen, el 6 de octubre.
El 10º aniversario del 11/S se convierte así en una buena oportunidad para hacer un balance de los trabajos y progresos realizados en el ámbito de la Inteligencia en estos años intensos en los que la guerra antiterrorista ha sido una prioridad y en los que se han realizado algunas de las operaciones de mayor envergadura de las últimas seis décadas.
Las audiencias ante el comité se centrarán en la situación actual de Al Qaeda y de otros grupos terroristas, así como en determinar si Estados Unidos tiene una posición adecuada para combatir la amenaza creciente de los terroristas que actúan por cuenta propia pero influidos desde el yihadismo islamista u otras ideologías agresivas.

Los testimonios de los altos cargos y los oficiales que han trabajado durante estos años en la comunidad de Inteligencia, serán vitales para realizar la radiografía actual de amenazas, de nuevos objetivos, de medios necesarios, de fallos que deben ser evitados o corregidos y para evaluar verazmente la evolución del trabajo realizado, que será esencial para configurar una nueva estrategia nacional de lucha antiterrorista.
Los retos en este sentido apuntan, por citar solo algunos, a la necesidad de una mayor unidad de mando entre las agencias encargadas de la atención a emergencias, el impulso al departamento de inteligencia nacional para que sea más poderoso y eficiente, la necesidad de adoptar medidas más fuertes para detectar explosivos en puntos estratégicos de los aeropuertos e infraestructuras vitales, la creación de credenciales de identificación más seguras, el establecimiento de una estrategia internacional más estandarizada para la detención y tratamiento de terroristas capturados, así como una financiación adecuada de la comunidad de Inteligencia.

Hoy por hoy, Estados Unidos es sin duda más seguro que hace una década, cuando se produjeron los ataques terroristas del 11/S, pero la amenaza nos acompañará aún durante mucho tiempo, exigiendo que siempre estemos vigilantes y con un nivel de seguridad alto. Asimismo, las circunstancias cambiantes de la escena internacional hacen preciso que reevaluemos regularmente nuestras prioridades y partidas presupuestarias para determinar objetiva y no burocráticamente lo que se necesita para defender a nuestro país y a nuestra gente.
En estos diez años se han hecho muchísimas cosas bien y se han adoptado medidas muy positivas, pero es una realidad que aún queda mucho por hacer. El trabajo de la comisión será importante para proseguir un trabajo que ha mantenido a Estados Unidos seguro y que deberá seguir haciéndolo en el futuro.