El ecosistema editorial ha cambiado ya y sólo se está reordenando con una nueva realidad en la que los intervinientes juegan un papel adaptado al nuevo entorno. Mientras los cambios se siguen produciendo y el sector editorial intenta integrar los ebooks y todo lo que representa el mundo digital, los escritores están llamados a jugar un papel relevante, pero nada fácil.
Algunos analistas culturales ya dan por muerto el libro en papel y la imposición del ebook en un plazo de 10 años; otros apuntan algo más lejos, 25 años. Son los mismos que plantean el fin de los escritores profesionales y que en ese mundo digital sólo escribirán los autores noveles, algunos de los que ya tengan una larga carrera y obras publicadas en papel, redactores por encargo, especialistas en un género literario determinado que esté de moda, y amateurs.
Sólo comparto estos análisis a medias. No creo que los libros en papel vayan a desaparecer, más bien al contrario, se convertirán en la gran referencia de calidad y prestigio literario. Sí que veo un futuro con mayor peso de los ebooks en un horizonte a veinte años. Escritores profesionales seguirá habiendo, sobre todo los que hayamos publicado en papel y tengamos ya varias obras en el mercado, pero es cierto que otras formas de autores se expandirán: los noveles, amateurs, y redactores especializados.

Uno de los obstáculos que ha aparecido con la irrupción de los ebooks, es la caída o la eliminación de los adelantos al autor por cuenta de la editorial. Esto sí que afecta directamente a los escritores profesionales porque sin esos adelantos económicos, o con lo miserables que ya son hoy día, ¿quién va a dedicarse a escribir? Sin duda personas que tienen bien cubiertas sus necesidades básicas (alimentación, ropa, alojamiento…vacaciones en la playa, el fin de semana en la montaña, el esquí de las Navidades, el cochazo, la mansión para los sibaritas, la amante de buen ver, el yate, la cabaña en las Rocosas, el bungalow en Bahamas….bueno, no nos pasemos, es un decir). Los anticipos económicos a los autores han caído brutalmente en todo el mundo, y aunque un escritor puede escribir su Novela del Año sin este adelanto, teniendo en cuenta la caída de ventas, el pirateo impune, el tejemaneje de distribuidoras, librerías y editores, todos reclamando su porción del pastel, a ver quién es el valiente que se dedica a escribir profesionalmente. Lo dicho, seremos cuatro y poco más, junto a una legión de noveles y aficionados.
Y es aquí donde llega la otra gran revolución del sector editorial, de la que algunos escritores somos protagonistas. Los nuevos tiempos están redefiniendo el concepto mismo de escritor profesional, que ya no va ser dependiente de agentes literarios y editoriales (¡ufff, qué liberación!), y se está convirtiendo, nos estamos convirtiendo, en gestores de nuestras propias empresas personales, con mayor control de nuestras carreras literarias en todo el proceso.

Así pues, los nuevos escritores profesionales son coordinadores y gestores de su propio trabajo, que ya no es sólo escribir la cacareada Novela del Año sino también promocionarla activamente, gestionar los recursos económicos, coordinar con editores, correctores, ilustradores, maquetadores, publicistas, etc. El escritor profesional actual y del futuro ya no es ese bohemio chiflado envuelto en humo de cigarrillo o esa loca de atar buscando sensaciones a tumba abierta que no se preocupan de nada más; es un profesional riguroso y cada vez más especializado que gestiona su propia empresa personal y su carrera.
El entorno digital, con nuevos autores aficionados que buscan su minuto al sol, el exceso de oferta en títulos, la piratería y la digitalización, está promoviendo un escenario en el que sólo los escritores que tengan algo sólido que contar van a quedarse por mucho tiempo. Los demás serán barridos de escena o serán irrelevantes. En estas circunstancias construir una carrera literaria va a ser algo muy complicado al alcance sólo de unos pocos que sepan mantenerse en el mercado, competir, vender, escribir buenas historias y ganar dinero con ello. Serán los escritores del siglo XXI, y los elegirán el mercado, los lectores con sus preferencias, y las editoriales comprometidas con la calidad.