Segundo debate McCain-Obama
El escenario era propicio, en el corazón de Nashville, Tennessee, esa América profunda en la que late la música country, de la que es su capital, y donde pugnan con fuerza los valores conservadores. Debió ser un punto de inflexión en esta campaña para el candidato McCain, estaba en un territorio propicio para sacar esos argumentos que convencen a los norteamericanos, para hablarles de tú a tú. Pero no lo hizo. Dejó pasar la oportunidad. Lástima, porque un joven y hábil Obama, inexperto en tantas cuestiones, pero de innatas dotes para la oratoria y la comunicación, ha sabido aguantar el tipo una vez más y salir airoso del debate celebrado en la Belmont University, con la moderación de Tom Brokaw, de la NBC, que apoya a los Demócratas también, como todos los moderadores de los debates en estas elecciones.
Las preguntas de los votantes presentes y las remitidas a través de Internet, no han servido para que los candidatos se suelten y podamos ver un debate apasionante.
La primera mitad de la hora y media que ha durado, se ha centrado en la economía y nos ha servido para comprobar dos cosas que ya sabíamos: que el fuerte de McCain no es la economía y que las ideas que pueda tener Obama sobre qué hacer en este tema son tantas y diversas como los asesores que pululan a su alrededor. Eso sí, se ha mostrado más dinámico hablando de la cuestión; lógico, sabe que la crisis económica le favorece electoralmente y no duda en explotarlo demagógicamente.
McCain apuntó la independencia energética, evitar el derroche de gastos innecesarios, y mantener los impuestos bajos, como tres de sus objetivos, pero no presentó un sólido plan económico, algo que debe hacer urgentemente, y eso lo aprovechó Obama para atacar, atacar, y atacar. Sabe que le da réditos electorales y persevera en ello. Puso el acento en la supervisión del plan de rescate gubernamental de 700.000 millones de dólares, recortes de impuestos a la clase media, a los propietarios de viviendas en problemas, y en reformar la asistencia sanitaria.
El debate ha dejado la sensación de que McCain podría hacer mucho más, que debería hacer mucho más, porque el tema le está costado miles de votos que pueden ser vitales para lograr la Presidencia…o perderla.
Obama, como chico disciplinado y ambicioso que es, ha controlado mejor sus defectos y se ha mostrado más ágil. Su lenguaje corporal también ha sobresalido y aunque sus ideas necesitan pasar por una urgente sesión de “asesoramiento-epecializado-a-ver-si-te-enteras-chaval-de-lo-que-significa-realmente-Estados-Unidos-y-la-presidencia-no-sea-que-la-cagues”, por decirlo en plan irónico y no sangrante, sí que ha demostrado pose presidencial. Lo que no sabemos es si su preparación podrá evolucionar acorde con esa planta presidencial que se nos empeña en aguantar desde ya. Alguien debería advertirle que, si gana, algo que no está conseguido ni mucho menos, por más que algunos medios se empeñen, esa pose presidencial deberá mantenerla contra viento y marea durante el tiempo que dure su presidencia, y que no podrá ser sólo pose, sino sustancia y liderazgo de verdad.
Obama siguió apostando por su “cambio”, un mensaje que vuelve a ganar fuerza ante los tiempos de crisis que vivimos. Al relacionar ese cambio con la capacidad de sacrificio y el coraje, algo que está profundamente anclado en la psique americana, conectó con millones de americanos. No, fue, por tanto, ninguna idea Demócrata nueva o brillante, sino al apelar a los tradicionales valores americanos del valor y el coraje, cuando mejor conectó con la sociedad. Ahí es cuando vemos a un Obama más presidencial, precisamente cuando se aleja de las idioteces a las que nos tienen últimamente acostumbrados tantos Demócratas.
La segunda parte del debate se centró en la guerra contra el terrorismo e Iraq. McCain se mostró firme y valiente, apostó por continuar con una política dura frente a los terroristas, la permanencia en Iraq hasta que sea necesario, y recuperó un tema importantísimo que ha estado fuera de la atención hasta ahora: la captura de Osama bin Laden, desvelando su intención de ir a por él. Obama coincidió en ese punto, pero se posicionó por la salida de las tropas de Iraq en un plazo razonable. Decir eso y nada, todo es uno. En cambio, estuvo acertado al señalar el enorme peso de la intervención militar en los soldados y en los presupuestos.
McCain se comprometió a traer a las tropas con honor. La posición de Obama es la retirada, aunque sea vergonzosa…todos sabemos que al candidato Demócrata eso le importa un pimiento.
Lo triste de este proceso electoral es que McCain, mucho más experimentado, con cualidades más interesantes para la Presidencia, como el liderazgo sólido e inquebrantable de alguien que ha luchado por su país en el campo de batalla y en el Congreso durante años, se esté viendo arrastrado por las aguas turbulentas de la crisis económica. Una tormenta que puede llevarse el ticket McCain-Palin al almacén de la Historia si no endereza el rumbo rápidamente. Como dijo McCain recientemente: “la vida no es justa”. Sin embargo, ante todo hay que saber vencer o perder con honor y dignidad, algo que el Senador Republicano sabe hacer.
Pero precisamente porque me encantan las historias de superación, porque McCain está infinitamente mejor preparado para ser Presidente que Obama, y porque el partido no termina hasta el último minuto, no le doy por vencido al viejo, gruñón, e irascible veterano que jamás dejó a sus compañeros en la estacada, al Maverick que conozco, inasequible al desaliento y capaz de luchar hasta el final con honestidad por sus ideas y su país.
Cuando son tantos los que huyen despavoridos del barco para ponerse al sol calentito de los Demócratas, por aquello de que parecen ganar en las encuestas, quiero creer que John McCain, con la ayuda inestimable de Sarah Palin, las bases del Partido Republicano, y de esa inmensa mayoría del pueblo americano, dará la vuelta al partido en el último segundo del último minuto, ganando el 4 de noviembre de forma sorpresiva. Como lo hizo Truman, en el que parece encontrar inspiración, para marcar un período histórico crucial que se nos avecina.
Porque una Presidencia Obama estaría llena de riesgos impredecibles y de un aprendizaje del Demócrata que le puede costar a EE.UU demasiado caro en todos los sentidos, confío que McCain remonte el vuelo y nos regale un final emocionante.
Un final americano.