La doctrina del patriotismo de Trump
Es un concepto sencillo y que todo el mundo entiende: la doctrina del patriotismo que el presidente Trump formuló y defendió ante las Naciones Unidas no necesita de prepotentes intelectuales revestidos de doctorados y con experiencia en política para entenderse perfectamente. Y ésa es la clave de que el pueblo estadounidense la defienda y la haya asimilado como algo natural. Porque, además, entronca muy bien con los sentimientos de los estadounidenses por nuestro país: patriotismo auténtico, abierto, leal, coherente, apasionado…
No se trata de globalismo, de mezclar culturas y descafeinar la propia, de arrinconar lo propio para adoptar lo ajeno. Se trata de defender la soberanía nacional y la identidad cultural. Trump lo expuso con brillantez en un discurso histórico ante la ONU que será una referencia mundial durante décadas: «Nunca rendiremos la soberanía de Estados Unidos a una burocracia global no electa e irresponsable. Estados Unidos está gobernado por los estadounidenses. Rechazamos la ideología del globalismo y adoptamos la doctrina del patriotismo».
Y a los pusilánimes y defensores del multilateralismo sin patriotismo se les cayó el alma a los pies porque tenían enfrente a un tío con los cojones bien puestos que no va a permitir que ningún lobby global ponga a este país del revés. Ni siquiera grupos de feminazis organizando algaradas a golpe de consigna política. Trump desgranó un discurso en la ONU directo y con hechos probados, con realidades y éxitos en dos años de gestión presidencial.
“En menos de dos años, mi gobierno ha conseguido más que casi cualquier otro gobierno en la Historia de Estados Unidos”, declaró el presidente. Y es la pura verdad. El desglose de logros ha continuado en los rallies efectuados después, en los que Trump está trabajando con intensidad para llevar al Partido Republicano a la victoria en las elecciones midterm del 6 de noviembre y evitar que un puñado de idiotas progresistas incendien este país con políticas absurdas y fracasadas.
Trump hace realidad sus palabras en la ONU a nivel internacional:»Estados Unidos no te dirá cómo vivir, trabajar o rendir culto. Sólo les pedimos que honren nuestra soberanía a cambio».
Los acontecimientos exteriores: el acuerdo con Corea del Norte, con México, la presión a Irán para un nuevo y mejor acuerdo nuclear, las medidas para proteger la economía americana de la competencia desleal china, entre otros temas, no han distraído al presidente del gran objetivo en estas semanas: la confirmación del juez Brett Kavanaugh, que los demócratas convirtieron en un circo lleno de mentiras, para tratar de impedir la llegada del nominado de Trump al Tribunal Supremo. Sin éxito, porque el juez ha sido confirmado y se s sentará en la Corte Suprema con todo merecimiento.
Las audiencias para su confirmación por el Senado han visto el peor espectáculo en décadas, orquestado por los demócratas, elementos del Estado Profundo y la prensa progresista que se dedica a manipular la información. Pocos hechos como este reflejan la batalla cruenta que libra el presidente Trump contra botarates de diverso pelaje para mantener la Constitución y el país a salvo de estos mentecatos de la izquierda radical.
El efecto ha sido contrario al que buscaban los demócratas. Las bases conservadoras han despertado ante esta infamia que pretendía hundir a un juez honorable, inteligente y un hombre decente. El presidente Trump se volcó aun más en la campaña para confirmar a Kavanaugh para el Tribunal Supremo y en la campaña electoral para apoyar a los candidatos republicanos con más rallies y más declaraciones cargadas de sentido común. Y está cosechando victoria tras victoria.
En medio de este fragor, Trump ha encontrado tiempo para firmar la ley de gasto que garantiza fondos para que el gobierno continúe abierto y no cierre, al menos hasta el 7 de diciembre. Una legislación que incluye una financiación de 675.000 millones de dólares hasta el 30 de septiembre de 2019, y 180.000 millones de dólares para los departamentos de Trabajo, Sanidad, Servicios Sociales y Educación. Un total de 855.000 millones de dólares, que permitirá también destinar fondos adicionales para la seguridad fronteriza, incluidos 1.600 millones de dólares, al año, para seguir construyendo el muro.
La doctrina del patriotismo de Trump tiene muchas líneas de actuación, pero todas ellas confluyen en su idea esencial: América Primero. America First. La nación. Los estadounidenses en primer lugar de la acción del gobierno. El pueblo, no las elites, ni la prensa progre, ni los lobbies.