Trump recupera América
El presidente Trump recupera América en su mejor versión. Sus políticas, lejos de acomodarse a los desaguisados de los últimos años y de aceptar las mamarrachadas que impulsó Obama, han abrazado lo mejor del conservadurismo para recuperar las raíces de América.
Pocas veces un lema de campaña se ha hecho realidad como el de Trump: Make America Great Again. Hacer América Grande Otra vez. El presidente Trump lo está logrando gracias a enfrentar todos los temas controvertidos y necesarios para hacerlo. Los ciudadanos vivimos una de las épocas históricas más trascendentales. Cuando dentro de unos años se estudie la presidencia Trump, seremos conscientes de cómo en este momento crucial ganamos nuestro país de nuevo gracias a Trump y a una movilización de patriotas heterogénea y transversal.
Los éxitos que está cosechando el presidente en materia económica, de empleo, seguridad, defensa, comercio y política internacional, están atrayendo cada día a más votantes hacia las filas del movimiento Trump. Y no son sólo blancos, son negros, hispanos, asiáticos. Son hombres y mujeres de este país que sienten cada vez más que este presidente es su voz y que está llevando al país por el camino correcto. Las encuestas reflejan una tendencia al alza por encima del 50% que se mantiene estable y no deja de subir, arañando puntos y votos en todas partes.
Si descontamos a los grupos de alborotadores habituales a los que nadie hace ni caso (demócratas radicales, feminazis, progresistas descerebrados, prensa manipuladora, estudiantes con media neurona, trolls más o menos pintorescos, etc), el grueso de los ciudadanos apoyamos y aprobamos el trabajo que está realizando el presidente Trump.
Los casos más recientes de su acción política son representativos del sentir general en la sociedad: el pueblo estadounidense está hasta las cejas de despilfarrar dinero de los contribuyentes en guerras extranjeras y de permanecer eternamente en países que no merecen la pena nuestras vidas y sacrificios; hasta el moño del monopolio de Amazon que ha arruinado miles de comercios tradicionales, el tejido empresarial de cercanía, de sus condiciones abusivas y de su estafa al sistema postal del país; hasta los mismísimos cojones de los llorones que claman por la derogación de la Segunda Enmienda (por cierto, jamás será derogada, dejad de hacer el gili…); de los que utilizan las masacres en escuelas para hacer propaganda anti armas (como si los sociópatas no pudieran comprarlas en el mercado negro fácilmente); hasta las orejas del régimen norcoreano y de sus constantes amenazas (por fin un presidente con valor va a solucionar el tema de forma duradera); harto de acuerdos comerciales internacionales que benefician a todos menos a los estadounidenses (por eso se acabó el tiempo de abusar de nuestra generosidad comercial); más que enfadados de que nos impongan leyes para favorecer el ascenso de transexuales, mujeres, gays, lesbianas, subnormales y mediocres que no valen una puñetera mierda en igualdad de condiciones con los demás; y enfadados con unos medios de comunicación que se han pensado que son la octava maravilla del mundo y su deber es adoctrinar a la gente en progresismo e ideología de género; cansado de los problemas, gastos y criminalidad que causa la inmigración ilegal; cansados de que los empleos se marchen fuera del país…
En suma, Trump está atajando con sus políticas todos los problemas actuales de la sociedad americana. Y uno de ellos, no por abstracto menos importante, es que las generaciones jóvenes no crezcan como snowflakes (copos de nieve) blanduchos y sin recursos ante la vida, con posturas de auténticos bizcochitos, que se hunden y escandalizan a la mínima contrariedad. Trump está haciendo frente a esa izquierda rabiosa y ofendida por todo lo que no sea la propia tontería que emana de sus políticas absurdas. Y los está ganando cada día. Por eso Trump está recuperando América, la mejor América, la que sabe ganarse el respeto y ofrecer oportunidades a todos sin idioteces progres.