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Ley sobre tormentas solares o geomagnéticas

La intensidad de algunas amenazas a la seguridad de la población, no solo la estadounidense sino también en otros países, se ha incrementado en los últimos años, por ejemplo, aquellas que proceden de fenómenos naturales: terremotos, tsunamis, inundaciones, huracanes, etc. Una de estas amenazas se ha convertido en centro de atención especial para cuantos trabajamos de alguna manera por la seguridad nacional. Es el caso de las tormentas solares o geomagnéticas, un fenómeno que sería capaz de dejar a la población sin electricidad, energía, agua, internet y comunicaciones, y que tenemos clasificado dentro de los «Space Weather Risks» que afectan directamente a la seguridad nacional.
Por eso en Estados Unidos se ha venido trabajando y desarrollando una ley, votada el 14 de junio de 2011, que supone regular el tema y adoptar un plan estratégico de medidas, así como canalizar la información y los recursos actualizados sobre este tema para hacer frente a unos riesgos que no podemos obviar. Es, ante todo, un planteamiento de prevención y coloca a Estados Unidos en la vanguardia de este tipo de acciones.

Numerosos estudios científicos especializados, tanto de organismos federales estadounidenses como internacionales (la NASA y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre otros, reconocen la vulnerabilidad creciente de la Tierra con respecto al clima espacial, responsable de las tormentas solares, y se ha convertido ya en uno de los riesgos emergentes más inesperados de 2012. No por silencioso y distante menos peligroso. De hecho, estamos entrando en el período de mayor actividad del Sol y sus fenómenos, como las tormentas geomagnéticas, están siendo una constante en lo que va de año. Lo que está por ver es su alcance en las actividades humanas, por ejemplo, en los sistemas de energía, la aviación, los satélites o la producción industrial y tecnológica.
La ley estadounidense está enfocada a proteger las infraestructuras eléctricas y vitales de una posible tormenta geomagnética que alcance la Tierra o un efecto electromagnético (EMP) similar provocado por un ataque terrorista, que es una de las pesadillas de la seguridad nacional por sus fatales consecuencias a todos los niveles.
En el texto de la ley se plantean la adopción de medidas adicionales para la protección de las centrales nucleares norteamericanas y otras infraestructuras críticas, partiendo de los incidentes que se registraron en la tormenta solar que sufrió Quebec (Canadá) en 1989 y que dejó sin corriente eléctrica a seis millones de ciudadanos, y de otros escenarios hipotéticos aunque muy realistas.

Sin duda uno de los «puntos fuertes» de esta ley, es la creación de una nueva ‘Autoridad Federal’ que debe seguir y coordinar la correcta implementación de medidas legislativas de protección y prevención, que deberán ponerse en marcha en todos los estados de forma gradual, así como la previsión de que el satélite Deep Space Climate Observatory (DSCOVR), entre otros, pueda dedicarse a controlar estas tormentas solares. Esta fijación de un calendario de fechas está relacionado con un informe de la NASA publicado el pasado mes de abril de 2011 en el que se alertaba de que la Tierra ya se encuentra dentro del periodo de incremento de la actividad solar previsto hasta 2013. De ahí que el momento de aplicar medidas sea precisamente este, sin dilaciones.

Los responsables del texto legal han sido el antiguo consultor de la Comisión del Congreso para la amenaza EMP, William Radasky, y el director del Foro Estratégico Nuclear Norteamericano y exmiembro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Peter Vincent Pry, y han contado con la ayuda de decenas de especialistas en la materia, de diferentes áreas del gobierno y de empresas privadas.
Esta ley sobre tormentas solares o geomagnéticas estadounidense se convierte así en el gran referente internacional para afrontar este riesgo que afecta a las infraestructuras críticas de cualquier país. Es solo el comienzo antes de la aplicación de una serie de medidas de seguridad vitales para afrontar este riesgo que procede del Sol.




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