Trump y el futuro de América
A menudo nos referimos a Donald Trump como el hombre que salvó América, y ciertamente así lo hizo. Sin embargo, esa batalla por la nación está lejos de haber terminado. Hoy día, Trump representa el último bastión americano contra el socialismo que trata de destruir Estados Unidos tal y como lo conocemos.
Trump se ha erigido en el líder de esta nación en su lucha para preservar los valores e ideales estadounidenses, proteger la República Constitucional, promover familias estadounidenses fuertes, revitalizar el papel de la fe en nuestra sociedad y promover las virtudes del capitalismo de libre mercado.
Para cumplir estos objetivos, que son una verdadera promesa a la nación y al pueblo estadounidense, está desplegando todos sus recursos y habilidades para apoyar a los candidatos comprometidos con los principios MAGA de su agenda política, tales como Mike Carey en Ohio, Eric Greitens en Missouri, Kelly Tshibaka en Alaska, Virginia Foxx en Carolina del Norte, Greg Abbott en Texas, Drew McKissick en Carolina del Sur, Wilton Simpson en Florida, Glenn Youngkin en Virginia, Dan Patrick en Texas, etc
Con su agenda America First como bandera, Trump está tejiendo una serie de iniciativas educativas e informativas, asociaciones estratégicas, de comunicaciones y oportunidades de trabajo en red para todos sus seguidores a lo largo y ancho del país. Bajo un conjunto de principios rectores, Trump está fortaleciendo el patriotismo estadounidense, refuerza el concepto de la grandeza estadounidense y restablece el marco de nuestros Padres Fundadores de que Estados Unidos es «una nación, bajo Dios, del pueblo, para el pueblo y por el pueblo». Sus políticas MAGA son las más constitucionales que podemos encontrar actualmente y por eso mismo un referente para todos los patriotas de verdad.
Bajo estos principios rectores, Trump lidera la defensa de los valores y los ideales del excepcionalismo estadounidense, con especial atención a la integridad de nuestro sistema electoral, que se ha visto gravemente dañado por el fraude cometido por los demócratas en 2020. Otro punto esencial de estos principios es revitalizar el papel de la fe. Trump trabaja activamente para revitalizar el papel de la fe y las comunidades de fe, especialmente de los valores judeocristianos sobre los que se fundó nuestra nación, en una sociedad que ha sido golpeada y dañada por las políticas de izquierda durante muchos años. El presidente está comprometido en preservar esos valores judeocristianos que hacen que Estados Unidos sea excepcional. Para ello, fomenta que todas las madres, padres, hijos e hijas participen en ese legado de fe, por lo que trabaja para empoderar a los activistas de base de cara a que se involucren socialmente en sus comunidades.
Trump es también el campeón en promover el capitalismo de libre mercado y sus virtudes, especialmente la cultura de las pequeñas empresas y el emprendimiento, que son los motores del sistema económico estadounidense y una parte clave del sueño americano. El acceso a las oportunidades para personas de toda condición, procedencia y clase social es una premisa básica de la agenda política del presidente legítimo.
Trump no olvida la piedra angular de la sociedad y promueve con entusiasmo la familia y las comunidades. Consciente de su importancia, defiende el concepto de que las familias sólidas crean comunidades sólidas y enfatiza el papel de los padres y las madres responsables como algo vital para el éxito a largo plazo de nuestra sociedad y nuestra República Constitucional. Sin familias fuertes, no habrá una nación fuerte.
No tendremos un país si no tenemos una educación que respete nuestra historia con sus luces y sombras, sin suprimir, censurar, ni alterar. Trump lo sabe y está al cien por cien implicado en educar a los ciudadanos estadounidenses en la importancia y la preeminencia de la Constitución de los Estados Unidos en nuestras vidas y en nuestras comunidades con un fuerte énfasis en la importancia de la libertad individual.
Trump se enfoca cada día, de la mañana a la noche, en preservar las preciadas libertades de los ciudadanos estadounidenses, que ahora están siendo atacadas, restringidas y suprimidas por la Administración Biden y la Camarilla que lo controla.
En suma, Trump no sólo está defendiendo los principios conservadores más elementales que hicieron posible esta nación, sino que nunca vacila en la misión de proteger la libertad otorgada por Dios al individuo, apoyando el sistema económico capitalista de la empresa privada, y frustrar la extralimitación del Gran Gobierno en la vida de los ciudadanos privados. Más allá de las ideologías, Trump se ha posicionado como el líder que más y mejor protege nuestras libertades civiles.
Históricamente, Estados Unidos ha enfrentado diversas amenazas a su modelo de nación y de sociedad: el comunismo durante las décadas de 1940, 1950 y posteriores ha sido una de las más grandes. La victoria en la Guerra Fría es su máximo exponente, pero su resurgir y expansión a través de las escuelas y las universidades, en una modalidad socialista occidentalizada, nos amenaza de nuevo.
Trump sabe que nos enfrentamos a un peligro enorme y que la educación es vital, por eso apoya cuantas iniciativas están enfocadas en brindar recursos educativos a todos los que quieran aprender más sobre los fundamentos de la libertad que sustentan nuestra República.
Si bien la agenda MAGA de Trump ha evolucionado para abordar con mayor facilidad los problemas más importantes de la actualidad, los principios básicos de su misión no han cambiado en estos años. Estados Unidos nunca ha sido una nación sin problemas y desafíos, pero sigue siendo la nación más grande y extraordinaria que el mundo haya conocido. Trump quiere que eso siga siendo así, y que esos desafíos tengan una respuesta adecuada a los tiempos que vivimos.
Este es el camino de Trump para asegurar la libertad para las generaciones futuras de estadounidenses y su forma de contribuir a la sociedad y pasar la antorcha de la libertad a una nueva generación mientras aún brilla.
Ningún líder como Trump está sabiendo conectar con la inmensa mayoría de los ciudadanos. En un momento en el que tantos estadounidenses están divididos por la ideología, debemos confiar en los iconos que han unificado a nuestros ciudadanos durante generaciones. Trump lo sabe, por eso defiende con entusiasmo que la bandera y el juramento a la bandera sigan siendo la mejor esperanza que podemos encontrar y un terreno común para todos nosotros. Mientras recordemos por qué luchamos como pueblo, somos indivisibles y no podrán arrebatarnos nuestras libertades.
Tengo oportunidad de comentar todos estos temas con ciudadanos de diferentes ideologías y opiniones, y cada vez más se impone una idea: ya no se trata de Trump sí o no, sino de Estados Unidos. La lucha actual contra el socialismo que trata de penetrar en todas las capas sociales y en todos los aspectos de la vida, ha colocado a Trump como el hombre destinado a salvar la nación una vez más.
Hablo con republicanos, independientes y demócratas de la vieja escuela, aquellos demócratas orgullosos que amaban a Estados Unidos y todo lo que representaba. Eran demócratas pro-vida y pro-ley, y jamás hubieran derribado una estatua histórica o hecho un desprecio a nuestra bandera. Ellos, como otros patriotas verdaderos, están horrorizados con el rumbo del Partido Demócrata actual en manos de una Camarilla socialista borracha de poder, control y dinero.
Esos demócratas todavía viven y muchos votan a Trump, que los ha incluido en su movimiento MAGA con naturalidad. Algunos republicanos, influidos por los radicales de izquierda actuales, piensan que los demócratas son todos lunáticos que queman banderas y destruyen el legado cultural e histórico de este país, pero yo sé que eso no es cierto. Y Trump también lo sabe. Al abrir el partido a los patriotas demócratas que lo apoyan, está ampliando su base electoral y garantizando otra futura victoria electoral.
He crecido, trabajado y vivido con republicanos y demócratas patriotas que respetaban la bandera y creían firmemente en «la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Por eso me duele cuando veo el abismo que se abre entre las dos mitades de nuestra nación. Por eso, apoyo a Trump, que es hoy por hoy el líder sólido que puede unir y fortalecer al país en los conceptos más importantes.
Si queremos que Estados Unidos tenga un futuro brillante, los republicanos deben dejar de fingir que los demócratas son el enemigo. Y los demócratas deben dejar de fingir que los republicanos son el enemigo y lo peor del mundo. Somos parte del mismo pueblo y la misma nación, una historia común y un futuro que escribiremos entre todos.
Trump es un capítulo de esa historia, decisivo y trascendental, que nos conecta con lo verdaderamente importante: nuestra Constitución, nuestro legado cultural y todo nuestro potencial humano y como nación.
Para que los estadounidenses luchemos eficazmente contra la amenaza del socialismo destructor, debemos encontrar los valores que tenemos en común y unirnos en torno a ellos. La bandera estadounidense y el Juramento a la Bandera son un gran punto de partida. La bandera no es un símbolo político; es un símbolo ideológico. Cuando ondea la bandera, significa su afiliación a la ideología de la libertad sobre la que se fundó nuestra nación. Una creencia en los derechos inalienables de todos los estadounidenses. Creencia de que el gobierno debe derivar su poder de la voz del pueblo. En resumen, cree en la idea de Estados Unidos. Eso es la bandera estadounidense.
Al final del día, de eso se trata nuestra lucha. No se trata de homogeneidad de raza, género, clase o costumbre, de Trump o Biden. No se trata de que todos piensen exactamente lo mismo en todos los temas. Más bien, se trata de respetar el derecho de todo ciudadano a pensar, actuar y hablar de acuerdo con los dictados de su conciencia. En suma, se trata de unos Estados Unidos libres para todos.
Juntos, republicanos, independientes y demócratas, tenemos el poder para asegurar el legado de libertad que nuestra nación ha disfrutado durante mucho tiempo y preservar la brillante ciudad sobre la colina de la que hablaban John Winthrop y Ronald Reagan, y por la que lucharon generaciones anteriores y por la que luchan millones de patriotas actualmente.
Ese concepto está inspirado en el capítulo quinto del evangelio de Mateo, que dice: «Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder». Estados Unidos se convirtió rápidamente en un faro de libertad para el resto del mundo. No podemos abandonar ese destino porque tenemos un rico patrimonio histórico, intelectual y cultural del que vale la pena estar orgulloso y defender.