Los roles en la literatura
¿Qué está pasando en la literatura? La pregunta es inocente pero una auténtica carga de profundidad. Muchas cosas están sucediendo en torno a ésta, ya sea la más elaborada y literaria o la más comercial y popular entre los lectores. Una de ellas, y de las más importantes, es el tipo de sociedad y los modelos de comportamiento que protagonizan sus personajes.
Se habrán dado cuenta los avispados lectores que con una creciente y preocupante insistencia los personajes, conductas y modelos de comportamiento femeninos son una plaga en la literatura actual. Y digo plaga porque se extiende de forma similar a casi todas las novelas. Ya no tratan de reflejar simplemente una realidad equilibrada entre hombres y mujeres, sino que ocupan el protagonismo de las novelas e imponen sus puntos de vista, relaciones sociales, y comportamientos. La plaga es tal que tenemos centenares de libros buceando en temas únicamente femeninos. La razón es simple: las editoriales y muchos escritores se vuelcan en esto ante la realidad de que las mujeres son el sector social que más lee. La incorporación de decenas de escritoras al panorama literario ha incrementado este fenómeno, que visto desde la óptica de un lector objetivo ya es cansino, artificial, y extenuante.
Cada vez hay menos novelas que exploren temas masculinos y femeninos de una forma equilibrada, como sí sucedía en novelas ya clásicas, de manera que la pérdida de lectores masculinos es otra consecuencia inevitable de ese auge de literatura femenina, empeñada en mostrarnos a mujeres en todos los ámbitos como protagonistas absolutas, mujeres super guays (que además son irreales), mujeres por aquí y mujeres por allá, cual conejos montaraces. Es lógico, pues, que esas novelas se conviertan en pasta de lectoras y únicamente de lectoras. Luego vemos reclamaciones de igualdad hasta en la sopa, pero a la hora de la verdad ya vemos el tratamiento “igualitario” que hacen ellas, arrimando el ascua a su sardina, como reza el dicho.
La consecuencia lógica es una devastación de la literatura, un empobrecimiento de los temas que se tratan, enfocados únicamente a un sector femenino y además con enormes prejuicios y nuevos tópicos. Son cientos los ejemplos de libros que ilustran esta tesis, no tiene más que ponerse frente a un escaparate o en medio de una librería. Por el contrario, son pocos los libros que reflejen una realidad que es más equilibrada y menos edulcorada, en la que modelos sociales de hombres y mujeres conviven por igual, unas veces se imponen unos modelos y otras veces otros. La vida nos muestra que hay un predominio del modelo masculino frente al modelo femenino, esto es la realidad, pero la literatura actual está vendiendo humo, artificio, engaño….No hay equilibrio, sí hay un sesgo que se orienta claramente al público femenino por razones puramente comerciales. De manera que tenemos un montón de novedades para chicas y mujeres, literatura femenina excluyente (bueno, hay hombres que también las leen porque de todo tiene que haber en la Viña del Señor, y los hay que tragan con todo), literatura que expande roles que no se ajustan a la realidad y luego chocan con esa realidad en la que también hay (¡oh, sorpresa!) ¡hombres! Y hombres a los que les gusta leer una variedad de temas y personajes, no centrados en exclusiva en mujeres y en los modelos de mujeres que pretenden vender.
La buena literatura que incluye modelos sociales masculinos y femeninos es la que perdurará en el tiempo, como ha sucedido con novelas clásicas y best sellers equilibrados en sus contenidos, y no las historias artificiales y feministas que se intentan vender a toda costa ahora.
No podemos obviar que la lectura es hoy una actividad de ocio mayoritariamente femenina, algo que se potencia con el tipo de novelas que se publican (ya me dirán quién es el tipo que se lee según qué novelas). Si el sector editorial quiere aumentar sus ventas y ampliar sus lectores, debería empezar por recuperar a sus lectores masculinos, con especial énfasis en los jóvenes, que a falta de buenas novelas que se puedan leer por todos los públicos (haberlas, las hay, pero cada vez menos), se centran en Internet, videojuegos, series de TV, y cine.
El problema no es sólo de lectores sino también de escritores, muchos de los cuales admiten ese rol de escribir un tipo de historias enfocadas para las féminas, olvidándose de los lectores hombres. No es ya sólo que haya más escritoras escribiendo cantidad de historias que tratan temas intrascendentes y banales, es que además muchos escritores entran a ese juego con tal de vender un poco más y tener su minuto al sol.
Lamentable, pero así está la literatura actual. Un escritor, o escritora, necesita enfocarse con independencia en los temas, con un equilibrio que responda a la realidad que trata de describir. Es el único camino para llegar a todo tipo de lectores, hombres o mujeres, sin pergeñar historias discriminatorias e irreales.
Esta lucha también le corresponde al editor, pero sobre todo al escritor sin diferenciación de género.