La política exterior de Trump
La política interior ha sido una prioridad para el presidente Trump desde que entró en la Casa Blanca. Sin embargo, tampoco ha descuidado la política exterior, que se caracteriza por priorizar los intereses de Estados Unidos. La doctrina America First queda perfectamente definida en la política exterior de la Administración Trump.
Los últimos movimientos en esta área han sido especialmente novedosos y llenos de valentía política. Trump firmó la Ley de Derechos Humanos y Democracia en Hong Kong, que establece sanciones para aquellos individuos o entidades que no respeten los derechos humanos en esta región. La ley incluye una revisión periódica del estatus concedido por Washington a este territorio. Si se comprueba que a Hong Kong se le está limitando la libertad y autonomía de las que goza, por parte de China, Estados Unidos podría anular su estatus comercial preferente, que le ha permitido a la ciudad convertirse en capital financiera de Asia y puerta de entrada del 70% de la inversión extranjera que entra en China continental.
El apoyo tácito a los manifestantes de Hong Kong que luchan por la democracia ha sido toda una declaración de principios y una bofetada en la cara dictatorial de China.
Más política exterior, esta vez enfocada a México: Trump prevé incluir a los carteles de la droga mexicanos en lista de grupos terroristas. Una reclamación que algunos especialistas venimos reclamando desde hace años para poder combatirlos de forma más efectiva. Ningún presidente se ha atrevido a plantar cara a los narcos como lo está haciendo Trump. Una lucha que podría traer importantes éxitos a la Administración en los próximos años.
Desde el inicio de su presidencia, Trump ha tenido como prioridad fortalecer la contribución económica de los aliados europeos a la OTAN. La reciente cumbre en el Reino Unido, los días 3 y 4 de diciembre, ha supuesto un paso importante más para exigir que éstos paguen el 2% a la Alianza. El presidente ha desplegado su destreza negociadora en reuniones bilaterales que han hecho más por fortalecer alianzas defensivas que treinta años de cumbres inútiles.
Trump ha colocado también su política de resultados como un objetivo para la política exterior. Sin olvidar los puntos calientes planeta donde es preciso mantener la presión diplomática, militar y económica: Irán, Venezuela, Corea del Norte, China, Siria, Afganistán, e Irak. Y todo ello con un ajustado programa esfuerzo/coste/resultado que está brindando excelentes resultados. No sólo hay estabilidad mundial, sino que los riesgos se reducen considerablemente o se eliminan antes de que degeneren en situaciones más peligrosas.
En estos años, Trump ha fortalecido la alianza con Israel más allá delas palabras, con hechos y gestos concretos, como el traslado de la embajada americana a Jerusalén en 2018, el reconocimiento de la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán en marzo de 2019 y el reconocimiento de que los asentamientos judíos en Cisjordania no violan el derecho internacional, en noviembre de este mismo año. Un criterio que marca un cambio real en la política norteamericana en la zona, con un apoyo explícito al aliado israelí.
En suma, es evidente que la política exterior de Trump se basa en el desafío a las convenciones establecidas y las normas habituales de la política exterior internacional, y hace de la innovación y la sorpresa sus sellos distintivos. Un enfoque genuinamente Trump de la política exterior que está logrando buenos resultados para Estados Unidos. Y resultados es lo que busca siempre el presidente Trump.
Vemos cómo algunas de sus acciones, como el citado traslado de la embajada a Jerusalén, el muro fronterizo con México, la presión para que los aliados europeos paguen su defensa, la guerra comercial con China, el apoyo al Brexit, la retirada del tratado sobre el clima de París o el desfinanciamiento del UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), respresentan algunas de las decisiones más importantes y controvertidas de Trump que han provocado calambres y retortijones entre los supuestos «expertos». Vemos cómo en cada uno de los casos, la catástrofe y la desgracia han sido predichas, pero jamás se han cumplido. Todo lo contrario, los buenos resultados acompañan a la política exterior de Trump.
¿Qué dice esto del presidente? Pues que si no es un genio, algo que muchos sostienen, se le acerca bastante. Lo acertado de estas y otras decisiones presidenciales, así como el momento elegido para tomarlas, puede ser cuestionado. Pero es una realidad que el mundo no se ha hundido, como los progres de pacotilla anunciaban a bombo y platillo. Ni siquiera las falsas acusaciones de “islamofobia” de Trump se han hecho realidad, que cada día demuestra un sentido de la tolerancia enorme. Y hay que tener mucha para aguantar las idioteces de la prensa progre y la izquierda en general.
Es una realidad que las decisiones de Trump han sido sido liberadoras en muchos aspectos. Trump ha recuperado la innovación y la iniciativa en política exterior y dinamitado el enfoque caduco de las élites que regían la política exterior internacional, que se habían olvidado de lograr resultados, cómodamente instalados en sus poltronas.
El presidente Trump mantiene una política exterior impetuosa y firme, creativa, transgresora, poderosa, equilibrada e innovadora. Es su gran ventaja frente a las élites que le demonizan y le critican. Porque esa política logra resultados y está cambiando el mundo.