La política energética de Trump
Defensa, industria farmacéutica, ciberseguridad, desregulación, justicia, infraestructuras, programas de formación y aprendizaje laboral, tecnología…. Los campos que abordan el Presidente Trump y su Administración han sido de todo menos cómodos y fáciles. Cambios y novedades en sectores vitales para la nación que se han producido y llevado a cabo en muy pocos meses. Sin contar con los planes en marcha que se aprobarán en próximos meses respecto al plan de salud nacional y los impuestos.
La agenda presidencial, que además de poner en evidencia a los medios de comunicación mentirosos y manipuladores, tiene vitalidad de sobra para abordar los problemas de los ciudadanos, ha abierto otro frente importante en el campo energético. Los planes de la Administración republicana persiguen convertir a Estados Unidos en un país independiente en materia energética y en un exportador de energía. Para ello, se va a revitalizar la extracción de hidrocarburos y dominar el mercado a nivel mundial.
Trump quiere políticas nacionales que desarrollen las exportaciones de hidrocarburos del país, de tal modo que se convierta en otro motor que impulse el crecimiento económico. ¿Cómo conseguirlo? Básicamente quitando al gobierno de en medio para que deje de estorbar y consumir recursos. Esto se traduce en una revisión exhaustiva de las normas legislativas que afectan y limitan el desarrollo del sector energético, eliminando trabas burocráticas y barreras que impiden que se produzca más petróleo, carbón, gas y otros tipos de energía.
Uno de los cambios que marca el Presidente Trump con respecto a la anterior Administración de Obama, es el uso estratégico de las exportaciones de hidrocarburos en las relaciones internacionales de Estados Unidos. La energía es en sí misma una poderosa herramienta que apenas ha sido utilizada por el país para desarrollar políticas. Con Trump, eso cambia y la estrategia energética entra en escena. Un factor dinamizador que va a moldear el panorama mundial en los próximos años.
Estados Unidos vuelve a competir en serio en el mercado energético de la mano de la política del Presidente Trump, y esto va a producir cambios sorprendentes en los precios y en el crecimiento económico. Las cifras récord de exportación de petróleo de Estados Unidos, con 1,3 millones de barriles de crudo enviados diariamente a terceros países y los 17,51 millones de barriles diarios refinados, son sólo el principio de la nueva revolución energética que está impulsando Trump y que convierten al país en uno de los principales exportadores de gasolina y gasóleo (sólo en año y medio se ha aumentado la capacidad de refino en 800.000 barriles diarios). Y las medidas que se están adoptando van a disparar la capacidad energética de Estados Unidos y de creación de riqueza nacional.
Los planes del Presidente Trump no sólo afectan a sectores del petróleo, el gas y el carbón, sino que abrirán nuevas oportunidades para la producción de energía eólica, solar y nuclear, con la construcción de nuevos reactores que han sido frenados por largos procesos burocráticos de certificación que no estimulaban la inversión en ellos.
Bajo la Administración Trump, estamos ante la mayor revisión de las regulaciones energéticas en décadas, que afectará al desarrollo del mercado energético. Es este Presidente conservador quien está eliminando ya las trabas legislativas que impedían que Estados Unidos alcanzara su pleno potencial energético.
El Presidente Trump demuestra su liderazgo al frente del país al cruzar la frontera de la independencia energética para adentrarnos también en el dominio energético global. Esto sí es una política energética que brindará enormes beneficios a Estados Unidos. Trump lidera los cambios en el sector y marca la senda a seguir. Políticas como éstas, sin complejos, son las que definen el liderazgo norteamericano en el mundo y permiten exprimir el potencial económico estadounidense.
En este movimiento hacia la exportación de hidrocarburos y el dominio energético mundial se enmarca el nuevo oleoducto con México, que permitirá transportar 108.000 barriles de petróleo al día a este país.
Las palabras del Presidente Trump están cargadas de hechos y realidades: “Estamos iniciando una nueva era dorada para la energía estadounidense”.
Las iniciativas en materia energética, anunciadas por el Presidente Trump, marcan un punto de inflexión importante en la política nacional en esta área, con una completa revisión de la industria nuclear que permita su revitalización mediante el impulso de tecnologías nucleares de bajo coste que sustituyan a las plantas más envejecidas; las inversiones en minas de carbón de alta eficiencia y el apoyo a los sectores del gas y las nuevas energías más limpias.
Las acciones de gobierno del Presidente Trump que están contribuyendo a este nuevo enfoque energético no son sólo palabras o proyectos, sino que se centran en hechos concretos: la retirada del acuerdo sobre el clima de París, de acuerdo a datos de National Economic Research Associates (NERA) para el año 2040 habría costado a la economía americana cerca de 3 billones de dólares y 6,5 millones de empleos en el sector industrial, incluyendo 3,1 millones de puestos de trabajo en la industria; la rescisión por parte de la Agencia de Protección Ambiental del Plan de Energía Limpia de la Administración Obama, que, según NERA, habría aumentado las tarifas de electricidad un 14 por ciento, costando a los hogares estadounidenses $79 mil millones; la reactivación del oleoducto de TransCanada para construir el Keystone XL Pipeline, que creará 42.100 puestos de trabajo y aportará 3.400 millones de dólares a la economía estadounidense; el fin de la moratoria del arrendamiento de carbón de la Administración Obama en tierras federales, que representan el 40% de la producción nacional de carbón (según el American Action Forum, la moratoria podría haber costado al país miles de millones de dólares y haber destruido cientos de empleos en la industria del carbón); la rescisión de la Norma de Protección de Flujo de la Administración Obama, que habría impuesto $1.2 mil millones en costes regulatorios y agregó 218,000 horas de papeleo innecesario en negocios americanos (la Asociación Nacional de Minería estima que la norma costaría 280.000 empleos en toda la economía); la sustitución de la Norma de Fracturado Hidráulico de la Oficina de Administración de Tierras de Obama, que hubiera costado a la industria $32 millones al año, sumando $11,400 al coste promedio de un pozo de fracturación hidráulico.
Al mimar al sector energético en Estados Unidos, el Presidente Trump mima el empleo nacional porque este sector se ha convertido en líder en la contratación de trabajadores estadounidenses, con 6,4 millones de estadounidenses contratados. En 2016, el sector energético incorporó más de 300.000 nuevos empleos y se espera que añada 198.000 nuevos empleos en 2017. No parece que Trump vaya desencaminado en sus políticas energéticas y de empleo. Y eso es lo que fastidia tanto a sus rivales políticos y enemigos en la prensa. Al cuidar este sector, se abren nuevas oportunidades de prosperidad para la clase media, ya que el salario medio anual de los trabajadores de la industria de extracción de petróleo y gas es de más de $90.000. Actualmente, aproximadamente el 32% de los 6,5 millones de trabajadores de la industria de la construcción trabajan en proyectos de eficiencia energética o energética, lo que da una idea clara de la importancia del tema y de la necesidad de no hacer demagogia, como hacen los demócratas y los medios con alegre irresponsabilidad.
Ahora, con Trump aposentado en la Casa Blanca con el beneplácito de una mayoría de estadounidenses, Estados Unidos puede pasar de ser un importador neto de energía desde 1953, a un país exportador neto de energía en 2020. Una transformación revolucionaria. Cosas así marcan la historia y hacen una presidencia grande. La revolución del gas natural en los Estados Unidos implica que nuestro país será un factor global determinante en la exportación de gas natural licuado. De acuerdo a los datos de American Action Forum, las exportaciones de gas natural de 2016 a 2040 podrían traer 1,6 billones de dólares en valor comercial, aumentar los ingresos de los trabajadores en 110.000 millones de dólares y recaudar 118.000 millones de dólares en ingresos federales. Si esto no es revolucionario y un cambio histórico que baje Dios y lo vea. Y los ciudadanos. Porque lo que son los medios progresistas están ciegos, mudos y sordos.
El potencial energético de Estados Unidos es inmenso de la mano de la innovación y las nuevas tecnologías. Trump es el elemento que está abriendo la oportunidad para crear billones de dólares de riqueza nacional y desarrollo.
Mientras que Obama se lamentaba un día sí y otro también de que el país se quedaba sin energía (el problema es que él no la tenía), con Trump (que sí tiene energía de sobra) estamos explotando todos los recursos energéticos del país. Y no, no se están agotando. Según las estimaciones actuales, tenemos un 20% más de petróleo que Arabia Saudita, valorado en más de 13 billones de dólares, si los precios promedio se mantienen en 50 dólares el barril. Hoy por hoy, Estados Unidos está camino de exportar un promedio de 1 millón de barriles de petróleo al día en 2017, el doble del ritmo del año pasado. Y se espera que las reservas de gas natural sean tan grandes que puedan satisfacer la demanda interna durante casi un siglo. Para conocimiento de los medios y escépticos: Estados Unidos tienen la segunda mayor reserva de carbón en el mundo.
El Presidente Trump está cumpliendo sus promesas en materia energética. Recordemos algunas de sus palabras: «Desbloquearemos la producción de gas natural, petróleo y esquisto. Produciremos carbón americano para alimentar la industria americana. Transportaremos la energía estadounidense a través de tuberías americanas, hechas con acero americano». «Juntos, crearemos millones de buenos empleos en Estados Unidos, también empleos energéticos, y llevaremos a una increíble prosperidad en todo el país». «Serán las manos estadounidenses las que reharán este país, y será la energía estadounidense, extraída de los recursos americanos, la que alimentará a este país». «También vamos a captar plenamente la tremenda capacidad de energía de Estados Unidos. Esto creará enormes beneficios para nuestros trabajadores y comenzará a reducir nuestro déficit».
Esto es lo que está pasando. Esta es la política energética del Presidente Trump.
ara