Una de las vigas de las destruidas Torres Gemelas, retirada durante las tareas de desescombro y recuperación que siguieron a los ataques del 11 de septiembre de 2001, regresó a la Zona Cero a finales de agosto, y formará parte del complejo que se construye en memoria de las víctimas.
Es una pieza cargada de simbolismo y emotividad, que nos recuerda un pedazo de historia reciente que ha cambiado el mundo; un homenaje en sí mismo al esfuerzo de los miles de trabajadores que arrimaron el hombro de forma ejemplar en las duras tareas de limpieza y recuperación de la zona afectada.

La denominada “última columna” viene así a contribuir con su presencia al homenaje colectivo en el octavo aniversario de la tragedia que asoló Nueva York y conmocionó al país entero. Su ubicación estará bajo tierra, en el mismo lugar donde se alzaban las Twin Towers, como parte del futuro museo conmemorativo que se prepara.
Fue la última viga que se retiró de entre los escombros de la “Zona Cero” y en ella se pueden leer aún los mensajes que los equipos de rescate y familiares de las víctimas escribieron en su superficie, como un tributo, antes de que la llevaran a un hangar del aeropuerto JFK en mayo de 2002, donde se ha conservado hasta ahora.

Esta viga representa, en cierta manera, la fortaleza de la gente ante la adversidad y el embate del terrorismo ciego y sin sentido, al igual que las restantes 47 columnas que sobrevivieron al desplome de la Torre Sur, y que se convirtió en el lugar natural para expresar el homenaje de los ciudadanos, con toda clase de mensajes, cartas, banderas, rosarios, y cifras de policías, bomberos y agentes de la Autoridad Portuaria muertos en los ataques.
La viga tiene 11 metros de largo y 58 toneladas de peso, y será uno de los elementos principales que homenajeará a las víctimas en el lugar de la masacre, que contará además con dos estanques de agua rectangulares, incluidas dos cataratas, rodeados de una plaza arbolada y una construcción en la que irán grabados los nombres de las víctimas de los ataques terroristas.
El complejo estará en funcionamiento previsiblemente en 2011, cuando se cumplan los diez años de los ataques.