Distribución de libros
He aquí el quid de la cuestión en lo que se refiere a los libros. La distribución es la clave para que un título llegue a los lectores y tenga oportunidades de ser descubierto y comprado por estos. Una buena o mala distribución es lo que marca la diferencia entre libros que alcanzan el éxito mediático y de público o que quedan relegados al conocimiento de una minoría de lectores.
Para una editorial lograr una buena distribuidora es importante y difícil, pero todas las editoriales pequeñas y medianas, las editoriales independientes, sufren del mismo problema con las distribuidoras en España. Salvo contadas y honrosas excepciones, estas no pagan lo que deben, o lo hacen demasiado tarde, y además distribuyen mal o no distribuyen los libros a su cargo. Es historia conocida en el mundillo literario la sinvergonzonería de algunas distribuidoras, que se niegan a saldar sus deudas con las editoriales y que no ponen el menor interés en distribuir correctamente sus fondos editoriales, con el correspondiente perjuicio que ello conlleva para editorial y escritores.
Se habla y se escribe a menudo acerca del daño importante que hace al sector la piratería en internet, pero no es menos daño el que provocan las distribuidoras a las editoriales pequeñas y a autores con su actitud de no pagar y distribuir pésimamente (eso cuando distribuyen).
El poder de las distribuidoras no sólo afecta a las editoriales independientes, también a las grandes, a las que obligan en cierta manera a saldar a final de año novedades que han aparecido escasos meses antes y que apenas han estado unas semanas en las librerías, o influyendo descaradamente en la promoción de unos determinados títulos de su elección.
Es una de las grandes vergüenzas del sector, el papel de muchas distribuidoras vicia completamente el mercado, sangra a editoriales y autores, e impone unas políticas que estrangulan la creatividad, el dinamismo del sector y la propia rentabilidad de quienes más deben beneficiarse de su trabajo: editoriales y autores. Los porcentajes que se quedan las distribuidoras son de escándalo con mayúscula e impiden que las editoriales pequeñas puedan sobrevivir, y mucho menos los escritores a los que publican.
El papel de las distribuidoras deberá redefinirse en el nuevo entorno editorial y quizá estén abocadas a desaparecer, porque es necesario que haya más competencia, menos porcentajes abusivos, más distribución seria y profesional, pago de deudas debidas en tiempo y forma, y menos, mucha menos corrupción, que haga posible que más libros lleguen finalmente a los lectores a su debido tiempo.
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