En economía nada está escrito y todo está sometido a factores que a veces son imprevisibles y resultan determinantes. El sistema capitalista estadounidense siempre ha originado riqueza y hecho progresar a millones de personas en este país y en todo el mundo. Aun con los ciclos de crisis, depresiones y recesiones, lógicos en un sistema que no es perfecto, el capitalismo ha sabido encontrar soluciones y oportunidades que nos han beneficiado a todos.
Ahora estamos asistiendo en primera fila a un proceso que nadie, salvo unos pocos analistas y especialistas en la materia, esperaba ver: el auge de Estados Unidos como el mayor productor de petróleo del mundo. Su producción está creciendo tan rápidamente que incluso pronto podríamos superar a Arabia Saudí como el mayor productor.
Este auge vertiginoso ha sido tan inesperado que ha sorprendido a la mayoría de los expertos e introduce variables económicas muy importantes que permitirán a Estados Unidos crecer económicamente de forma más robusta. Los nuevos métodos de perforación y nuevas tecnologías que se están aplicando, en parte como respuesta a los altos precios de los países productores extranjeros, la producción de crudo y de otros hidrocarburos líquidos va camino de subir un 7% este año, a un promedio de 10.9 millones de barriles por día. Esto hace que sea el cuarto año consecutivo de aumentos del crudo y la mayor ganancia en un solo año desde 1951.

Desde las empresas de consultoría energética se admite que si hace cinco años hubieran estado de acuerdo con algunas estimaciones que hacíamos unos pocos en la comunidad de inteligencia sobre la probable independencia energética del país producto de un aumento en la producción, les habrían tachado de ilusos cegados por el patriotismo, como pasó a los que defendíamos esa hipótesis. Como el tiempo da y quita razones, aquí estamos cinco años después celebrando un fenómeno que puede variar todas las previsiones económicas e incidir de forma profunda en el crecimiento del PIB y la expansión económica.
Ahora sí, ahora el Departamento de Energía de Estados Unidos pronostica que la producción de crudo y de otros hidrocarburos líquidos, que incluye los biocombustibles, tendrá un promedio de 11.4 millones de barriles por día el próximo año. Esto sería un récord para Estados Unidos, y se sitúa justo por debajo de la producción de Arabia Saudí, de 11.6 millones de barriles. Algunos expertos del sector, con los que coincido, pronostican incluso que la producción de Estados Unidos podría llegar de 13 millones a 15 millones de barriles por día en el 2020, lo que convertiría a este país en el mayor productor mundial, con una capacidad de generar riqueza que superaría a los países árabes de Oriente Medio.
El año pasado, Estados Unidos fue el mayor productor mundial, después que los sauditas redujeron drásticamente la producción debido a los bajos precios del petróleo a raíz del 9/11. Desde entonces, los sauditas y los rusos han sido los líderes mundiales, algo que tiene los días contados. Con todo y eso, Estados Unidos todavía deberá importar gran cantidad de petróleo en los próximos años, debido a la enorme demanda interna, ya que los estadounidenses consumimos 18.7 millones de barriles por día. Sin embargo, el escenario será muy distinto al actual porque gracias al crecimiento de la producción interna y a la mejora en la eficiencia del combustible de los automóviles y los camiones del país, las importaciones de petróleo podrían caer a la mitad para el final de la década. Con todo lo que eso implica a nivel de déficits, deuda y economía.

A pesar del aumento de la producción esto no se ha traducido en una gasolina más barata, y de hecho se espera que los precios permanezcan relativamente altos en los próximos años, debido fundamentalmente a la demanda creciente de petróleo en los países en desarrollo y a la inestabilidad política que hay en Oriente Medio y el Norte de África. Si bien, este fenómeno de producir más petróleo en el país e importar menos, proporciona a la economía nacional un impulso decisivo y muy necesario que vuelve a situar a Estados Unidos en una situación de liderazgo energético muy interesante a todos los niveles. De momento, el país ya está beneficiando a las empresas petrolíferas, grandes y pequeñas, que cada vez más ven a Estados Unidos como uno de los lugares más prometedores para perforar y producir petróleo y donde están aumentando sus inversiones.
Así, el aumento de la perforación está impulsando el crecimiento económico en estados como Dakota del Norte, Oklahoma, Wyoming, Montana y Texas, todos los cuales tienen tasas de desempleo muy por debajo de la media nacional del 7.7%. Por ejemplo, Dakota del Norte se encuentra en el 3% y Oklahoma en el 5.2. Además, las empresas que sirven a la industria del petróleo, como las compañías del acero que proporcionan las tuberías de perforación y los ferrocarriles que transportan el petróleo, no son las únicas que se benefician. También lo hacen los constructores de viviendas, los concesionarios de automóviles y los vendedores minoristas de los estados productores de energía, que ven incrementos de inversiones, de consumo y de generación de riqueza.
Según datos de las firmas especialistas del sector y de la inteligencia estadounidense, el auge de la extracción de petróleo y gas, ya sostiene 1.7 millones de empleos, y permitirá la creación de otros 1.3 millones de empleos en toda la economía de Estados Unidos a finales de esta década.

Este fenómeno, imprevisible y casi inesperado por la mayoría, representa el cambio más importante en la economía desde la aparición de los ordenadores personales, que permitió subir la productividad en la década de 1990, tal y como sostienen ya numerosos y prestigiosos economistas. Muchas de sus consecuencias están aún por ver.
El factor principal que está impulsando el aumento de la producción nacional, es una nueva capacidad para extraer petróleo del suelo rocoso que antes se consideraba demasiado difícil y costoso de explotar. Ahora, las empresas perforadoras han aprendido a perforar horizontalmente en vetas largas y delgadas de lutita y otras rocas que contienen petróleo, en lugar de buscar raros yacimientos subterráneos de hidrocarburos que se han acumulado durante millones de años.
La nueva revolución petrolífera está en marcha y se está desarrollando en Estados Unidos. Nada volverá a ser igual porque todo está cambiando de nuevo.