Trump en la Conferencia de Acción Política Conservadora
El presidente Donald Trump se crece ante la adversidad y los ataques de los medios de comunicación de ultra izquierda y los socialistas del Partido Demócrata. La entrada tranquila y triunfal de Trump en el escenario de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), celebrada en National Harbor, Maryland, el pasado 2 de marzo, hizo vibrar a los asistentes y a cuantos vieron la intervención por televisión. Un abrazo a la bandera de los Estados Unidos, un gesto impensable para los haters demócratas, fue ovacionado y estableció la conexión emocional con sus votantes.
Lo que vino después, el clásico discurso de Trump en la CPAC, durante más de dos horas, fue una deslumbrante combinación de valentía, sentido del humor, optimismo, maestría y talento a espuertas que ningún demócrata ni ningún medio podrá superar o derrotar. Ese sábado, Trump pudo ganar la reelección de 2020 con su discurso. Su actitud, el bagaje de resultados que aporta, que se va a incrementar notablemente en estos dos próximos años, las promesas cumplidas y la defensa de los principios frente a los que atacan el conservadurismo con tintes claramente dictatoriales y manipuladores, colocan a Trump frente a una conclusión inevitable: va a ganar la reelección con una victoria masiva.
Su discurso, insuperable en ataques cargados de humor y acierto a los cada vez más radicales miembros y candidatos del Partido Demócrata; los argumentos sólidos para las bases que lo apoyan y su tono serio, responsable y presidencial para ponerse del lado de los ciudadanos que han soportado políticas demenciales de Obama y graves daños ocasionados por las corporaciones globales, fue incendiario, revolucionario, rebosante de entusiasmo, de lucha. Un discurso netamente americano, en la mejor tradición de las ideas que levantaron esta nación y la convirtieron en la más libre, próspera y fuerte del mundo.
Trump desgranó en un discurso improvisado los éxitos de su repertorio: «Crooked Hillary»; «Build the wall»; «America está ganando nuevamente”; «América es respetada de nuevo”; «El futuro no pertenece a los que creen en el socialismo… el futuro pertenece a aquellos que creen en la libertad”; «Necesitamos una política de inmigración que ayude a todos los estadounidenses a prosperar, prosperar y prosperar»; «Firmaré una orden ejecutiva que requiera que los colegios y las universidades apoyen la libertad de expresión si quieren dólares federales para investigación»; «Así es como me eligieron, dejando de lado el guión»; Y otras perlas que dieron cuenta de las claves de su éxito presidencial: entretenimiento, sentido del espectáculo, defensa de los principios y valores conservadores y profundidad en las ideas expresadas de forma directa y nítida.
Trump no dejó títere con cabeza sin perder el sentido del humor. Ridiculizó a los demócratas que respaldan el Green New Deal (GND): «están hablando de trenes a Hawai», dijo. «Todavía no han descubierto cómo llegar a Europa», añadió. Y les rogó que no abandonaran el GND porque reconoce que cuanto más se discuten sus detalles y costos, más absurdo se volverá.
“Ni aviones, ni energía… Cuando el viento deje de soplar, entonces se acabará tu electricidad… ‘Cariño, cariño, ¿sopla el viento hoy? Es que quiero ver la tele», apostilló con humor. «Volveremos a los barcos», añadió Trump, provocando enormes risas entre los asistentes cuando agregó: «No quiero hablar [a los demócratas] de [la GND], sólo quiero ser el republicano que va en contra de eso».
Por supuesto disparó verbalmente contra los idiotas republicanos de Never Trump: «Están en reanimación con el boca a boca», y agregó que: «básicamente son personas deshonestas» que a nadie le importan. ¡Cómo debió doler a esos mequetrefes las palabras del Comandante en Jefe y su presidente. Que lo será por mucho tiempo.
Trump bromeó sobre estar en la Casa Blanca solo en Año Nuevo debido al cierre del gobierno: «Estaba en la Casa Blanca y me sentía solo, así que fui a Irak», dijo entre risas, y recordó que cuando su avión se aproximaba a la pista de aterrizaje: “En Irak, todas las luces tenían que apagarse para aterrizar. Gastamos billones de dólares en Medio Oriente y no podemos aterrizar aviones [en Irak] con las luces encendidas», completó meneando la cabeza con incredulidad. Luego habló sobre los generales que conoció allí, quienes, a diferencia de algunos miembros del Pentágono con los que trata, que se la cogen con papel de fumar, afirmaron sin dudar que podrían terminar de vencer a ISIS en una semana. Como así se ha hecho. Trump siendo Trump: «A veces aprendo más de los soldados que de los generales», dijo antes de pasar con habilidad de las bromas a los temas más importantes.
El presidente demostró que es un maestro de la improvisación y domina enorme cantidad de información. Cubrió los temas más importantes durante más de dos horas sin despeinarse. Supo mantener un equilibrio entre la empatía hacia los inmigrantes trabajadores y la mano firme contra los delincuentes, traficantes de drogas y criminales que se infiltran en las caravanas de inmigrantes ilegales y que están violando sistemáticamente a las mujeres. Y apostó de nuevo por un sistema de inmigración justo basado en habilidades y méritos.
Trump explicó bien sus negociaciones con Corea del Norte para desnuclearizar la península, y con China para obtener un buen acuerdo comercial. Y cómo prefiere no firmar nada a firmar una mierda de acuerdo sólo para dar gusto a los medios hipócritas. La gente lo entendió de maravilla. Sus negociaciones se van a estudiar en las universidades dentro de poco. Seguro.
Fue un discurso trumpiano, de los que desquicia a los rivales, y en el que expuso cada punto importante de desacuerdo entre los republicanos y los demócratas: aborto, la Segundo Enmienda, impuestos, inmigración, sanidad, sector energético, etc.
Trump sentó las bases centrales de su ideario para la reelección en 2020: «Creemos en el Sueño Americano, no en la pesadilla socialista», afirmó en un momento dado con brillantez. «Ahora tienes un presidente que finalmente está defendiendo los Estados Unidos». El futuro, dijo, «no pertenece a los que creen en el socialismo. El futuro pertenece a los que creen en la libertad. Lo he dicho antes y lo diré nuevamente: Estados Unidos nunca será un país socialista». Es una idea que ha calado en la sociedad estadounidense y que va a ayudar en su reelección. Trump es el anti socialismo, el muro contra toda la miseria y desgracia que conlleva el socialismo. El muro. ¿Lo pillan? El muro es el propio Trump, con el que no pueden ni los medios enemigos del pueblo ni unos candidatos demócratas cada vez más ñoños y radicales en sus ideas socialistas.
El presidente Trump abandonó el salón de baile del The Gaylord Resort and Convention Center tras un discurso desafiante y enérgico, aclamado y vitoreado por los asistentes en medio de un ambiente triunfal. Un ambiente que anticipa reelección en 2020.
Les dejo un vídeo con algunos de los mejores y más divertidos momentos del presidente Trump durante el discurso: