Trump gana a los fiscales de Nueva York y al abogado Michael Avenatti
Durante estas pasadas semanas, Donald Trump ha recibido excelentes noticias desde el ámbito judicial que lo reivindican una vez más como inocente de cuantas acusaciones presentan contra él. No lo verán en los medios progres que se han dedicado durante años a difamarlo y lanzar acusaciones sin ninguna base. Tampoco de aquellas personas que han hecho seguidismo de ello en las redes sociales como auténticos idiotas.
Para empezar, el Noveno Circuito emitió un fallo final en el caso de la demanda frívola que había presentado Stephanie Clifford (también conocida como Stormy Daniels) en contra de Trump, presentada por su abogado, Michael Avenatti, confirmando el fallo del tribunal inferior de que le debe casi 300.000 dólares en honorarios de abogados, costes y sanciones (sin incluir los costes de apelación). El fallo ha sido una victoria total y completa para Trump, que ha demostrado que jamás tuvo una aventura con semejante persona. La demanda fue un truco político que nunca debería haberse permitido que sucediera. Por si esto no bastara, el Noveno Circuito emitió otro fallo de honorarios de abogados a favor de Trump y contra Stephanie Clifford (“Stormy Daniels”), esta vez, otorgando a Trump la bonita cantidad de 245.209.67 dólares por los honorarios incurridos en su apelación en el Noveno Circuito de su demanda fallida en su contra, desestimada bajo el Estatuto Anti-SLAPP de Texas.
Desde ahora, Stephanie Clifford le debe a Donald Trump 538.262.00 dólares. Ya puede rascarse el bolsillo.
Por otra parte, Trump ha derrotado a los fiscales de Nueva York que lo han perseguido si ninguna base, únicamente por motivaciones políticas, para ponerlo en el puto de mira de los medios sectarios progres.
Así, el fiscal de Manhattan, Alvin Bragg, suspendió ‘indefinidamente’ la investigación que tenía abierta sobre Trump y dejó de presentar cargos. Los principales fiscales renunciaron también siguiendo la decisión de Bragg: Mark Pomerantz y Carey Dunne, que han estado al frente de la investigación-persecución bajo la dirección del ex fiscal de distrito Cyrus Vance, presentaron sus renuncias el mes pasado, después de que Bragg comenzara a plantear dudas acerca de presentar un caso contra Trump. No había por donde cogerlo y todos lo sabían.
La investigación la abrió Vance en 2019 y estaba centrada en un posible fraude bancario, fiscal y de seguros. El caso involucró transacciones financieras de las propiedades de Trump en Manhattan, incluido su buque insignia, el edificio de la Quinta Avenida, la Torre Trump, y la valoración de su propiedad de 213 acres Seven Springs en Westchester.
«Ha tomado la decisión de no seguir adelante con la presentación ante el gran jurado y no presentar cargos penales en este momento», escribió Pomerantz en su carta de renuncia, publicada por primera vez en el New York Times. «La investigación ha sido suspendida indefinidamente», añadió. Fuentes solventes relacionadas con la investigación-persecución llevada a cabo señalan que el factor desencadenante de las renuncias de los fiscales ha sido la «Declaración de condición financiera» de Trump, que informa sobre los activos, pasivos y capacidades de una entidad para recaudar y usar fondos. De acuerdo a estas fuentes, Trump en realidad no infló sus estados financieros, como habían anticipado y asegurado los fiscales pro demócratas, sino que subvaluó sus activos. Al fin y al cabo, inflar o desinflar los valores de los activos es algo común en la industria, es legal y nunca es procesable. Trump nunca incumplió los pagos a los bancos y su declaración de condición financiera incluía «advertencias» que «refutaban» las afirmaciones de la oficina del fiscal.
Otra fuente familiarizada con la investigación-persecución reconoció que el caso contra Trump era de carácter político y estaba alimentado por sus enemigos políticos demócratas y aseguró que Pomerantz: «en primer lugar, no debería haber estado nunca en la oficina del fiscal”. Antes de unirse a la oficina de Vance, Pomerantz fue asesor legal en el bufete de abogados demócrata de Nueva York Paul, Weiss, Rifkind, Wharton & Garrison. Se despidió de la firma el año pasado para unirse a la oficina de Vance para investigar los tratos financieros de Trump. O sea, para acosarlo. El hermano del líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, Robert Schumer, es socio de esa firma. Pomerantz donó a la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016. Blanco y en botella. Los hilos lo relacionan con los demócratas y sus tejemanejes para desprestigiar a Trump.
Otra fuente que conoce bien la investigación-persecución ha declarado que: «Es un gran tributo al sistema que Alvin Bragg entrara y detuviera la injusticia contra Trump. Bragg y su equipo hicieron lo legal y moralmente correcto, y no siguieron la ruta política típica». Esta persona agregó que Bragg y su equipo: «se dieron cuenta de que no tenían caso, y lo detuvieron».
Otro punto de inflexión en el caso fue que el pasado noviembre, durante las últimas semanas del mandato de Cyrus Vance, la oficina del fiscal de distrito de Manhattan convocó a un nuevo gran jurado que estaba programado para funcionar durante seis meses. Esto significa que en abril se enfrentaban a una fecha límite con el gran jurado. Si no hubieran presentado cargos en abril, habrían tenido que decidir si tratar de extender el término del gran jurado o comenzar la investigación otra vez con un nuevo gran jurado. Otra pérdida de tiempo y recursos públicos, a la vista de que no había pruebas ni caso. De acuerdo a los informes de la fiscalía, Bragg les dijo a sus asistentes que para que el caso avanzara, necesitarían descubrir nuevas pruebas, pero los investigadores consideraron que ese escenario es muy poco probable por no decir imposible.
Entretanto, el abogado de Trump, Ronald Fischetti, le dijo al New York Times que Pomerantz: «tuvo la oportunidad de presentar los frutos de su investigación al fiscal del distrito y a su personal superior en varias ocasiones y fracasó». Esto es así. No hay vuelta de hoja.
Nadie hubiera entendido que se siguiera persiguiendo a Trump por supuestos delitos triviales, cuando la fiscalía es negligente en el enjuiciamiento de delincuentes graves en la ciudad de Nueva York.
Dos de los casos judiciales que los medios aprovecharon durante años para echar mierda contra Trump se han esfumado y quedado en nada porque nada había de real en ellos. Ni pruebas ni casos. Trump era y es inocente.
Los medios progres, tan corruptos, desvergonzados, manipuladores y mentirosos, no pedirán disculpas ni se retractarán de tantas noticias falsas, pero han quedado expuestos una vez más en su miseria intelectual y humana.
Donald Trump tenía razón otra vez en todo, ha luchado y ganado. Bravo por él.