El liderazgo mundial de Estados Unidos
Desde hace más de cien años, Estados Unidos viene ejerciendo un liderazgo mundial indiscutible, pero no siempre lo ha hecho de la misma manera en todo este tiempo. A raíz de los ataques terroristas del 11/S, ese liderazgo tuvo que hacerse duro, hegemónico y unilateral, obligado por la guerra contra el terrorismo.
Las decisiones difíciles que hubo que tomar en estos diez años de conflicto, cobraron un precio importante en la imagen del país. Si bien es cierto que en estos años Estados Unidos sembró respeto internacional, eficacia antiterrorista y un enorme poder militar global, también lo es que otros aspectos de ese liderazgo soportaron duras críticas por parte de ciertos medios y sectores.
Más allá del ecuador de la presidencia de Obama, que tantas expectativas despertó, las cosas se han equilibrado y, tras casi tres años de políticas no siempre efectivas ni adecuadas, ahora ese liderazgo nacional vuelve a incrementarse sustancialmente después de la operación que liquidó a Osama Bin Laden. Su imagen personal es menos brillante y se ha deteriorado con el ejercicio del poder, sometido a las realidades de un mundo inestable y en continuos riesgos, pero el éxito de la Operación Gerónimo lo ha catapultado con un nuevo liderazgo más sólido, realista y en línea con la política tradicional de Estados Unidos. En términos de imagen del país, en estos tres años ésta ha sufrido variaciones importantes. Por una parte, en ciertos momentos ha menguado la sensación de liderazgo mundial consistente, con políticas poco firmes que no siempre han respondido a una dirección clara, pero por otra parte es incuestionable que uno de los logros del presidente Obama ha sido restañar heridas y recuperar el prestigio de los Estados Unidos en otros aspectos, como la aceptación y popularidad de su Administración y del propio país a nivel internacional. Logros a los que hay que añadir el muy importante de haber eliminado al enemigo público número uno. Aunque en este caso, se trata de un mérito compartido con las fuerzas armadas, la comunidad de Inteligencia y el anterior presidente George W. Bush.
Sea como sea, el modo en que Estados Unidos ejerce ahora su liderazgo global recibe la aprobación de la mitad de los ciudadanos del mundo, un 47 por ciento, y es desaprobado sólo por un 21%, según recogen datos de un reciente sondeo de Gallup llevado a cabo en 116 países. El presidente Obama sigue siendo, con diferencia, la figura política mundial más respetada y admirada, con un nivel de popularidad que se ha incrementado del 46 hasta el 50-57 por ciento, algo que ha influido de forma decisiva en el cambio de imagen del país en todo el mundo, en contraste con los últimos meses de la presidencia de George W. Bush, cuando predominaba la desaprobación (injusta) al país, con un 38 por ciento frente al 33 por ciento de aprobación.
La forma de ejercer el liderazgo, que en realidad sigue siendo el mismo, pero con otra actitud y planteamientos, es la clave de este resurgir de la imagen de Estados Unidos en el exterior. Un cambio positivo para el propio país, que tradicionalmente contó con el favor y el respeto de los ciudadanos de todo el mundo, algo que siempre revirtió en mejores negocios, empleos y oportunidades para los ciudadanos estadounidenses.
A poco más de un año del fin del mandato presidencial, Obama se apunta así uno de sus grandes logros, al cambiar la percepción del mundo sobre Estados Unidos y sobre su propio liderazgo como presidente y Comandante en Jefe, lo que tiene beneficios a todos los niveles. Transformar esto en nuevos empleos, crecimiento económico, unidad nacional y avanzar en la eliminación de Al Qaeda, son sus próximos retos antes de afrontar la trascendental elección de 2012.