Trump y Flynn, dos héroes americanos
En 2016, dos héroes americanos se alzaron con el apoyo de la mayoría de los estadounidenses: Donald Trump y Michael Flynn. El primero fue elegido presidente de los Estados Unidos, que a su vez eligió al segundo como asesor de seguridad nacional, en 2017, después de que lo hubiera acompañado durante la campaña electoral como uno de sus más cercanos consejeros y aliados.
Los medios de Fake News trataron y siguen tratando de derrocar al presidente con manipulaciones interesadas. No lo han conseguido. A Michael Flynn, lo envolvieron en la inventada trama del Rusiagate y forzaron su cese. Trump no tuvo alternativa para protegerse. Esta semana la Justicia ha reivindicado a los dos. La desestimación de los cargos contra el general Flynn en el caso que estaba en el tribunal, no sólo exonera de culpa a éste, sino que se convierte en una baza electoral poderosa para Trump. De hecho, bien podría ganar la reelección gracias a esta victoria judicial que ha convertido la semana pasada en una de las más exitosas, junto a la brillante gestión de la crisis del coronavirus.
Hasta el jueves pasado, los medios habían entrado en una dinámica de negar al presidente las posibilidades de reelección, que vivía uno de los momentos más difíciles por las consecuencias de la crisis del COVID-19. Aunque la base electoral de Trump es muy sólida, los ataques de la prensa se han encarnizado aún más porque son conscientes de que este es el último cartucho que les queda para derrotarlo ante la opinión pública.
La economía de Trump, ese prodigio de crecimiento y empleo, un verdadero milagro económico después de las desastrosas políticas de Obama, que había estado en auge hasta ahora, y uno de los ejes centrales de su campaña de reelección, se encontraba golpeada y paralizada por el virus chino. El pánico por el coronavirus, atizado por unos medios escandalosamente parciales y en modo alguno objetivos, ponían contra las cuerdas al presidente. Sin embargo, el jueves la narrativa informativa cambió y los medios patinaron en masa y se dieron el trompazo del año. El general Michael Flynn era exonerado de los cargos, inocente como un bebé, y una vez más los medios que se habían pasado estos tres años mintiendo sobre el caso, volvían a quedar con el culo al aire, en evidencia y expuestos en su miseria moral y profesional. Engañaron a los ciudadanos, lo mismo que están haciendo con la crisis del coronavirus.
El pasado jueves, el Departamento de Justicia retiró todos los cargos contra Mike Flynn, el que fuera primer asesor de seguridad nacional de Trump, y todo volvió a cambiar en unas horas repentinamente. Desde el primer mes de la nueva Administración Trump, el general Flynn fue emboscado por un pícaro del FBI bajo el mando del director James Comey, fue obligado a abandonar el cargo después de sólo 24 días, acusado de «mentir al FBI» por la investigación judicial emprendida por Robert Mueller sobre la «colusión» inexistente de la campaña electoral de Trump con Rusia, y coaccionado en una declaración de culpabilidad de un solo cargo. Ahora el presidente finalmente es libre de atacar a aquellos que le negaron sediciosamente su victoria electoral. Incluso es libre de traerlo de regreso a trabajar a la Administración.
Despojado de su oficina, su dignidad y su dinero, el general Flynn, el ex jefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa bajo Barack Obama (que se la tenía jurada, y de ahí las trampas), y breve asesor de seguridad nacional de Trump, estaba esperando la sentencia por un crimen que no sucedió. Y entonces explotó la noticia de la desestimación de cargos. ¿Qué cambió? Flynn seguía siendo un inocente envuelto en una telaraña de engaños amañados. Su nueva abogada, la combativa e inteligente Sidney Powell, lideró su defensa, y un fiscal general (William Barr) decidido a que se hiciera por fin justicia de verdad.
El Equipo de defensa jurídica del general Flynn consiguió extraer un archivo de documentos confidenciales que indican la malversación de su enjuiciamiento malicioso por parte de un escuadrón de mentirosos del FBI dirigido por el repelente Peter Strzok, supervisado por Comey y por otros remanentes con ansias de venganza (por no decir otra cosa más grave) de la Administración Obama, como la Fiscal General Adjunta Sally Yates, el Jefe de la CIA John Brennan y el Director de Inteligencia Nacional James Clapper.
Al retirar todos los cargos contra Flynn, el Fiscal Federal Timothy Shea escribió lo siguiente: «Después de una revisión considerada de todos los hechos y circunstancias de este caso, incluida la información recientemente descubierta y revelada… el Gobierno ha concluido que el interrogatorio del FBI al Sr. Flynn no estaba justificado por la investigación de contrainteligencia del FBI sobre el señor Flynn».
En otras palabras, Flynn fue emboscado desde el principio con argucias legales. Lanzaron a Flynn a los medios deshonestos y Trump se vio atado de pies y manos para defender a uno de los principales asesores de su campaña. Los medios, con el colmillo goteando al intuir sangre, volvieron su mirada depredadora al fiscal general, Jeff Sessions, quien rápidamente se recusó de cualquier tema relacionado con la «colusión rusa». Y así, de esta manera, la bola se hizo más grande y aplastó y destruyó vidas y carreras de cuantos se cruzaban a su paso, devorando dinero público y tiempo valioso, en una investigación absurda que culminó con el informe de Robert Mueller tras dos años de despilfarro.
La cabeza del general Flynn era parte de un botín más sustancioso: la presidencia misma. Los medios y el establishment pensaban que si caía Flynn, caía Trump. Pero el general ha mantenido la línea de defensa con una entereza envidiable. Se preguntarán por qué la Administración Obama y sus adláteres odiaban a este buen hombre si hasta lo nombraron director de la DIA. La razón es sencilla: el general Flynn se negó a minimizar la amenaza islamista como querían los de Obama, y una semana después de su nombramiento, Flynn puso a un Irán beligerante «en aviso» por violar los términos del desastroso acuerdo nuclear de Obama con ese país. No tardaron en indicarle la puerta de salida en 2014 antes de que siguiera avisando de otras amenazas. Flynn no se callaba. Se la tenían jurada. Pero ahora los ha ganado a todos en una partida magistral.
¿Qué si Mike Flynn cometió errores? Sí, claro, es humano. El general condecorado nunca debería haberse involucrado en cabildear para la Turquía del régimen de Erdogan. Fue una ingenuidad de un militar que acababa de aterrizar en el nido de traiciones de Washington D.C. Trump era el otro ingenuo al principio, pero no lograron entramparlo nunca. Flynn nunca sospechó que estaba siendo engañado por hombres que consideraba colegas, especialmente cuando sólo estaba haciendo su trabajo al reunirse con el entonces embajador ruso. Sin embargo, nada de eso excusa la mala conducta de la galería de pícaros de Obama, todos los cuales deberían estar pidiendo perdón ahora mismo.
En este momento, el futuro está abierto. Trump, el fiscal Burr y la abogada Powell le han dado a sus seguidores, que son millones y leales como nadie, una importante victoria sobre el torparrón Mueller y el falso santurrón Comey. Mientras tanto, en las sombras, Barr y el DNI en funciones, Richard Grenell, están desclasificando y publicando documentos que revelarán aún más detalles sobre el complot criminal de los demócratas contra el presidente Trump. Va a ser divertido. Cojan sus palomitas.
Mientras tanto, los medios de comunicación abonados al Fake News y que se adjudicaron a sí mismos una gran cantidad de Premios Pulitzers por su cobertura de la falsa «colusión», han sido expuestos como los tontos del culo que son, partidistas, creadores de narrativas falsas y negativas son el presidente y vendedores de humo a la ciudadanía.
A medida que el país se recupera del cierre económicamente desastroso por la crisis del coronavirus, Trump ha comprendido, gracias a algunos de sus más estrechos asesores, que necesita apartar un poco a los médicos, ignorar a los medios de comunicación manipuladores, y reanudar en su lugar sus políticas económicas y de empleo de éxito, además de reivindicar la figura del general Michael Flynn una vez se ha hecho justicia.
La astuta abogada del general Flynn, Sidney Powell, ha declarado que la acusación intentó: “destruir a un hombre honesto”. ¡Qué bien lo ha expresado! Así es. Y ha ido más lejos y de forma acertada al añadir que: “ el enjuiciamiento del ex asesor de seguridad nacional por parte del Departamento de Justicia fue un intento de destruir al presidente Trump”.
Léalo despacio y asimílelo porque es la pura verdad. Todos los que valoramos estos temas con imparcialidad, lo sabemos desde hace tiempo. Sidney Powell, que se hizo cargo del caso de Flynn el verano pasado, apareció esta semana en la Fox News para ser entrevistada por Sean Hannity y celebrar la victoria después de que el Departamento de Justicia retirara los cargos penales contra su cliente. Me quedo con esta declaración suya concisa y certera:
«Este fue un esfuerzo deliberado, malévolo y concertado para destruir a un hombre honesto y así llegar al Presidente de los Estados Unidos. No hay ninguna duda al respecto». Efectivamente, ha quedado demostrado. Y, por eso, la mayoría de los medios no divulgarán demasiado sobre el caso. Los deja en evidencia y los medios manipuladores nunca rectifican.
Repasemos algunos hechos: Flynn se declaró culpable en 2017 de mentir a los agentes del FBI sobre sus comunicaciones con el embajador ruso. Después, intentó retirar su declaración de culpabilidad.
Los documentos judiciales publicados que ponen en duda los motivos del FBI en el caso Flynn jugaron un papel determinante en la decisión del Departamento de Justicia de retirar los cargos. Powell dijo que la evidencia de la inocencia de Flynn está expuesta en esos documentos judiciales:
«Animaría a las personas a leer los documentos en sí», dijo ella en la entrevista. «Es importante que las personas lo vean por sí mismas, la evidencia real en la escritura y en los documentos del propio gobierno». No hay ninguna duda después de verlos, se lo aseguro.
El reputado profesor emérito de derecho constitucional y penal de Harvard, Alan Dershowitz, también ha defendido públicamente esta semana al general Flynn y ha sido infalible al valorar el caso: «Flynn fue inocente todo el tiempo, fue presionado para declararse culpable». Y asegura que: «nunca debería haberse declarado culpable porque no cometió un delito». Lo analiza con su maestría habitual y expone que:
“Para que una mentira sea un delito según la ley federal, debe ser material para la investigación, lo que significa que las mentiras pertenecen a los problemas que se investigan legítimamente. El papel del FBI es investigar crímenes pasados, no crear nuevos. Debido a que los investigadores del FBI ya sabían la respuesta a la pregunta que le hicieron, si había hablado con el embajador ruso, su propósito no era obtener nueva información relevante para su investigación, sino más bien tenderle una trampa de perjurio. Cuando le hicieron la pregunta a Flynn, grabaron su conversación con el ruso, de la cual presumiblemente no estaba al tanto. Por lo tanto, su respuesta no fue material para la investigación porque ya tenían la información sobre la que estaban investigando”.
Más comentarios de Alan Dershowitz antes de la desestimación de cargos:
«Espero que el juez entienda que Flynn no cometió un delito al mentir porque la mentira tiene que ser material para la investigación. Y si el FBI ya sabía la respuesta a la pregunta y sólo le hizo la pregunta para darle la oportunidad de mentir, su respuesta, incluso si es falsa, no fue material para la investigación”.
«Algunos pueden preguntarse por qué un hombre inocente alguna vez se declararía culpable. Cualquiera que sepa cómo funciona el sistema legal en la práctica entendería por qué un hombre inocente, o un acusado en un caso cerrado, podría ser obligado a declararse culpable. La cruel realidad es que si un acusado se declara inocente y es declarado culpable, la sentencia será mucho mayor que si se hubiera declarado culpable, tal vez incluso 10 veces mayor. Estos son los tipos de presiones que los fiscales utilizan habitualmente”.
Lo importante de todo esto es que el general Mike Flynn y su familia han sobrevivido a los ataques injustos de estos años y han sido reivindicados. Es una historia de triunfo de la justicia de verdad, de un hombre inocente entrampado por cuestiones políticas partidistas, de éxito de la tenaz abogada Powell y de un presidente Trump que se ve así reforzado de cara a la reelección. Flynn era uno de los estrechos asesores del presidente y puede volver a serlo. No es el único asesor y colaborador leal que tiene. Los medios de Fake News no podrán destruir a los hombres buenos del presidente. Tampoco a los dos héroes americanos en que se han convertido Trump y Flynn.