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El candidato a la presidencia de Estados Unidos

Algunas de las buenas cosas que conllevan los procesos electorales es la apertura de debates sobre temas de interés nacional y para la sociedad en su conjunto. Lo vemos continuamente y en particular cuando se acercan las elecciones presidenciales.
Las primarias del Partido Republicano, que deberán determinar el candidato republicano que se enfrentará a Obama en noviembre de 2012, están poniendo sobre la mesa algunos de los temas candentes, pero aún deberán afrontar otros asuntos que serán decisivos para la elección y, lo más importante, para el rumbo del país en el futuro inmediato.

El candidato republicano que desee derrotar a Obama y aspirar a la presidencia con garantías de que el pueblo estadounidense le escuchará, no sólo deberá hablar de déficit, presupuestos, recortes, empleo y deuda nacional, aunque también, sino de aquellas inversiones que hagan de este país más competitivo a nivel internacional. Ése es un tema vital porque son ya muchos los países que le plantan cara a la economía norteamericana.
Un candidato ganador deberá empezar a hablar de inversiones estratégicas en infraestructuras básicas del país, como carreteras, puentes, redes ferroviarias, alcantarillado y sistemas de abastecimiento, así como el acceso a la banda ancha de Internet, la expansión de la alta tecnología a todo el país y nuevas fuentes de energía medioambientalmente más limpias.

Un candidato que aspire al Despacho Oval en 2012 necesitará empezar a hablar de cómo hacer que el papel del estado sea más eficiente con menos recursos, en especial en defensa, educación y sanidad, y cómo la inversión privada debe estimular la economía nacional para convertirla en más competitiva a nivel global y generadora de nuevos puestos de trabajo. Esto hará un país más fuerte y menos dependiente del endeudamiento público, que siempre termina pasando una factura más elevada que es preciso saldar con enormes sacrificios.
El candidato ganador deberá empezar a hablar de cómo invierte Estados Unidos su capital económico y humano para apuntalar al país entre los más competitivos en la nueva economía mundial, lo que pasa por construir una moderna infraestructura en puertos, aeropuertos, carreteras, fuentes de energía, educación de calidad, tecnología y acceso a Internet de alta velocidad para más gente.

Quien desee sentarse en la Casa Blanca va a tener que empezar a hablar más allá de deuda y presupuestos, recortes y austeridad. Deberá presentar el cómo y cuándo de un programa nacional que permita a Estados Unidos liderar el crecimiento económico con planteamientos más creativos, con más ideas innovadoras y una visión optimista del futuro que entronque con la tradición emprendedora de este país.
El candidato que aspire a presidente debe empezar a marcar el camino al resto del país con unas cualidades de liderazgo que arrojen luz sobre los temas vitalmente importantes, más allá de las encuestas, los populismos, los lobbys y los intereses de partido. Porque ese candidato será el que ganará, afrontará los verdaderos desafíos y estará llamado a ser el nuevo presidente de Estados Unidos.




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