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Veteranos Nisei de la Segunda Guerra Mundial

Coincidiendo con el Día de los Veteranos, este 11 de noviembre, a lo largo y ancho de Estados Unidos se celebran numerosos desfiles y actos para honrar a los veteranos que participaron en las distintas guerras.
El pasado día 1 se le concedió la Medalla de Oro del Congreso, la mayor distinción civil del país, a algunos de aquellos ciudadanos de origen japonés que lucharon en la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la discriminación y los prejuicios que sufrieron en su día. Son actos como estos los que nos reconcilian con la historia y los que hacen justicia.
La medalla es un reconocimiento al Batallón 100 de Infantería, el Servicio de Inteligencia Militar y al Equipo de Combate del 442 Regimiento, por sus hazañas en la Segunda Guerra Mundial, incluyendo el rescate de un batallón atrapado en la cordillera de los Vosgos, en Francia, entre otros actos de heroísmo.

En una ceremonia celebrada en el Capitolio de Washington D.C., cientos de veteranos ancianos de origen japonés, muchos de ellos en sillas de ruedas, recibieron la Medalla de Oro de manos de los principales líderes del Congreso.
Las palabras del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, en la lectura que hizo de la ley aprobada por el Congreso el año pasado y que otorga este reconocimiento, pusieron el acento en lo importante: «Estados Unidos estará siempre en deuda con el valor, el coraje y la dedicación de estos hombres para su país, que tuvieron que combatir dos frentes, la discriminación en casa y la lucha contra el fascismo”. Se puede decir más alto pero no más claro.

Los hechos históricos nos cuentan la acción de personas normales que se comportaron con heroísmo. Después de que los japoneses atacaran Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, Estados Unidos detuvo a 120.000 estadounidenses de origen japonés en campos de detención, clasificándolos como un riesgo para la seguridad del país, a pesar de que la mayoría de ellos no había nacido en Japón. Eran los estragos que provocaban el miedo, el racismo y la guerra. A pesar de ello, estadounidenses de origen japonés se alistaron como voluntarios para defender a los Estados Unidos. El regimiento de infantería 442, el Servicio de Inteligencia Militar y el Batallón 100 de Infantería, compuestos por muchos estadounidenses de origen japonés, lucharon en Italia, Francia y Alemania y se convirtieron en las unidades más condecoradas en la historia, con 21 Medallas de Honor y 4.000 estrellas de bronce. Conocidos como Nisei, una palabra japonesa usada para referirse a los hijos de inmigrantes japoneses en Estados Unidos, los soldados sufrieron bajas importantes en múltiples campañas, mientras los familiares en casa eran detenidos y discriminados debido al fervor antijaponés que expandió la guerra.

No es extraño en absoluto que durante la ceremonia el senador estadounidense Daniel Inouye, demócrata por Hawai, de origen japonés, que sirvió en este regimiento, declarara: «Esta ha sido una larga y gloriosa jornada (…) Estoy seguro que los que yacen en los cementerios están complacidos con este día».
Inouye era teniente segundo en 1945 cuando dirigió a su pelotón en un ataque contra posiciones enemigas en Italia, sufriendo heridas que requirieron la amputación de su brazo derecho. Anteriormente fue galardonado con la Medalla de Honor, la Cruz de Servicio Distinguido, la Estrella de Bronce y el Corazón Púrpura, entre otros honores.

El comandante del Pacífico, el general Douglas MacArthur, agradeció su labor a la unidad de inteligencia, que tradujo documentos e interrogó a prisioneros, una aportación vital para acortar la duración de la guerra. El ejército japonés tenía una gran experiencia en códigos cifrados y una gran habilidad para crearlos. Pero ya en 1922, la Oficina de Inteligencia Naval norteamericana obtuvo una copia del Código Secreto de la Armada Japonesa, el «Code-1918», y lo tradujo en cinco años. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército japonés creó y usó numerosos códigos adicionales y el ejército estadounidense tuvo la posibilidad de descifrar varias partes de estos códigos; el ‘Purple Code’, también conocido como JN-25, era el más importante; fue elaborado en grupos de cinco cifras que permitió cuarenta y cinco mil signos en dos diccionarios diferentes, un código alfabético y otro numérico. La transmisión de mensajes en los códigos Rojos y Purpúra y el uso continuado de las mismas claves ayudó a la inteligencia americana a descubrir información muy importante y a descifrar los códigos Momsen japoneses.

El representante Mike Honda dijo que su difunto padre Byron Honda fue voluntario en esa unidad con la esperanza de «servir a su país, en defensa de la constitución mientras que el gobierno estadounidense confinó a su familia, incluyéndome a mí, en un campo alambrado». Palabras duras que reflejan el sacrificio de cientos de hombres y mujeres que actuaron con patriotismo más allá de los sacrificios impuestos por un entorno hostil. Una lección que no podemos ni debemos olvidar. Mientras muchos japoneses-americanos eran injustamente arrestados debido únicamente a su raza, estos hombres valientes dieron un paso adelante para defender a su nación. Su valentía no solamente ayudó a ganar la guerra sino que también trazó el camino a una nación más justa y tolerante.
Esta merecida Medalla de Oro del Congreso honra a los veteranos Nisei y demuestra la grandeza de este país para quienes lo defendieron en las horas más duras.




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