Trump: un mandato presidencial para el liderazgo
Algunos de los mejores y más sólidos intelectuales estadounidenses trabajan actualmente en la Administración Trump. Es por ello que este primer año de presidencia ha sido tan exitoso. Muchos especialistas proceden de diversos campos: economía, defensa, inteligencia, política, derecho, etc. Entre ellos encontramos a profesionales de sólida reputación procedentes de The Heritage Foundation, cuya guía de recomendaciones políticas “Mandato para el liderazgo” ha sido llevada a cabo en dos tercios en este primer año de Donald Trump en la Casa Blanca.
La publicación «Mandato para el liderazgo» incluye aproximadamente 334 recomendaciones de política en diversas áreas. Heritage ha determinado que el 64% de éstas se han incluido en el presupuesto de Trump y se han implementado. Un éxito colosal para el conservadurismo.
De este modo, el presidente Trump ha comenzado a desarrollar su presidencia bajo los mismos principios que ya hicieran a Ronald Reagan uno de los mejores presidentes de la historia y azote de la progresía mundial: empresa libre, gobierno limitado, libertad individual, valores tradicionales de Estados Unidos y una sólida defensa nacional.
No son principios inventados por una clase gobernante alejada del pueblo, sino que emanan del mismo y entroncan con el espíritu auténtico de la Constitución americana. Son los principios conservadores que llevaron a este país al liderazgo mundial y al progreso real de sus ciudadanos.
Trump ha impulsado sus políticas en estos principios sin desviarse en concesiones a los medios de comunicación, la prensa o los grupos de presión. Su resultado es un crecimiento económico que ha convertido a Estados Unidos en un país que genera mayor riqueza y empleo para todos, con una defensa nacional más fuerte, valores morales activos y el restablecimiento del imperio de la ley.
Al desarrollar el “Mandato para el liderazgo” estamos logrando objetivos que habían sido abandonados y descuidados por anteriores Administraciones: aumentar la seguridad en las fronteras y evitar que la inmigración ilegal se dispare, con el cese de los problemas inherentes que conlleva; centrar la atención de nuevo en las infraestructuras nacionales, deterioradas por décadas de abandono, con un plan de inversión de 1,7 billones de dólares que modernizará las mismas y hará el país más competitivo; recuperar empleos de sectores críticos (manufactura, minas y energía) que habían sido enviados a terceros países; atraer billones de dólares que permanecían en paraísos fiscales gracias al nuevo sistema de tributación reducida, que permite pagar impuestos más justos; una defensa fuerte de nuestros valores cristianos, de la vida, la familia y la fe; un sistema económico desregulado; unas relaciones comerciales internacionales más justas y recíprocas; y una defensa basada en unas Fuerzas Armadas más poderosas y eficientes con objetivos claros.
La agenda conservadora del “Mandato para el liderazgo” es una de las claves del éxito de la presidencia de Trump. Ideológicamente esto enfurece a los demócratas porque batimos con resultados positivos las políticas nefastas del progresismo y de esa izquierda rancia que sólo persigue el control y la explotación de los ciudadanos a costa de impuestos, de sus libertades y de la imposición de una ideología de género y una corrección política que es, en la práctica, una nueva dictadura disfrazada de falsa tolerancia y que sólo destroza los roles y valores tradicionales, además de impedir el crecimiento económico y una sociedad con más sentido común.
Trump está logrando que su discurso conservador para hacer América grande otra vez, próspera y segura cale mucho más en la sociedad norteamericana con resultados positivos para la gente. Lo hemos comprobado recientemente con ese 75% de aprobación de su discurso del estado de la Unión. En su día hablábamos de los Estados Unidos de Reagan. Hoy, son los Estados Unidos de Trump. Y no entender eso, es no entender este país ni entender nada.